13 de agosto de 2021

Hasta que la muerte nos separe

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Un estudioso bíblico moderno se puso a confrontar antiguas tradiciones judaicas, que han llegado hasta nuestros días, particularmente la drástica sentencia “Hasta que la muerte nos separe”, con el hecho de que los antiguos judaicos tradicionales repudiaban a su pareja cuando no podía o no quería procrear. O, peor aún, cuando ella podía y quería, pero no con su legítimo marido. Encontró, que los cachones multiplicaron los repudios, pero quedaron impunes a pesar de contravenir el precepto divino de que lo que Dios ha unido no lo separe el hombre, así sea otro hombre.


El erudito, luego de sesudas cavilaciones logró determinar que, como vimos en la vulgata arbórea, Estridión (más conocido como Jerónimo), el traductor oficial de la biblia del hebreo al latín, solía cometer erratas, quizás de buena fe, pero que lo asaltaban porque no solo trabajaba el hebreo sino muy ebreo. Así que, además de condenar al manzano con lo del pecado original, amén de quién sabe cuántas otras metidas de pata, aún no develadas, también se equivocó con la sentencia matrimonial, ya que transcribió "hasta que la muerte nos separe", cuando el texto original rezaba "hasta que esté muerto o no se pare". Pequeña sutileza, que explica a cabalidad por qué el comportamiento de los judíos cornudos no recibía castigo.


Pero la regla fue perdiendo vigencia con el paso de los siglos, a punta de acumular excepciones, causales declaradas o no aceptadas, dispensas papales y vías de hecho. Hasta el punto de que hoy en día los matrimonios ya no duran y si superan la comezón del séptimo año, son una excepción.


No solo la impotencia o la infidelidad son causales de divorcio. Cualquier desavenencia, menor o mayor, como mirada fea, levantada de voz, bizcocho mojado, pescada en mal parqueo, guazap picantoso con una amiga, calzoncillo mal ubicado, aniversario olvidado, reclamo a deshoras o, incluso, pérdida de matripuntos, solo se puede resolver a través de los abogados, si la cosa es a las buenas o con vajilla rota y abundantes vituperios si es a las malas. Claro, en casos civilizados, en los que no intervienen Medicina Legal ni la morgue para darle cristiano término al contrato.


Pero no todo está perdido; siempre aparece el salvador. El autor del libro “¿Qué hago si mi media naranja es toronja?” quien es especialista en Kinesiología y Disfunción Cerebral, del Centro de Investigaciones Biopedagógicas de la Ciudad de México, afirma que comprender, tolerar y amar a nuestra pareja para toda la vida sí es posible, cuando se usa el órgano sexual más grande que tenemos, que según él es el cerebro, lo cual además nos salva de rancharnos con los órganos más pequeños. Tremendo consejo. 


2 comentários to “Hasta que la muerte nos separe”

  • 19 de agosto de 2021, 1:48 p.m.
    Rudolf says:

    Tal cual le pasó a un amigo de Bogotá y cuando el abogado de su ex es su amigo es más complicado , mucho HP...rg

  • 27 de agosto de 2021, 8:53 p.m.

    Ala, Rodolfo. Nos aterra saber esas amistades con las que andas.
    Gracias por leernos siempre. Ojo con los amigos, sobre todo, si son abogados ...

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