Like you … pichurria
La principal unidad de medida actual es el like (léase laik), que mide el grado de popularidad y, por lo tanto, de éxito de una persona en la sociedad de hoy.
El aspirante a ser popular debe obtener un número de likes que lo acrediten como tal y para ello es necesario que produzca algo que sea y que lo vuelva a él, viral. Es decir, que produzca dolor de cabeza, fiebre y ojalá también náuseas, vómito y hasta diarrea; mejor dicho, una infección. Y, si logra el efecto de una pandemia, se denominará ahora influencer. Y eso sí, es lo máximo.
Pero, al contrario de algún virus producido en un laboratorio para alimentar las teorías de la conspiración, la tarea de volverse viral en las redes no es nada fácil, pues la competencia es feroz, dada la enorme cantidad de tutuberos (que son aquellos que sin titubear tutubean), tiktokeros, instagrameros, feisbukeros, tuiteros y todos los eros de cada plataforma conocida en el ciberespacio, amén de que cada día surgen nuevas aplicaciones, con las cuales esos artistas espontáneos expresan su libertad y llenan los bolsillos de algún emprendedor.
A todo eso se suma el hecho de que cada día aparecen tonabytes de información en esos miles de fuentes diferentes, con lo cual sus destinatarios ya no alcanzan a leer ni escuchar y menos a atender ni a entender (eso, ni soñarlo). Lo único verdaderamente importante es que el mensaje no sobrepase los dos minutos y que sea muy divertido; si contiene partes nobles expuestas o algo difamatorio, que viole alguna ley o produzca alguno de los signos infecciosos ya mencionados, la cosa va por buen camino. Pero dos minutos, ¡máximo!, no hay más tiempo disponible.
Y, si llega a impactar, hacer ruido, ir de boca en boca (ahora de dedo en dedo), su fama es efímera. Tan volátil, que si logra sobrevivir una semana ya se considera todo un hito en la historia; pero ahora la historia no importa para nada ni para nadie, dicho sea de paso. Así que hay que competir por capturar el interés durante unas cuantas horas, batallando con millones de inteligencias que andan (pero navegando) en las mismas.
El punto clave está en la originalidad y la innovación. Qué tal un artista callejero pintando la columna de un puente con la sangre de su mascota, por ejemplo. Están los casos de un joven de 16 años que se agarró a darle un beso con lengua a un extraño animal marino, hasta terminar en la sala de urgencias de un hospital o la muchacha de 20 años que mostró cómo iba perdiendo su ojo mientras le hacían un tatuaje por dentro (del ojo). Esas son cosas virales, locas, emocionantes, que ponen temas de qué hablar, en boca de todos.
Y, ¡ojo! lo que una vez se vio y se viralizó ya no admite repetición. El original innovador se llena de gloria momentánea, pero quien quiera imitarlo va a ganar muy poca o nula atención. La creatividad es el don de actualidad y lo sorprendente es que cada día alguien en alguna parte sale con una improvisación disparatada. El ingenio humano parece no tener límites.
Si usted quiere explorar en el mundo de los influencer, haga bien sus cuentas: Si logra que 100 personas miren su obra, solo 20 llegarán hasta el final, 5 le darán like y 1 será su seguidor. … Por eso es por lo que queremos tanto a nuestros lectores …
Pichurria no es un adjetivo para seguidores como yo de este blog...o el blog es una pichurria ? No entendi
Apreciado Rodolfo: No nos referíamos a nadie en particular. Era solo un epígrafe, para burlarnos de los "laik". De ahí en adelante, es cuestión de sicoanalista ...