Las cosas
cambian, pero siguen igual
Cuando éramos niños cogíamos a patadas un balón, definíamos cómo se ganaba el juego (si a tantos goles o a tanto tiempo), poníamos al más bola a tapar en un arco delimitado por un bluyín de pana café y un saco negro y listo. Podíamos pasar toda la tarde corriendo y sudando. Y eso era jugar fútbol.
Pero eso que era tan sencillo y divertido se ha
visto enredado y oscurecido por cronistas insulsos y esnobistas que complican la
jerga futbolística con expresiones, apodos y términos, inclusive en inglés, que
para lo único que sirven es para confundir, hasta al más enterado de los
fanáticos y con lo que tal vez pretenden justificar el dinero que les pagan por
tanta babosada.
Hemos visto aparecer entonces al carrilero, un defensa
con vocación de mediocampista, lanzado al ataque, que corre pegado a la raya,
pero sin pasarse de ella. ¿Se puede llamar carrilero a cualquiera que corra en
la cancha de arriba abajo, como bolita de telebolito o como alma que lleva el
diablo?
Pero también está lo opuesto al carrilero: el
“media punta” que es un jugador que no es punta (quizás porque no tuvo
tajalápiz) pero sí media en casi todas las jugadas pues se le pide que haga
goles, pero contribuyendo de forma importante a la defensa, sin descuidar el
medio campo. O sea, ese que hace bien la tarea y entonces le chantan más
trabajo.
Y está el volante mixto, que no aclaran si es un miembro
de la liga femenina embuchado en un equipo masculino o un avezado volante que
atiende por las dos ventanillas.
También, se ha acuñado el término “falso nueve”,
que en principio uno llegaría a pensar que se trata de un seis con ínfulas,
pero resulta que es el jugador que no tiene una posición favorita y hace lo que
se le da la gana, como lo hacen algunos amantes atrevidos.
El “cooling
break” tan frecuente en estos tiempos, lo lleva a uno a pensar que se acabó
el primer tiempo, le rompieron algo a un jugador o se refirieron de mala manera
a la progenitora de alguien y se armó la gorda, pero no: solo es el tiempo para
darle paso al aguatero.
Otro caso es el del “hat trick”, que nos hace pensar que van a repartir cachuchas o que
es día del Halloween. No: se trata de una tripleta o más exactamente, que un
jugador la ha metido tres veces en un mismo partido, lo cual siempre es digno
de celebrar y admirar.
La tapa de la olla es sin duda el afamado VAR (Video Assistant Referee). Cuando dicen
que van a hacer uso del mismo, un aficionado antiguo piensa en ese lugar donde se
iba después del partido a pedirse la otra y “hacer el tercer tiempo”, durante el
cual se narraba, comentaba y discutía con igual o mayor elocuencia y vehemencia
que las de los comentaristas profesionales, durante mucho más tiempo, pero sin
paga y con regaño incluido al llegar a casa.
Pero no, el dichoso VAR, que debería abreviarse en
español como AVA (Asistencia con Video para el Árbitro), VAYA (Video Asistencia
y Análisis) o AYAYAAYY (Asistencia y Ajuste y Acomodación Arbitral y ya),
resulta ser un mecanismo para esculcar en las jugadas cómo acomodar los
resultados, apoyándose en la tecnología digital.
No deberá sorprendernos entonces que en el futuro un
VAR reemplace a los cuatro árbitros y ellos terminen desempleados, en un BAR,
viendo el partido por TV y haciendo el tercer tiempo. Y claro, habrá un solo
juez electrónico omnímodo, en la barriga de un dron.
Ya no habrá manera de justificar un error del árbitro
diciendo que un jugador lo tapaba y por eso no vio la mano dentro del área o
que el juez está muy gordito y por eso estaba muy alejado de la jugada como
para distinguir si la patada fue con alevosía o como parte de la disputa normal
de la bola. Nada de eso. Cada jugada será analizada en tiempo real, desde diez
ángulos distintos y por medio de un complejo algoritmo matemático y estadístico
se determinará la sanción a aplicar por el pecado cometido.
Claro, los infaltables ajustes del juego que
ocurren hoy para favorecer a algún apostador, a una selección en particular o a
un miembro destacado de alguna de las confederaciones ya serán cosas del campo
de la informática, de modo que es posible que veamos una jugada de una manera y
el VAR la interprete y acomode de otra, sin que haya manera de protestarle,
porque no se le ve ni se sabe dónde está y tampoco se podrá insultarlo, porque no
tiene mamá, pues fue engendrado entre un software y una computadora.
Hoy como ayer y como en cualquier tema, las cosas
cambian, pero siguen igual.
Y pwnsar que a los cobradores se les pyede llamar como a cualquiera de esos. Pero no a los cobradores de tiros libres o de penaltis, si no a los cobradores de verdad. (Ahora sigo que me esta llamabdo uno de esos)
Mis queridos amigos se les está acabando la prisa, peto más la imaginación. Sigan así, porque todo será soportable hasta que Luis Alberto escriba de política.
Mk lo de la gueva en el arco es solo despecho ,y el blue jean de pana café solo lo sabemos los amigos de infancia. Había otros que se creían naninga y resenbring.pero para otros equipos solo eran otras huevas iguales a los que tapaban