"pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás" Génesis 2:17
La manzana, afamada fruta responsable de eventos trágicos como
atragantar a doña blanquita y de eventos maravillosos como inspirar a don Isaac, ha sido enjuiciada y condenada injustamente por habernos hecho expulsar del
paraíso.
Pues ahora, un desocupado erudito ha profundizado en el asunto y ha
demostrado que a la fruta en cuestión se le debe exonerar del pecado original.
En cuanto a los demás que se le achacan no hay investigaciones aún, ni
desocupados que se les dediquen.
El histórico desatino obedeció a un error de interpretación del
traductor oficial de La biblia al latín, quien confundió el sustantivo mālus
(manzano) con el adjetivo malus (malo). Es decir, el creador le había prohibido
a Adán y Eva comer del árbol del bien y del mal, no comer del manzano, que
resultó asimilándose por confusión de términos a la maldad.
El erudito, sin embargo, va más allá del simple error gramatical y le
endilga la culpa al tejo, árbol antiquísimo de Eurasia, cuyas particularidades
parecen encajar de manera más convincente con la historia del Edén perdido,
como vamos a ver a continuación.
La primera particularidad interesante del
tejo es su longevidad, pues vive más de dos mil años, a diferencia del manzano
que subsiste solo ochenta años en promedio y que, además, desde los cincuenta
deja de producir, como les pasa a tantos. Según lo sostiene el investigador, luego
de cotejar los periodos citados en el relato bíblico, los tórtolos primigenios disfrutaron
del paraíso durante cerca de noventa años antes de ser expulsados de él, así
que no hay opción de que hayan comido del manzano, mientras que del tejo sí.

El tejo, además, es, casi todo veneno:
todas sus partes son altamente cardiotóxicas, excepto la carnosidad que rodea
su tierna semilla, la cual es vivamente coloreada de rojo, de suave textura y
de un delicioso sabor, según aseguran quienes han tenido la ardentía de probarla.
Debido a esta característica, el tejo fue
utilizado en Europa para preparar el agua del descanso: una infusión aromática,
con la cual se deshacían de sus rivales indeseados los herederos, se suicidaban
los amantes despechados y en general se tramitaban por vía expresa los litigios
que amenazaban con ser largos y espinosos.
Por si fuera poco, fue conocido y reverenciado
por culturas ancestrales, como fuente de riqueza, por su madera y de muerte,
por su veneno y es por esto que fue sembrado exclusivamente cerca de los templos
y los cementerios y se le han atribuido desde siempre propiedades místicas y
mágicas, siendo venerado y temido, deseado y prohibido, bendecido y maldecido,
en fin, el árbol de la vida y de la muerte, el bien y el mal hechos corteza,
ramas, hojas y flores, todo en uno.
Una vez expulsados del paraíso, los desventurados
pecadores podían ver desde afuera, a lo lejos, el árbol que había causado su
condena y esta imagen acompañó a Adán por poco más de novecientos años, tiempo
que duró su vida.
Esta es una razón más para pensar que
él, como muchos ahora, ven el Tejo a lo lejos con nostalgia y desazón recordando
momentos felices, lo que definitivamente nunca le pasaría con un manzano a ningún
man sano. Estamos con el erudito.
Lo de erudito será de la ficción, man sano mentalmente, no echa tanta carreta
Buen acopio de protagonismo Manzanero. Me Gusto, tema inesperado ideal para los momentos ... pidase la de pirnos.