Enterradas debajo del palo
En estas tierras y aún antes de la
llegada de los conquistadores, a los que también les gustaba, por supuesto, las
vírgenes, como a la india de la Cata, se cuentan historias de sacrificios
humanos de jóvenes inocentes para satisfacer los caprichos de algunos
poderosos.
Tal es el caso de la región de usaquén, palabra muisca
derivada de los vocablos usa, que significa debajo y que, que significa palo,
quedando entonces usaquen como debajo del palo. Cuenta la leyenda que así se
denominó a esta región debido a que las grandes casas de los nobles caciques
eran construidas con enormes pilares de madera que las soportaban, los que se
introducían en un gran hueco, en el fondo de cada cual se colocaba una joven virgen,
que era aplastada por la viga, digamos estripada hasta sus cimientos, con la
idea de que fueran ellas quienes cargaran ese enorme peso, lo que obviamente no
ocurría, pero si quedaban las niñas bien usaqueneadas, tantas de ellas como
fuera menester y dependiendo del tamaño de la mansión del jefe.
Las niñas, generalmente menuditas, de baja resistencia pero
gran resiliencia, se acurrucaban en el hueco a esperar el guamazo, que ojalá,
oraban todos, fuera lo suficientemente duro para que quedaran estacadas y tiesas
de una, sin necesidad de hacer varios enviones, cosa que también agradecían los
cuatro camajanes encargados de levantar y descargar las pesadas vigas.
Ni aquí ni en ninguna parte donde se han hecho sacrificios
humanos se expresa claramente por qué las muchachas sacrificadas debían ser
vírgenes y en este caso en particular no hay una aparente razón para ello,
distinta a que una inocente que nunca ha visto un palo enorme sobre ella
probablemente no tenga reparos en que se lo metan en un hueco, lo que
seguramente no pasaría con alguna experimentada aborigen con kilometraje
recorrido.
Tampoco se ha encontrado en los relatos y registros de los
cronistas de la época prehispánica una explicación a la razón del por qué debían
ser niñas específicamente y no niños, más aun considerando que la cultura
indígena de la época tenía un tipo de organización matriarcal. Parecer ser,
observan algunos estudiosos, que este mismo hecho es el que se puede acercar a
un razonamiento aceptable al considerar que precisamente para los aborígenes la
mujer era la base sobre la que se cimentaba la estructura social y por esta
razón debían ser aborígenes de sexo femenino quienes estuvieran enterradas
sosteniendo cada palo.
No menos intrigante resulta el hecho de que las damiselas
estuviesen vivas en el momento de introducir el tronco de madera en el hueco,
haciendo el asunto mucho más desgarrador y sanguinario si se quiere, toda vez
que se puede uno imaginar que no en todas las ocasiones el tramacazo las dejaba inertes al primer
intento y los intentos subsiguientes debían estar acompañados de expresiones de
dolor muy perturbadoras. Un cronista castellano, tratando de aproximarse a una
explicación de este hecho y basado en tradiciones y actos de sacrificio de
otras culturas, asevera que precisamente el sacrificio requiere que la víctima
esté viva para que ¡ah severa! que sea la experiencia y los espectadores
experimenten el dolor y cojan escarmiento. Sin embargo, otro cronista, más
especulativo y también más simple, declara que si la víctima está muerta cuando
vayan a meter el palo, el rigor mortis es probable que no lo deje encajar bien
y la casa quede chueca.
Cualquiera que sea la explicación que se pueda imaginar para
tan execrable ritual, lo cierto es que sirve para dejar en claro que durante el
proceso de conquista, si bien los españoles que arribaron a estas tierras no
eran precisamente unos nobles caballeros, los habitantes que encontraron
tampoco estaban libres de pecado y sus prácticas ceremoniales, incluso en
sociedades caracterizadas como pacíficas, tenían su cuota de sangre que
definitivamente no les permitían arrojar la primera piedra, que muchos no
arrojaron.
.....palo,porque.... Palo..se meti..nos dió.palo con ese cuánto .aburrido