12 de junio de 2020

CatSique

,
Locura animal


En la sala para eso esperaba la pareja, impaciente por saber del paciente, tomándose nerviosamente las manos y, de tanto en tanto, mirando hacia la puerta cerrada.

“Todo va a estar bien”, dijo el hombre en tono apacible, como acariciándola con la voz, mientras ella se esforzaba por contener sus emociones. Una lágrima furtiva rodó veloz por su mejilla.
“Él es fuerte y este doctor es uno de los expertos más reconocidos de la ciudad; todo va a estar bien”, insistió el hombre al tiempo que, con uno de sus dedos, interrumpió la caída de la gota.

La puerta se abrió y ambos brincaron del sofá, como si un resorte invisible los hubiese impulsado hacia el hombre de bata blanca que, mostrando una amplia sonrisa, salía de la habitación. Casi se le abalanzaron, ansiosos.
“Efectivamente, el caso es delicado”, dijo el hombre en tono circunspecto, mientras con un gesto los invitaba a retornar al sofá y él movía una silla para acomodarse frente a ellos. “Afortunadamente es una patología muy común y está bien documentada”, concluyó.
“Pero, ¿se va a salvar, doctor?” preguntó la mujer, visiblemente consternada
“Es un tratamiento largo y vamos a requerir varias sesiones”, contestó él, de forma que no quedaran dudas. “Afortunadamente Tomás, pese a su corta edad,  es muy fuerte y sano. Por ahora, mi recomendación es que lo mantengan en un ambiente muy tranquilo, más bien aislado, sin ruidos y sin olores fuertes”.
“Muestra una gran ansiedad, depresión y hasta agresividad”, continuó el doctor, “lo cual no es un comportamiento ciertamente normal. Rechazó las galletas que le ofrecí y ni volteó a mirar los juguetes”.

La mujer, presa de la zozobra, se apresuró a entrar a la habitación. Entretanto, el hombre preguntó: “¿Podemos continuar dándole su comida habitual?”
“Sí, claro. Introducir cambios en su dieta, podría ser traumático a estas alturas. Deben dejarlo jugar en todas las habitaciones de la casa, es decir, no le cierren ninguna puerta ni le nieguen el acceso a ningún rincón. No lo regañen y jueguen con él siempre que muestre disposición para ello, pero no lo fuercen a estar con ustedes. No vayan a dejarlo solo en casa, pues eso aumentaría la ansiedad y la depresión. Pero, tampoco quieran mantenerlo alzado a cada momento, que eso lo pone nervioso y lo lleva a sentirse incómodo con ustedes”.

Aprovechando que ella estaba ya dentro del consultorio jugando con su Tomás y hablándole a media lengua, le dijo al hombre, casi susurrando: “No permita que le ponga pañales ni que le cepille los dientes” y agregó enfáticamente “Y, por favor, que no le dé seno, que eso ya lo dejó hace rato y a él no le gusta. Quítele los moños de las orejas y dígale que no lo bañe tan seguido, que eso tampoco le agrada. ¡Ah!, y no lo lancen hacia arriba en el aire ni lo hagan bailar a la fuerza. Eso es algo que Tom detesta”.

Ella regresó con Tomás en brazos, envuelto en una manta de dulce abrigo y estrechándolo contra su pecho. Él, emocionado, quiso acariciarlo, pero lo detuvieron la mirada poco amistosa y el gruñido que recibió de Tom.

“Mi secretaria arreglará con ustedes lo de la cuenta y les dará la próxima cita”, dijo finalmente el galeno y abrió de nuevo la puerta de su consultorio. Antes de entrar, volteó la cabeza y sentenció: “Si lo cargan en brazos se les puede escapar. Les sugiero que lo transporten en un cargador adecuado para gatos”. Y se encerró.
Una placa, sobre la puerta cerrada, rezaba:

Doctor Renato Moscoso Osorio
MÉDICO PSICOVETERINARIO

1 comentários:

  • 13 de junio de 2020, 7:12 a.m.
    Rudolf says:

    Largo ,tedioso diría no escribió Valenzuela Pérez,

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