Cuadro clínico altamente incapacitante
Cuáles
síntomas y qué tan graves se lleguen a presentar, dependen del tipo de
borracho, de la frecuencia y la intensidad de sus perras y de cómo, dónde y con quién se rasque. Pero, hay síntomas comunes, que afectan a todas sus
víctimas. Los más habituales incluyen una sed insoportable e insuperable (una
tremenda seca, que normalmente se apacigua pidiéndose la otra o ingiriendo
cantidades ingentes de refajo, ambos bien fríos), hipersensibilidad a la luz (que
se acrecienta si la pea sobrevino en la noche, con luz baja o, peor, con luz
roja de bombillo antiguo) y junto con mareos intermitentes y las náuseas
producidas por el ir y venir de las olas de recuerdos y olvidos, entrecruzados
con agobiantes e insufribles remordimientos de todo lo que se dijo y se hizo al
calor de la farra.
Quizás
por ello, la primera definición de resaca
que aparece en el diccionario de la real academia de la lengua española es “movimiento en retroceso de las olas después
que han llegado a la orilla”, que es exactamente lo que marea al día siguiente
a quien bebió mucho la noche anterior.
En
casos extremos o severos, como los que se producen cuando el ambiente estaba
muy bueno y la bebeta alcanzó niveles muy por encima de lo que aguanta el cupo
del beodo, pueden aparecer síntomas terribles, como ese que antes llamábamos “borrada de casete” y que hoy quizás se
denomina olvido de la contraseña o evaporación de la nube, así como la
comúnmente denominada garbanceada o devolución de atenciones, que resulta de seguir
el promocionado consejo de “pero coma
algo” que usualmente se da para que la víctima tenga qué devolver.
Cuando
la cosa ya alcanza esas honduras donde aparecen escalofríos y hasta diarrea, es
seguro que el paciente incurrió en alguna cagada que no logra recordar y que
involucró la confesión de algún secreto grave, haber comprometido la honra de
alguien, quedar muy mal parado en el trabajo, con subalternos o el jefe o, qué
horror, haber terminado, con alguna situación embarazosa, la cual, tarde o
temprano le van a hacer que recuerde.
Pero,
si ese cuadro clínico, tan crítico, va acompañado de cantaleta, el dolor de
cabeza resultante no podrá ser tratado ni con el más potente de los
analgésicos. Sobre todo, porque no se conoce manejo médico para el síndrome de cargo
de conciencia.
Y, quién
lo creyera… ¡El asunto se puede poner peor!: pasa de castaño a oscuro si durante
el guayabo se juntan todos los síntomas mencionados, pero aunados con algún
desmayo y/o un coma producido cuando la jinchera fue tal que dio lugar a una
mojada de canoa y la consecuente salida del closet. Punto este que es de no
retorno, pues todos quienes lo presenciaron van a querer llevar al sujeto allá
cada vez que lo vean, así no recuerde ni un poquito en qué momento ni por qué fue
que se subió a la mesa, se quitó la ropa interior o se ofreció como pasante.
No existe
ninguna explicación, química ni bioquímica, para la mojada de canoa, pues sus
causas seguramente deben ser buscadas en alguna relación hormonal afectiva
anormal que da origen a que un sujeto se ponga de buscón sin más ni más. Lo
cual iba a suceder, tarde o temprano, con o sin alcohol, con o sin la rumba que
desencadenó tal evento.
Y, en
cualquier caso, no hay duda de que el alcohol como tal no hace daño: son las
malas compañías las que conducen a los excesos que a su vez producen los
síntomas descritos. Los cuales, además, aparecen en mayor proporción e
intensidad por haber ingerido los tragos menos refinados (que son los que se
toman en los sitios menos refinados y por ende con las personas menos refinadas).
Así que, como norma general, mientras más oscuros y baratos sean tanto la marca
del licor como el chuzo donde se lo consume y más goterera sea la compañía, más
dañina será la rasca y más dura y duradera la resaca.
Cuando
un paciente es víctima de tales síntomas, echa mano de técnicas que provienen
principalmente del folclor, como la famosa bomba,
compuesta por bicarbonato, limón y aspirina, que puede ser efectiva porque contribuye
a que el destruido balance ácido sea restituido en parte. Son recursos muy
socorridos el caldo parao, así sea sentado y el pedazo de costilla del tipo
Adán, que es el que siempre levanta el muerto. Echarse un huevito ayuda mucho, como vimos en la oología callejera, gracias a su contenido de cisteína, aminoácido este que eleva en alto grado los
niveles sanguíneos de importaculina, una hormona que contrarresta notablemente el
remordimiento. Y para la sed, mucha agua, regada, echada y bebida.
Y, si el
caso es que el jolgorio fue entre semana o tiene que trabajar ese sábado y debe
aperarse de una incapacidad laboral, lo mejor es que un amigo médico, muy
solidario él y a quien ojalá le guste el alcohol, le dé un diagnóstico
presentable, que eluda el riesgo de despido, como el que le dieron a un amigo
cucuteño:
Paciente con cuadro clínico agudo de fotosensibilidad,
cefalea, hiperhidrosis y emesis a repetición, con desequilibrio electrolítico y
alto grado de hipotonía, conducentes a asterixis corporal generalizada, que constituyen
un estado anímico, sicológico, fisiológico y metabólico incapacitante durante
tres días. Se le prescriben reposo absoluto, hidratación continua por vía oral y
cuidados paliativos caseros.
Mi estimado escritor bien conocida fueron sus peas en SantaFe de Bogotá, anillos ofreció a un par de damicelas,y hasta el ojo se rayó en más de una ocasión,el guayabo aún lo acompaña recordando tiempos mejores..