22 de mayo de 2020

No desearás la mujer de tu próximo

,


La carne, entre más próxima, más débil

Desde el momento mismo de su anuncio, el séptimo dio lugar a todo tipo de controversias, rubores, rumores, disgustos e inconformidades. Cuenta la sagrada historia que cuando Moisés se plantó frente a su pueblo a leer las tablas con los mandamientos que había recibido entre rayos y centellas, al enunciar el séptimo, retumbó en el aire y en la tierra:

No desearás la mujer de tu prójimo, porque el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”. 

Hasta el sexto todo iba bien, pero semejante sentencia dio lugar a una protesta masculina generalizada, rechiflas, gritos, abajos, tomates voladores y hasta a algunas damas sus cachetes se les tornaron como los tomates y brotó una que otra lágrima furtiva. Semejante reacción hizo que el curso de la reunión casi degenerara en una batahola, así que el buen Moisés tuvo que recular, aclaró su voz, se disculpó y continuó con lo de “No robar”. Pero, ya la sesión de anuncios se había ido al carajo.


Es por eso que desde entonces el número siete tiene un palito de tachado en la mitad que antes no tenía. Con todo ese desorden, nadie se dio cuenta que de todas maneras el de la mujer del prójimo había persistido, aunque discretamente relegado al noveno lugar, pues esa posición fue anunciada cuando ya muchos de los asistentes, indignados, se retiraban del lugar y ya no le ponían cuidado a lo que se estaba diciendo.

De todas maneras, en los días subsiguientes no hubo otro tema en las conversaciones de los hebreos, mientras iban errando por el desierto. En las discusiones afloraban varios temas, a partir del concepto mismo de prójimo, algo muy etéreo y desconocido en ese entonces para ellos. “Es decir…”, se preguntaban, ¿Ya no se puede desear a la mujer del enemigo? ¿A quién se va a violar, entonces? ¿Si aparece por acá una extranjera, no se la puede admirar, piropear ni desear? Y, si es alguna egipcia muy bien dotada, ¿tampoco?”. 

Ahora bien, si la mujer del vecino estaba mirable o si incluso, hasta aguantaba su tubazo, tampoco podía ser pecado tener pensamientos impuros con ella, puesto que no se había consumado ningún acto de consumo y bien sabemos que los pensamientos, con suma ligereza, van y vienen, a veces sin querer. Es decir, el pueblo clamaba por aquello que hoy enunciamos como que “aunque uno esté a dieta, no tiene nada de malo revisar el menú”.

Apareció entonces un mito urbano según el cual, dado que Moisés había sido criado en una zona costera, para cuyos pobladores el sonido de la x era difícil de pronunciar, por error escribió “prójimo”. Pero ello cambiaba por completo el sentido del mandamiento, ya que Dios había querido decir en realidad “próximo”, palabra que se usaba en la época para significar hermano o, a veces, amigo, primo, vecino, cuñado, tío, compañero de trabajo o cualquiera del círculo social y familiar cercano. Que era con quienes (a menos que hubiesen muerto, como supimos con la historia de Onán) no se podía meter ningún fulano, pues ahí sí que la ley de Dios iba a caer con todo su peso sobre el infame traidor.

La sagrada escritura está llena de referencias al noveno mandamiento en las cuales la interpretación se acomoda según quién sea el infractor, su grado de nobleza y su posición social y, en algunas circunstancias, quién fue la prójima causante de que la oveja se hubiese descarriado, la cual de todas maneras, además de sufrir la discriminación, resultaba siendo la paganini del paseo (véanse las historias de terror bíblico para más detalles).

Claro que cuando un marido se veía en situación de castigar a su esposa infiel y, de paso, despojar a algún vecino de alguna tierra o riqueza, ahí sí el noveno pasaba a ser el primero y se le daba toda la trascendencia del caso.

En tiempos modernos, un famoso poeta inscribió en los anales de la historia la frase que reza: “la perdición de los hombres son las benditas mujeres” con lo cual resaltó la importancia de este antes séptimo y luego noveno mandamiento, evidenciando cómo aún en nuestra época conserva plena validez.

Lo cierto es que si Moisés presentara hoy en día sus mandamientos en alguna red social, de seguro le lloverían, de inmediato, tomates informáticos por millones para este noveno mandamiento pues, aunque no escrito, sí está claro que desear a la mujer de su prójimo es lo más próximo que puede ocurrirle hoy en día a cualquiera, más aun considerando que con los medios informáticos actuales, ya no hay distancias y todas y todos están muy cerca: a un clic de distancia.
 



1 comentários:

  • 23 de mayo de 2020, 5:56 p.m.
    Rudolf says:

    Amigo Valenzuela,difícil te tocó podercumplir ese mandamiento en esta vida.

Publicar un comentario

Si quiere comentar este artículo escribalo en la casilla siguiente. Para que le podamos contestar, por favor incluya su nombre seleccionando comentar como y nombre/url. Seleccione luego publicar.

 

Pídase la otra Copyright © 2011 -- Template created by O Pregador -- Powered by Blogger Templates