“Y caerá fuego del cielo y destruirá al ejército de Satanás acabando
hasta con el nido de la perra”
Apocalipsis 20:9
Continuando con la fascinante lectura de la biblia,
traemos hoy otros episodios llenos de enseñanzas
Es muy conocida la historia de Abraham, narrada en Génesis 22:1-13, en la que se le pone a
prueba con un reto similar a los de la ballena azul. El jefe le pidió que acuchillara a su único
hijo para comprobar qué tan comprometido estaba con la causa, pero cuando ya
iba a realizar su acto, escuchó una voz detrás de él que le dijo ¡Detente, ya veo que eres creyente! Isaac
pudo así evitar el filicidio, gracias a las dotes de ventrílocuo que había
desarrollado en su difícil infancia. Este caso de violencia intrafamiliar
extrema respalda las afirmaciones que hacían las mamás del siglo pasado: “Estudie mijo, que nada de lo que aprenda le
va a sobrar. Usted no sabe cuándo lo puede necesitar”.
De clara actualidad es lo que se narra en Números 25:1-19: Jehová monta en cólera
porque su pueblo elegido se ha ido a adorar al dios de la competencia, siendo que
ya les había dejado en claro a todos que todo lo adorativo le correspondía a él
y solo a él, así que le ordena a Moisés que ahorque a los infieles delante de
todos, a plena luz del día. Mientras estaban en este ajuste de cuentas al mejor
estilo de cualquier cartel o banda de narcos, Finees, hijo del sumo sacerdote,
le cae a una parejita que, presa de un arrebato de amor, ha penetrado a una
tienda para saciar sus ansias carnales. Una vez adentro, los ensarta con su
lanza, dejándolos unidos para siempre en un amoroso y sangriento amasijo.
Entonces el señor le dice a Moisés que fresco, que ya le pasó el mal genio
gracias a la proeza realizada en esa tienda y que Finees y sus descendientes
heredarán el sumo sacerdocio a perpetuidad. Claro que para entonces la
carnicería ya había cobrado más de 24.000 víctimas. Esta anécdota es un tanto
brusca, pero nos demuestra la importancia del respeto a la fidelidad comercial
para no caer en desgracia con las grandes corporaciones, porque de ser así, uno
va a terminar clavado. Y, ¡de qué manera!
Sobre elecciones y poderes, en Jueces 9:2-27 se narra una historia que, de seguro, inspiró a
Shakespeare unos siglos después y más recientemente a algunos políticos
locales. En ella Abimelec convence a sus familiares y compatriotas de que él
debe reinar. Reúne fondos rifando un buey, el mizuage
de una de sus hijas y diversos puestos oficiales. Consigue así buenos
recursos con los cuales “alquiló hombres
ociosos y vagabundos, que le siguieron” y con ellos persigue y les da desaparición
forzada a 70 varones que, aunque eran de su misma bancada, podrían llegar a
disputarle el mando. Obviamente Abimelec es elegido, no sólo por los premios
prometidos, sino también por sus dotes de orador y su gran poder de
convencimiento. Esta historia muestra sin rodeos cómo es de importante saber
gerenciar, tomar decisiones, enfrentar y eliminar los obstáculos y asignar
prioridades para poder dirigir bien a un pueblo.
Reyes
9:32-35, nos cuenta cómo Jezabel, al saber que llega Jehú (un rey de
Israel) se pinturretea y se pone de mostrona y ofrecida, pero todo lo que
consigue es que la traten como brincona y le peguen una violenta tirada desde
un cuarto piso y que su cuerpo se lo coman unos perros, cumpliendo la palabra
de Jehová. Este caso de feminicidio con sevicia nos enseña que, según el señor,
toda zunga que ande por ahí de trepadora y buscona terminará tirada y
estrellada, incluso, como en este caso, contra el piso.
Y así, existen muchos relatos más sobre juegos de
poder como el de Caín con Abel, castigos ejemplares como el de Lilith (ver Precuela Bíblica),
crímenes pasionales castigados con saña inigualable (como en Onanismo),
incestos, saqueos, masacres, etc. Lo importante es que cada uno de ellos deja
una enseñanza positiva donde se recalca que Dios es amor y los humanos somos
unos miserables. Por eso Él nos castiga: por nuestro bien.
Esta
historia, por increíble que parezca, continúa y continúa….
Cada vez, más
vigente.