Adtesh e besala, pedtse qué
tan boaesh….
¿Ha probado usted un café frio? Cuando alguien bebe café frío, suele
decir: “Esto sabe a beso de boba”. ¿De dónde habrá salido tal afirmación? Todos
hemos oído que el café frío es como un beso de boba. Lo que no sabemos es cómo
es el beso de una boba, o al menos quien no ha besado a una no lo sabe o, peor
aún, puede que la haya besado y no lo sabe, pues evidentemente no le supo a
café frío.
Pídase la otra hizo un exhaustivo estudio de campo, en alianza con
una agencia internacional de mediciones estadísticas y nos encontramos con que
nadie, ni hombre ni mujer, confiesa haber besado nunca a una boba.
Pues bien, no creemos que se trate de que nadie ha besado nunca a
una boba, sino de que ello no se ha hecho de manera consciente o no se lo
quiere reconocer, pues es difícil pensar que a una boba nunca la haya besado
nadie, por boba que sea. Ni que fuera la más boba, pues. El caso es que nos
quedamos sin saber cómo es o a qué sabe un beso de boba.
Si el asunto funcionara, este sería un método fácil y barato para
estimar el coeficiente intelectual de una mujer a quien se le da un beso en la
boca, o varios. Pero sucede que al indagar si a alguien alguna vez un beso le
ha sabido a café frío, tampoco obtuvimos respuesta positiva de nadie. Esto nos
pone ante un dilema, más complicado que el del huevo y la gallina: a nadie un
beso le ha sabido a café frío y nadie ha besado nunca a una boba.
Para resolver el asunto, empecemos con la boba, quien, según el
oráculo moderno, viene a ser una mujer falta de entendimiento, lo cual
definitivamente no tiene nada que ver con un beso, pues no hay que ser erudito
ni tener un alto coeficiente intelectual para besar a alguien. De hecho, el
aparato besativo de cada quien se mueve en conjunto de manera casi del todo
instintiva, como si lo controlara el sistema simpático, lo cual resulta ídem.
Explorando por el otro lado, quizás la expresión en cuestión se
refiriera a algo relacionado con una falta de habilidad en asuntos besatorios,
cosa que podría conducir a ciertas torpezas en el momento de besar como, por
ejemplo, convertir la nariz en un obstáculo, poner los dientes como barrera a
la penetración lingual, secretar saliva en exceso, eructar en el momento
inapropiado, esconder la lengua detrás de la epiglotis, toser o estornudar
cuando no toca o abrir la boca en exceso como queriéndose tragar al otro.
En tales casos lo que se requiere es la paciencia necesaria para
instruir al protagonista sin experiencia (él o ella), con el beneficio de que
se puede llegar a un resultado similar al obtenido cuando se resuelve lo del
café: calentar a quien está frío. Pero, todo esto nos saca de contexto, pues la
frase no se refiere a besos de bobo o de boba, sino solo a los de la segunda.
Probemos ahora con el café: Sí, si está
frío resulta insípido y desagradable y causa rechazo de inmediato. Sería, a
primera vista, lo mismo que sucede con un mal beso. Pero es que el primer caso
no es asunto del café, que empezó caliente, sino del interesado que llegó tarde
y lo dejó enfriar (así que él sería el bobo), mientras que, en el segundo caso,
con un beso, lo que se pretende es empezar a calentar a la contraparte, sin
importar el tamaño de su viveza o de su bobada. Y, si sale mal, pues ya es
asunto de capacitación. En todo caso, no es problema de flecha sino de indio o
de india.
En conclusión, besar a una boba no sabe a café frío (repase sus
experiencias) y muy difícilmente va uno a imaginarse a alguien cerrando los
ojos y metiéndole la lengua a un café frío. Lo más posible es que quien se
inventó el dicho fue alguien tan bobo que no había besado a nadie y, luego de
dejar enfriar el café, como buen bobo, razonó y habló con la voz del deseo: Edzto
tsae ha bejue boa.
Algo insípido, como café frío. Je je je.