5 de noviembre de 2022

Anfitrión

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¿Se considera usted un verdadero anfitrión?


Anfitrión era un rey griego. Como todo rey, las únicas tareas que tenía en su agenda, eran dos: organizar festines y atacar a sus vecinos para conseguir dinero para organizar festines.


Para hacer el dos, partió a la guerra, pero eso implicaba dejar a Alcmena, su hermosa, fiel y abnegada esposa, sola durante varios meses mientras él conseguía dinero para las próximas fiestas patronales. Pero, no contaba con que, en opinión del divino Zeus, quien desde hace tiempo la observaba, Alcmena, no solo era una esposa ejemplar, muy noble y digna mujer, sino muy rica también.


Zeus, iba de un asunto a otro y regresaba de manera reiterada a observar desde el Olimpo a la dama, encontrándola cada vez más rica, pero se desesperaba, pues no encontraba una manera de seducirla porque, como ya se dijo, ella le era fiel a su marido y creía firmemente en eso de que más vale pájaro en mano, con lo cual el libidinoso dios no hallaba cómo caerle sin asegurarse de que no sería rechazado.


Cuando Anfitrión, victorioso, se venía ya de regreso y estaba solo a un par de días de camino a casa, el frustrado seductor vislumbró su oportunidad para hacer el lance y se le presentó a la reina, aparentando la figura del soberano por llegar, con lo cual podría darle, de cualquier manera, rienda suelta a las mismas ansias que de seguro traía el legítimo marido tras su larga ausencia.


Tan pronto Alcmena vio que le llegaba su adorado, sintió que la dicha la anegaba y se desempeñó de manera tal que dejó al dios desbordado de placer. En un momento en que ella hizo una pausa para el tocador, Zeus le impuso a Helios que se abstuviera de salir hasta nueva orden, para que el día siguiente no llegara y se dedicó a compensar los duros meses de su espera desfogándose con frenesí.


Anfitrión por fin logró arribar y quiso expresar sus ansias y sus carencias, pero encontró a su esposa un tanto agotada, más exactamente, como chupo de guardería pobre y sin muchas ganas de emprender una faena con su marido, lo cual le pareció a él muy desconsiderado y solo pudo imaginar que ella, durante su ausencia, había andado de brincona, así que decidió quemarla, ya no con el fuego de su pasión, sino quemarla viva en una hoguera.


El tonante Zeus había terminado por tomarle cariño a la engañada señora, así que, ante el giro que tomaban los acontecimientos, se sintió culpable y lleno de remordimiento se le presentó a Anfitrión para confesarle lo que había hecho, movido por lo rica que le parecía la dama (lo cual podía decir ahora con conocimiento de causa), insistiéndole en que no fuera a quemar a tan linda consorte, quien era del todo inocente.


Anfitrión, al conocer la verdad, abrió los brazos y los ojos y de manera enérgica respondió: "Ay don Zeus, haberlo dicho antes, no, con todo gusto, me alegra que le haya gustado mi señora, bienvenido a esta, su casa, cuando quiera. ¿Qué se toma?"

1 comentários:

  • 6 de noviembre de 2022, 7:37 a.m.
    Rudolf says:

    Plop!.sin palabras ese final como huevón ese anfitrión

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