16 de septiembre de 2022

La escalera de Loreto

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Stairway to heaven


Existen maravillas y misterios arquitectónicos alrededor del mundo, que llevan a exclamar al observador: "¿cómo pudo alguien hacer algo así?"


Exactamente eso exclamaron en coro las monjitas de la Orden de Loreto cuando el maestro de obra les entregó la obra, la capilla que iban a estrenar, ya que no hubo forma de ponerle ni una escalera grande ni una chiquita para subir al coro, porque el espacio no daba. Cuando la única solución planteada ante tal dificultad fue “derrumben el coro y canten más alto” las monjas se lamentaron, todas en coro.


Dado que la opción de un ascensor sería una alternativa de muy alto costo, ellas escogieron irse por el camino de la oración, que les era más conocido y barato. Y como no sólo hay que saber pedirlo, sino a quien pedírselo, le rogaron durante nueve días a San José por un milagro.


Sin que se sepa de dónde, apareció un anciano andrajoso que se ofreció a hacer la escalera en madera bajo la modalidad llave en mano, es decir, colocando él todos los elementos,  herramientas y mano de obra y ¡Oh, Dios poderoso!, no les cobraría ni un centavo. Su única condición era que le entregaran la llave de la capilla (muchas entendieron ahí lo del tipo de contrato) y lo dejaran realizar sus manualidades en solitario. Las religiosas aceptaron encantadas.


Tres meses después, el hombre entregó una hermosa escalera de pino, en forma de caracol, compuesta por treinta y tres peldaños y, sin haberles recibido ni un tinto a las hermanas, desapareció tal como había llegado, sin que se supiera quién era, de dónde venía ni para donde iba.


Todas acudieron presurosas cuando, para su sorpresa, Sor Rosita puso el grito en el cielo al darse cuenta de que la hermosa obra no tenía ni clavos ni bóxer ni sostén que explicaran cómo se mantenía erecta. La superiora, muy escéptica, ordenó que la hermana cocinera, sor Raimunda, quien, cuando se pesaba pasaba de los 100 kilos, realizara una prueba de carga. Aunque ella subió y bajó treinta y tres veces, la escalera no se vio afectada de ninguna forma.


Cuando los rumores de tal maravilla llegaron a oídos del obispo, este envió un grupo de expertos a investigar la situación. Los físicos, eruditos, arquitectos, carpinteros y, hasta un ruso raso que también fue consultado, se devanaron los sesos buscando respuestas, pero no lograron formular una explicación de cómo se sostiene esa escalera, cómo pudo obtener el artesano la madera de pino, que no se encuentra por aquella región, de dónde un andrajoso obtuvo los materiales y recursos para construirla, por qué no cobró nada y quién diablos podría ser ese tipo.


Ante la falta total de explicaciones lógicas, el obispo se reunió con el cardenal y, luego de una llamada a Roma, entre ambos declararon oficialmente que lo que se había producido en la capilla de Loreto era un milagro. El artífice fue el mismísimo San José, quien no cobró dinero porque no lo necesita, pues vive de milagro, la madera la obtuvo como sobrante de un trabajo anterior cuando fabricó unas cruces y la escalera se sostiene incólume gracias a la gracia divina.


Vayan a verla; quién quita que la fe les invada en ese pueblo, que se llama Santa Fe y haga que los infieles se vuelvan fieles y los impíos se vuelvan píos.

1 comentários:

  • 17 de septiembre de 2022, 12:09 p.m.

    Eso me recuerda que tengo que pagar impuestos y que no tengo fe ni paciencia con estos gobernantes. Solo tengo claro que nos llevó el que sabemos......

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