Retórica holística

 

Una bestia se merece una buena faena

 

Cuando ya el licor había tomado posesión de las mentes de la mayoría, nos dedicamos en el grupo de amigos a discutir y comprobar en carne propia, dentro de la profusión de ideas que se dispersaban por doquier en el salón, las connotaciones psicosomáticas que la retórica holística va despertando en el ser humano a medida que se evoluciona en un tema y se involuciona el combustible que alimenta el motor de la creatividad y la innovación.

 

En pleno clímax de este ejercicio, se discutía acaloradamente respecto a las diferencias ontológicas existentes entre astronomía y astrología, para lo cual definí que, como antesala, habría que partir del axioma de que sería absurdo pensar que la ciencia y las artes oscuras hayan podido nacer en la misma cuna. Me llenó de desconcierto escuchar a uno de ellos espetarme, sin miramientos, una significativa y altisonante frase:

 

Me da vértigo asomarme al abismo de tu ignorancia.

 

Ante afirmación de tan grueso calibre, pletórica de simbolismo y diseñada con refinado estilo para lanzar un insulto, solo pude traer a mi memoria los desafíos de épocas antiguas, cuando un contrincante retaba a otro arrojándole un guante a la cara. Solo que en este duelo mi rival ya había escogido su arma, que no era una espada ni una pistola, sino el dardo punzante de las palabras expresadas con encono.

 

Pero no podía mostrarme disminuido ante el desafío, así que tuve que atrapar en mi garganta toda una colección de improperios, también de calibre grueso, que se atropellaban por salir como respuesta a la insolente afrenta. Esbocé mi mejor sonrisa y con la calma que el momento merecía, contesté:

 

Creí que el vértigo que manifiestas provenía de la ingesta de licor, pero ahora veo que es producto de lo reducido de tu mente, que no alcanza a decantar el conocimiento que pretendo transmitirte.

 

Cuando vi la cara de asombro y los desorbitados ojos que abrió mi oponente, entendí que era necesario, como en las grandes faenas taurinas, clavarle la estocada final para derribar a esa bestia y lo rematé:

 

¡Más hiju#$@* serás tú!