11 de febrero de 2022

La hazaña de papá

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Resaca cruda


Ya estamos sumergidos del todo en el Siglo XXI y no se consigue nada que no esté en la nube. Tal cual sucede con los precios de los alimentos. Comer en restaurante es un lujo que está al alcance solo de bolsillos que sean a toda prueba.


Con mi maltrecha billetera en mente y luego de sondear los menús de algunos sitios reconocidos, tomé la decisión de demostrarle todo mi cariño a mi pareja preparando yo mismo la cena de aniversario.


Claro, el factor clave y punto inicial de la operación, era el vino. Me permitió anotarme mi primer hit, pues con lo que hubiese pagado por una botella en el restaurante, me pude comprar seis en el supermercado. Enseguida hube de pensar que tratándose de aniversario, era definitivo el maridaje (tanto con el vino como con el presupuesto), lo cual desencadenó la selección de los ingredientes y el plato para la velada. Había que deleitarse con algo novedoso, exótico y de fácil alcance. Luego de revisar diferentes alternativas llegué a la receta ideal: ¡Lasaña de papa!


Receta en móvil, procedí a disponer los ingredientes, todos fáciles de ubicar en mi despensa: papas tocarreñas (como autóctono farináceo), salsa boloñesa (para que el plato fuera también rojo) con carne molida (tocaba molerla, pero eso me liberaba de cargos de conciencia respecto a la calidad de la carne), pasta de tomate, especias (nunca he sabido a qué se refiere exactamente este término pero incluí sal, pimienta, curry, orégano, comino, paprika y ajo) y queso doble crema (rallándolo no se notaría la ausencia del parmesano). Todo listo y ¡manos a la obra!


Dos horas después tenía todo preparado para ingresarlo al horno: papas peladas y cortadas en finas rodajas formando una capa sobre la que iba la carne adobada, otra capa de papa, más carne, otra capa de papa, más carne, última capa de papa y encima, con generosidad, el queso rallado. Justo a tiempo. La doña pronto regresaría de la peluquería y la receta indicaba que luego de 40 minutos en el horno, mi plato iba a quedar de rechupete.


Botella y media más tarde (cerca de 2 horas, según la agasajada), la papa seguía cruda, el queso se veía tieso y negro y yo seguía insistiendo en que faltaba poco, que había cometido el error de ajustar en el horno una temperatura muy baja, así que gradualmente la iba subiendo.


Cuando abrí la tercera botella decidí pedir una pizza y apagar el horno, no fuera a hacerse un incendio. Me parece que botella y media después llegó la pizza, pero no estoy muy seguro. 


Al día siguiente el contenido del horno había desaparecido (supongo que fue un gesto de nobleza de mi invitada) y no quedaba ningún rastro del insuceso. Solo pude escribirle una nota al sitio de las recetas: "digan que la papa hay que cocinarla, desgraciados"


1 comentários:

  • 17 de febrero de 2022, 10:17 a.m.
    Unknown says:

    Para la próxima habras ganado experiencia y sólo deberas controlar la temperatura

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