Hace algún tiempo se denominaba con el término “barragana” a la concubina, más conocida después como amante, la querida, la sucursal, la moza, la otra, la de mostrar o, como suele aparecer hoy en día en los contactos de guazap, “el mecánico”.
Al revés de lo que fue explicado acerca del calambre llanero (que suele ser la razón de ser para el desempeño de una buena barragana), en este caso el término sí corresponde a la suma de sus partes, como se verá a continuación.
Por increíble que parezca, la palabra barragana resulta de la unión de los términos barra y gana, que a diferencia de lo que sucede con la mayoría de las palabras que aparecen en cualquier diccionario, no provienen del griego ni del latín, sino que son de origen incierto. Pero, en este caso, cuando se logra la unión de los dos, se tiene una barra con muchas ganas.
El poder expresivo de este vocablo es tal, que permite referirse a cosas como que la barra es el lugar de un establecimiento donde, bien sea a punta de departir con el grupo de amigos (que también se denomina barra) o con los hinchas del equipo deportivo (con quienes se hace barra) o debido a una prolongada ingesta, se llega, luego de unas horas, a la gana de salir corriendo adonde la barragana.
Por su parte, el componente gana se refiere al deseo de hacer algo por voluntad propia, a la circunstancia de obtener lo que se desea, bien sea como pago por algo o como premio por triunfar en una competencia o por ser más vivo que otro para tener o hacer lo que se quiere, sin detenerse a pensar en las consecuencias. En cualquiera de los casos, incluso si se habla de una relación gana-gana, tan de moda por estos días, se llega al mismo punto de la barragana.
No queda muy claro entonces por qué esta palabra que tan claramente expresa, no solo por su significado sino por su contexto, cayó en desuso y se reemplazó con otras menos adecuadas como amante, del todo inespecífica, la otra, a todas luces equívoca pues si es una buena barragana va a ser siempre la misma o la moza, que no deja ver que una veterana, si se gana la titular como barragana supera a cualquiera otra moza y, en todo caso, aunque sea menor que la oficial, es poco probable que una barragana sea una mozuela.
Lo que sí es preciso entender es que la lengua es un órgano muy vivo, que cambia con el pasar de los tiempos y el devenir de las modas, por lo cual las palabras son reemplazadas por otras y hasta caen en el olvido, tal como suele ocurrir con la barragana. Cuando era de uso común el término barragana, no cabía ni era posible admitir el masculino respectivo, que vendría muy bien en esta época, cuando se presenta con tanta frecuencia; en cambio, se utilizan términos como tinieblo, machucante, arroz en bajo, yesito y otros de corte similar para referirse, desde la perspectiva femenina, a lo que sería un verdadero barragano.
Un amigo de Bogotá escribo este artículo que le cae como anillo al dedo.por andar con su barragán perdió hasta la banana..
En la variedad esta el placer, y otro nombre que compite con barragana(o) y se puede mencionar discretamente es doña segunda o don segundo. Esperando que no haya mas que la sede principal y una sucursal, por que si hay mas el asunto de los números no da mas, es inelastica la alternativa!!!.
En la variedad esta el placer, y otro nombre que compite con barragana(o) y se puede mencionar discretamente es doña segunda o don segundo. Esperando que no haya mas que la sede principal y una sucursal, por que si hay mas el asunto de los números no da mas, es inelastica la alternativa!!!.
Lindo juego de palabras, Rodolfo. Ojalá podamos utilizarlo, los autores, en algún artículo del futuro
Tienes razón, Sansón. En estos temas los eufemismos abundan. Interesante para un coleccionista.