En una sala del aeropuerto me encontré a un amigo que se disponía, junto con su hijo, a tomar un vuelo hacia Viena (Viena, Austria, no Viena, dentro…).
El chico vestía una sudadera azul cielo, sobre la cual se leían las letras “FCAP”. En un primer momento pensé que le habían marcado la ropa con sus iniciales, lo cual sería mucho más interesante que ponerlo a servirle de valla publicitaria a alguna marca extranjera, pero recordé que el nombre del muchacho empieza por J, así que mi juicio debía estar errado y por lo tanto pregunté sobre el origen de esas letras.
Significan “Federación Colombiana de Aviones de Papel”, respondió el padre, mientras con creciente orgullo me explicaba: Mi hijo viaja a representar a nuestro país en el campeonato mundial de este deporte, que se realiza en Viena este año.
¿Cómo así?, dije sorprendido. ¿Hay campeonatos de esa carajada? ¿Eso es un deporte? ¿Cuándo fueron las eliminatorias? Yo solía hacer unos cuatrimotores Super Constellation, con papel periódico y más tarde le enseñé la técnica a mi hijo, pero nunca nos invitaron a participar en eliminatorias de nada; solo sirvieron para que los amigos del chino lo envidiaran. Después aparecieron los aviones a control remoto y el papel ya es historia; es más, ahora compiten por Internet con simulaciones de aviones.
Entonces, vine a enterarme de que hay una liga de esa vaina, que el muchacho es el actual campeón panamericano y que se disponía a defender los colores patrios en suelo europeo y nada menos que a nivel mundial, algo así como correr en la Vuelta a Italia o a Francia. Cada participante lleva su propio papel, siguiendo ciertas normas estandarizadas y debe elaborar un avión que vuele al menos 10 metros en línea recta (el récord mundial está en 72 metros); se premian los vuelos más largos en distancia y en tiempo. A semejante reto, llenos de orgullo, se dirigían padre e hijo. ¡Carajos!, pensé … y tanto patinador frustrado porque no tiene patrocinio para llegar a Pereira a competir en los juegos nacionales …
Les deseé toda la suerte del mundo en tan azaroso emprendimiento y le dije al muchacho que se olvidara de eso de que “lo que importa no es ganar sino competir” y que, por el contrario, dejara muy en alto los colores de nuestro tricolor, peleando con ahínco y determinación para traerle a nuestro país tan preciado título, ya que el fútbol no ha llegado tampoco a ningún Pereira. Creo que el chino no me entendió porque, un poco ausente, se limitó a contestar: gracias.
Luego, me pareció que Google se había enterado de esa charla, pues empezó a disparar noticias sobre campeonatos mundiales de rayuela, de parqués, incluso de "la lleva" y hasta de cachetadas; increíble. Me imagino que cada país tendrá sus respectivas federaciones y quién sabe, sin que nos hayamos enterado, hasta habremos tenido campeones mundiales de yermis o de golosa, lo cual es muy probable, dada nuestra fama internacional en esos temas.
Como decía un amigo, cuando nace un niño hay que comprarle un balón y una raqueta; si a los 15 años no se le ve proyección de campeón, entonces hay que matricularlo en algún colegio. Pero, si a pesar de sus inversiones, de sus esfuerzos sin cuartel y el tiempo dedicado, está claro que su hijo (o hija) es negado para el tenis, el hockey, la natación o el ping pong, intente con algo más sencillo donde pueda sobresalir y cosechar trofeos sin tanta alharaca. ¿Qué tal levantamiento de codo, chiflidos o rasquinball? Ahí tenemos unos colosos listos para conquistar la escena mundial y llenar de buenas nuevas los noticieros.
Cómo ñero el estilo de hoy..no se