En 2012 quedó demostrada la existencia del bosón de Higgs, que recibió la pomposa denominación de “la partícula de Dios”, porque es la que le da origen a la materia.
Este es sin duda uno de los mayores descubrimientos científicos del presente siglo, pero para la inmensa mayoría de los que habitamos este planeta, tal suceso pasó inadvertido, entre otras cosas, porque pocos saben qué es un bosón, quien es Higgs y mucho menos, cómo ese descubrimiento se relaciona con Dios.
Pero, tuvimos ocasión de desasnarnos en un coctel al cual fuimos invitados y donde encontramos a un físico cuántico que, en un principio nos miraba como a unas partículas subatómicas, pero como buen científico teórico, terminó en plan de interactuar con nosotros (al fin y al cabo, nadie más le iba a poner atención en ese lugar) y trató de llenar nuestro vacío intelectual con algunas sencillas explicaciones que, aprovechando este tiempo y este espacio finitos, queremos compartir con la inmensa masa de seguidores de nuestro universo virtual.
El hombre se lanzó con una conferencia magistral: Lo primero que hay que saber – dijo – es que la famosa ecuación E=mc2
significa, en resumen, que la masa y la energía son proporcionales e intercambiables entre sí, es decir, la materia se puede convertir en energía y la energía en materia.
Seguimos escuchando, con asombro y en silencio, su exposición: Eso funciona bien cuando se trata de partículas más bien insignificantes – puntualizó, mientras nos miraba como tales y nos hizo recordar nuestro artículo sobre la repulsión de las masas – pero no del mundo que estamos habituados a percibir con nuestros sentidos.