Mas hoy, plena de rancio desaliño,
bien puedes inspirar ese cariño
que uno le tiene a sus zapatos viejos...
LUIS CARLOS LÓPEZ
A
veces le entra mucha sensibilidad y luego le va agarrando como un
enrojecimiento que, a medida que transcurre el tiempo, se vuelven más y más
intensos hasta pasar de castaño a oscuro. Cuando ya el asunto es de hinchazón o
de infección, es cuando le dicen: “a ese
dedo se le encarnó la uña”. Lo cual significa que la mugre esa se ha
encarnizado con la piel y la carne del pobre dedo y está creciendo más o menos
como un alien, pero al revés o sea que se está gestando de afuera hacia
adentro.
Pero,
¿Por qué se encarna una uña? Y, más importante aún, ¿Cómo se puede aliviar
semejante situación tan descarnada cuando se sufre de pie?
Sacando
aparte situaciones especiales como una deformidad o un maltrato intencional,
una uña se le encarna cuando la pobre es sometida a presiones indebidas porque
el dueño se puso un zapato muy apretado o, como dicen, por ponerse en los
zapatos de otro: Si usted se pone unos zapatos que no son suyos, es muy posible
que una mugre de esas se va a encarnizar y lo más probable, aunque no exclusivamente,
el afectado será el gordo, debido a su tamaño.
Puede
ocurrir que los zapatos sí sean suyos, pero no son los que deben ser porque no
los compró usted, como sucede, por ejemplo, cuando los recibió como parte de la
dotación que obligatoriamente le suministra su empleador o porque se los dieron
en la milicia para cumplir con sus deberes patrios, casos en los cuales, para
bajar costos, el jefe de compras suele adquirir por docenas el mismo modelo y
la misma talla, sin reparar en nimiedades como el tamaño, que, ¡quién creyera!,
hay a quien no le importa. O porque se los regaló su mujer en su aniversario,
con la esperanza de verlo al fin bien vestido con mocasines color caramelo o se
los dio su hija de navidad, pero como ella nunca se ha puesto en sus zapatos,
no tiene idea de cuál es su talla y no quiere malgastar su tiempo preguntando y
menos aun buscando otra cosa. El caso es que, si no se la da la debida
importancia al tamaño, el usuario saldrá perjudicado muchas veces.
A
partir de estos ejemplos es fácil ver que una uña se encarna y quizás se
infecte y hasta finalmente se muera, con todo y dedo, cuando el portador, por
andar de regalado y querer complacer a los demás se olvida de sí mismo, se pone
lo que no le sirve y se muestra ufano y sonriente, alaba el buen gusto de otros
y manifiesta deleite, pero tiene que sufrir en silencio eso de que “la procesión va por dentro” (en este
caso hacia adentro) y que desde el primer paso, el gordo que todos tenemos va
protestando por el absurdo maltrato al que se le somete a cada instante.
Así
que esta terrible molestia, que a veces se justifica con un supuesto karma, un
castigo bien merecido o una inexplicable penitencia y que para muchos se
convierte con el tiempo en un hábito sin ser un monje, es fácil de evitar, solo
con que el destinatario de los zapatos diga NO cuando algo no le cuadra, no le
queda bien o no le deja que se sienta cómodo, así pase por la pena de devolver
lo recibido, poner en tela de juicio el juicio de otro o ver correr lágrimas
por mejillas ajenas.
Cuántas
veces hay quien se obliga a ponerse un traje que no le gusta, asistir a una
reunión que no le agrada, hacer cosas contra sus propias creencias o aun
soportar situaciones agobiantes, maltratos y hasta uñas que se encarnan en el
pie o en alma, solo por darle gusto a los demás, por evitar el escarnio social
o simplemente, una discusión. Y se queda ahí, con su uña metiéndose, sin
recordar que el tiempo es implacable y no perdona, hasta que se le infecta y ya
no hay podólogo que valga.
MORALEJA:
Así que, en lugar de ponerse en los zapatos de nadie, es mejor ponerse los
suyos propios, los que le gustan, con los que puede andar a gusto, por donde le
dé la gana, sin importar el modelo, el color, el material, la talla, el precio…
solo que sean los propios. Recuerde el sabio consejo que brindan las azafatas
en los aviones: “Póngase primero usted la máscara y sienta que respira con tranquilidad,
antes de auxiliar a quien pueda necesitarlo”. Así otros le digan que “Tan malagradecido, cómo es de mugre”
Suena como psicólogía inversa,antagónico del título dado ,y otra publicacion que nos deja esperando algo más...