5 de septiembre de 2019

Tejolf

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Todo hueco tiene su élite


Desde hace mucho tiempo la élite ha jugado golf (ya hemos tratado el tema de los hoyos en octavo bajo el par). Pero, con eso de la globalización, la inclusión y otras especies de esta época, han aparecido quienes simulan ser élite, quienes quieren parecerse a la élite y quienes solo envidian a la élite. Todos ellos quieren jugar golf.

Por el otro lado, hay quienes no pueden ir a jugar tejo o no saben hacerlo, pero les gustaría, así que quieren jugarlo. De este modo, quienes saben y pueden jugar tejo, también son una élite.

Aunque pareciera que son dos disciplinas muy dispares, vamos a ver que comparten tantas cosas que las hacen afines, que más bien parecen dos hermanas, de padres distintos, pero de la misma familia, al fin y al cabo.

Destacamos en primer lugar, que en ambas el objetivo es obtener gran gozo al atinarle a un hueco, en un caso con solo un disco y una mano y en el otro, con un palo y una bola. En los dos casos los espectadores que rodean al tirador expresan mucha alegría cuando este le acierta al hueco, unos con una enorme algarabía seguida de abrazos, libaciones y sentidos brindis y los otros con un discreto, pero cálido, aplauso.

Otra similitud es que en ambos el mejor tiro es el del hoyo de una y que el mejor jugador es el más huequero. Pero en el tejo, si la enhuecada va acompañada de una explosión con chispas, rayos y centellas, conlleva alegría, risas y gritos de emoción, mientras que en el golf lo que sigue es sacarla tranquilamente y sonreír, con un gesto de suficiencia, para darle paso al aplauso.

En los dos juegos hay que caminar mucho y hay que untarse de naturaleza, esquivando en el trayecto una serie de obstáculos que hacen difícil tirar con comodidad: follaje y barro, arenas y lagunas en el uno y mirones, jugadores de otros campos, vendedores de chance o de minutos y meseros con bandejas llenas de fritanga en el otro.

En ambos hay caddies: en el golf cada tirador tiene y lleva su especialista en cuidar y consentir palos, quien le atiende sus necesidades y le ayuda en sus dificultades, mientras que en el tejo hay solo un canchero, comunal, quien se encarga de engalanarles y hacerles ver bonitos y deseables los huecos a todos y que, al final hace más o menos lo mismo que una tropa de elegantes caddies.

En el golf hay 18hoyos y en el tejo solo dos, uno a cada lado, pero a los del primero se les hace un solo recorrido mientras que en los del segundo se repite la acción una y otra vez, así que quedan parejos luego de jugar nueve veces en los hoyos del lado 1 y del 2, con este. En cuanto a la cancha, la de golf se evalúa por su grado de dificultad, mientras que la de tejo se juzga por lo amplio y lo jugoso del piquete.

En ambos se consume licor. El uno es compatible con el amarillo, consumido con gran mesura, mientras que el otro lleva a una real embarrada, con la ingesta ruidosa y lo más grande posible, de guaro y pola. En ambos casos, la ironía es que consumirlo mucho hará más difícil que el tirador le atine bien al hueco, como pasa siempre con cualquier tirador y con cualquier hueco.

En fin, como de lo que se trata es de tirar y acertarle a un hoyo y de ser felices tirando con éxito en ese hoyo, es un tema tan apasionante que podríamos amanecer libando y hablando de él.

Lo cual se hace mejor en la cancha, repitiendo a ciertos intervalos: “Pídase la otra”.

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