Todo hueco tiene su élite
Desde hace mucho
tiempo la élite ha jugado golf (ya hemos tratado el tema de los hoyos en octavo bajo el par).
Pero, con eso de la globalización, la inclusión y otras especies de esta época,
han aparecido quienes simulan ser élite, quienes quieren parecerse a la élite y
quienes solo envidian a la élite. Todos ellos quieren jugar golf.
Por el otro
lado, hay quienes no pueden ir a jugar tejo o no saben hacerlo, pero les
gustaría, así que quieren jugarlo. De este modo, quienes saben y pueden jugar
tejo, también son una élite.
Aunque
pareciera que son dos disciplinas muy dispares, vamos a ver que comparten
tantas cosas que las hacen afines, que más bien parecen dos hermanas, de padres
distintos, pero de la misma familia, al fin y al cabo.
Destacamos
en primer lugar, que en ambas el objetivo es obtener gran gozo al atinarle a un
hueco, en un caso con solo un disco y una mano y en el otro, con un palo y una
bola. En los dos casos los espectadores que rodean al tirador expresan mucha
alegría cuando este le acierta al hueco, unos con una enorme algarabía seguida
de abrazos, libaciones y sentidos brindis y los otros con un discreto, pero cálido,
aplauso.
Otra
similitud es que en ambos el mejor tiro es el del hoyo de una y que el mejor
jugador es el más huequero. Pero en el tejo, si la enhuecada va
acompañada de una explosión con chispas, rayos y centellas, conlleva alegría,
risas y gritos de emoción, mientras que en el golf lo que sigue es sacarla
tranquilamente y sonreír, con un gesto de suficiencia, para darle paso al
aplauso.
En los dos
juegos hay que caminar mucho y hay que untarse de naturaleza, esquivando en el
trayecto una serie de obstáculos que hacen difícil tirar con comodidad: follaje
y barro, arenas y lagunas en el uno y mirones, jugadores de otros campos,
vendedores de chance o de minutos y meseros con bandejas llenas de fritanga en
el otro.
En ambos
hay caddies: en el golf cada tirador tiene y lleva su especialista en cuidar y
consentir palos, quien le atiende sus necesidades y le ayuda en sus
dificultades, mientras que en el tejo hay solo un canchero, comunal, quien se encarga
de engalanarles y hacerles ver bonitos y deseables los huecos a todos y que, al
final hace más o menos lo mismo que una tropa de elegantes caddies.
En el golf
hay 18hoyos y en el tejo solo dos,
uno a cada lado, pero a los del primero se les hace un solo recorrido mientras
que en los del segundo se repite la acción una y otra vez, así que quedan
parejos luego de jugar nueve veces en los hoyos del lado 1 y del 2, con este.
En cuanto a la cancha, la de golf se evalúa por su grado de dificultad,
mientras que la de tejo se juzga por lo amplio y lo jugoso del piquete.
En ambos se
consume licor. El uno es compatible con el amarillo, consumido con gran mesura,
mientras que el otro lleva a una real embarrada, con la ingesta ruidosa y lo
más grande posible, de guaro y pola. En ambos casos, la ironía es que consumirlo
mucho hará más difícil que el tirador le atine bien al hueco, como pasa siempre
con cualquier tirador y con cualquier hueco.
En fin,
como de lo que se trata es de tirar y acertarle a un hoyo y de ser felices
tirando con éxito en ese hoyo, es un tema tan apasionante que podríamos
amanecer libando y hablando de él.
Lo cual se
hace mejor en la cancha, repitiendo a ciertos intervalos: “Pídase la otra”.