20 de septiembre de 2019

El minino cuántico austral

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Cierta incertidumbre teórica y una práctica certeza


A la bandeja de entrada de noticias internacionales de un prestigioso medio local llegó, muy destacada, la noticia sobre un extraordinario experimento realizado por un grupo de científicos de la Universidad de Yale. El titular rezaba: “Se salva el gato de Schrödinger”.

El jefe de redacción no entendió ni pío, pero, con la agudeza propia de los periodistas chivatos, pudo avizorar la magnitud de la noticia y decidió que debía ser publicada al día siguiente, así que comisionó a la encargada de la sección de mascotas.

“Es sobre un gato y menciona no sé qué tema de física”, le dijo a la muchacha. “Si lo requiere, busque a algún especialista que le ayude. Déjeme en mi correo una nota, de fácil entendimiento para el público en general, antes de las 5 pm de hoy”.

La periodista leyó el texto que su jefe le entregaba:

El físico austriaco Erwin Schrödinger quiso ilustrar un concepto cuántico básico y para ello ideó un experimento teórico en el cual se colocan en una caja de cartón sellada, un gato, un frasco con un gas venenoso y una partícula radiactiva. Cuando la partícula radioactiva se desintegre, romperá el frasco, el gas será liberado y el gato morirá.

Una vez transcurra el tiempo necesario para que sean del 50 % las probabilidades de que la partícula se desintegre, también serán del 50 % las probabilidades de que dicha partícula no se desintegre y entonces, según la teoría cuántica, debido a la superposición de la función de onda de cada uno de esos dos estados, el gato estará vivo y muerto al mismo tiempo. 


Pero si, en ese preciso instante, alguien examinase la caja para observar al gato, introduciría un abrupto cambio en el estado cuántico de la caja y todo su contenido (el sistema cuántico). Como consecuencia, el gato ahora estaría vivo o muerto. Una sola de dos. El observador entonces, no podrá saber cómo estaba el gato antes de abrir la caja y, mucho menos, cómo se ve muerto un gato vivo o vivo un gato muerto.

Un equipo de sabios del área de computación y mecánica cuántica de Yale buscó resolver el problema de forma práctica y adoptó una solución muy ingeniosa y, por lo tanto, sencilla: Mediante el método de monitoreo doblemente indirecto pudieron rastrear en 3D, luego de confinarlo en una cavidad hecha de aluminio, un átomo específico de cadmio de un superconductor artificial, que fue excitado al irradiarlo con tres generadores de microondas. Así detectaron una ausencia repentina de fotones (una manifestación cuantitativa anticipada que permite predecir la magnitud del salto cuántico), justo antes de la desintegración y luego la amplificaron por resonancia. Al armonizar la radiación de microondas con la función de onda del sistema y los saltos cuánticos del átomo en cuestión, lograron medir la señal cuántica de esos saltos en tiempo real y establecer el estado del sistema sin alterarlo, con lo cual consiguieron determinar el estado del gato y resolver la paradoja del gato de Schrödinger.

La chica decidió entonces atender las recomendaciones del jefe y buscó ayuda con un amigo suyo, profesor de educación física y además amante y conocedor de los gatos, pues tenía tres en su casa. Entre los dos, luego de estudiar a fondo el texto e interpretar el caso, redactaron así la noticia, teniendo como premisa básica la instrucción de hacerlo digerible:

Gran impacto ha causado el descubrimiento de un terrible caso de maltrato animal protagonizado por un lindo gatito, visto en territorio austral, que era mantenido encerrado en caja de cartón sellada, con material particulado de carne envenenada por su presunto dueño que lo estaría irradiando exteriormente con plancha casera, sólo para ver si el animalito podía morir quemado o envenenado.

Por fortuna para todos, un señor en una prestigiosa fábrica americana de llaves y cerraduras decidió salvar el felino víctima de presunta tortura y reunió vía computador un equipo de mecánicos en la sede de FBI en Quantico, Estados Unidos, llevado en camión de aluminio de afamada marca china, para tomar por asalto las instalaciones de el pervertido. El superconductor de camión, arrastró al grupo encerrado y disfrutando armonías y una función en 3D, con un superamplificador de sonido, yendo todos demasiado excitados.

Cuando lograron ingresar encontraron que la caja había sido colocada por el presunto abusador al interior de horno microondas y ya todo olía chamuscado. Hicieron predicción del lamentable estado en que había quedado el gatico, que respondía al nombre de Átomo. 50 % dijo que había muerto y otro 50 % sostenía que seguía vivo, por los muchos saltos que daba la caja al sentir ondas electromagnéticas, pero ninguno quiso abrir la caja, quedando así el asunto en un completo paradigma.

El terrible caso de presunto abuso ha generado, no solo demasiada indignación a través de redes sociales, pero movimiento con una manifestación para endurecimiento de leyes y creación de nuevas, que evitarán que más desalmados quieran estarse aprovechando de indefensos animales.

Esto es lo que resulta cuando la información es transmitida por unos físicos pelagatos.

1 comentários:

  • 28 de septiembre de 2019, 10:18 a.m.

    Ja ja ja entendí 50% y el otro 50% lo estoy intentando entender. Cómo que están queriendo meter gato por liebre !!!

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