Cierta incertidumbre teórica y una práctica certeza
A la bandeja de entrada de
noticias internacionales de un prestigioso medio local llegó, muy destacada, la
noticia sobre un extraordinario experimento realizado por un grupo de
científicos de la Universidad de Yale. El titular rezaba: “Se salva el gato de
Schrödinger”.
El jefe de redacción no
entendió ni pío, pero, con la agudeza propia de los periodistas chivatos, pudo avizorar
la magnitud de la noticia y decidió que debía ser publicada al día siguiente, así
que comisionó a la encargada de la sección de mascotas.
“Es sobre un gato y
menciona no sé qué tema de física”, le dijo a la muchacha. “Si lo requiere, busque
a algún especialista que le ayude. Déjeme en mi correo una nota, de fácil
entendimiento para el público en general, antes de las 5 pm de hoy”.
La periodista leyó el
texto que su jefe le entregaba:
El físico austriaco Erwin Schrödinger quiso ilustrar
un concepto cuántico básico y para ello ideó un experimento teórico en el cual
se colocan en una caja de cartón sellada, un gato, un frasco con un gas venenoso y una
partícula radiactiva. Cuando la partícula radioactiva se desintegre, romperá el
frasco, el gas será liberado y el gato morirá.
Una vez transcurra
el tiempo necesario para que sean del 50 % las probabilidades de que la
partícula se desintegre, también serán del 50 %
las probabilidades de que dicha partícula no se desintegre y entonces, según la teoría cuántica, debido a la
superposición de la función de onda de cada uno de esos dos estados, el gato estará vivo y muerto al mismo tiempo.
Pero si, en ese
preciso instante, alguien examinase la caja para observar al gato, introduciría
un abrupto cambio en el estado cuántico de la caja y todo su contenido (el
sistema cuántico). Como consecuencia, el gato ahora estaría vivo o muerto. Una
sola de dos. El observador entonces, no podrá saber cómo estaba el gato antes
de abrir la caja y, mucho menos, cómo se ve muerto un gato vivo o vivo un gato
muerto.
Un equipo de sabios del área de computación y mecánica cuántica de
Yale buscó resolver el problema de forma práctica y adoptó una solución muy
ingeniosa y, por lo tanto, sencilla: Mediante el método de monitoreo
doblemente indirecto pudieron rastrear en 3D, luego de confinarlo
en una cavidad hecha de aluminio, un átomo específico de cadmio
de un superconductor artificial, que fue excitado al irradiarlo con tres
generadores de microondas. Así detectaron una ausencia repentina de fotones (una
manifestación cuantitativa anticipada que permite predecir la magnitud del
salto cuántico), justo antes de la desintegración y luego la amplificaron por resonancia. Al armonizar la radiación de microondas con la función de
onda del sistema y los saltos cuánticos del átomo en cuestión, lograron medir la señal cuántica de esos saltos
en tiempo real y establecer el estado del sistema sin alterarlo, con lo cual consiguieron
determinar el estado del gato y resolver la paradoja del gato de Schrödinger.
La chica decidió entonces atender las recomendaciones del
jefe y buscó ayuda con un amigo suyo, profesor de educación física y además
amante y conocedor de los gatos, pues tenía tres en su casa. Entre los dos,
luego de estudiar a fondo el texto e interpretar el caso, redactaron así la
noticia, teniendo como premisa básica la instrucción de hacerlo digerible:
Gran impacto ha causado el descubrimiento de un
terrible caso de maltrato animal protagonizado por un lindo gatito, visto en
territorio austral, que era mantenido encerrado en caja de cartón sellada, con
material particulado de carne envenenada por su presunto dueño que lo estaría
irradiando exteriormente con plancha casera, sólo para ver si el animalito
podía morir quemado o envenenado.
Por fortuna para todos, un señor en una prestigiosa
fábrica americana de llaves y cerraduras decidió salvar el felino víctima de
presunta tortura y reunió vía computador un equipo de mecánicos en la sede de
FBI en Quantico, Estados Unidos, llevado en camión de aluminio de afamada marca
china, para tomar por asalto las instalaciones de el pervertido. El
superconductor de camión, arrastró al grupo encerrado y disfrutando armonías y
una función en 3D, con un superamplificador de sonido, yendo todos demasiado
excitados.
Cuando lograron ingresar encontraron que la caja había
sido colocada por el presunto abusador al interior de horno microondas y ya
todo olía chamuscado. Hicieron predicción del lamentable estado en que había
quedado el gatico, que respondía al nombre de Átomo. 50 % dijo que había muerto
y otro 50 % sostenía que seguía vivo, por los muchos saltos que daba la caja al
sentir ondas electromagnéticas, pero ninguno quiso abrir la caja, quedando así
el asunto en un completo paradigma.
El terrible caso de presunto abuso ha generado, no
solo demasiada indignación a través de redes sociales, pero movimiento con una
manifestación para endurecimiento de leyes y creación de nuevas, que evitarán
que más desalmados quieran estarse aprovechando de indefensos animales.
Esto es lo que resulta cuando la información es
transmitida por unos físicos pelagatos.
Ja ja ja entendí 50% y el otro 50% lo estoy intentando entender. Cómo que están queriendo meter gato por liebre !!!