13 de julio de 2019

Del señor y otros demonios

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Leche con miel o carne con chili: Cómo caer y quedar arriba

Por los siglos de los siglos ha sido sabido, sin lugar a dudas, que el diablo fue originalmente un ángel llamado Lucifer (nombre que significa “el que lleva la luz” o sea, Codensa en latín); este era el ser más bello de toda la creación, por lo cual se le conocía también como Luzbel, pero cayó en desgracia y fue lanzado a los infiernos: ¡tiquete directo a la paila mocha!

Pues bien, investigaciones recientes y sus hallazgos han llevado a conocer ciertos detalles que ponemos hoy a disposición de nuestra hinchada. Por ejemplo, que hasta entonces no existía el infierno y que no hubo un solo demonio, sino que fue algo así como la tercera parte de los ángeles que había entonces, la que pasó a conformar las huestes infernales.

Según un reconocido teólogo (cuyo nombre debemos mantener oculto, por temor a la ira divina) resultó que Luzbel, la maravilla de angelito a quien nada le gustaba tanto como espichar, andaba un día por ahí sin tener ni qué ni a quién y se le dio por espichar una partícula subatómica, específicamente, un bosón. Como consecuencia se armó la supergorda, conocida ahora como supernova y se desató un caos celestial equivalente a un tsunami, pero cósmico, o sea sin agua. Luego de que el arcángel Miguel logró dominar ese pandemónium e imponer de nuevo el orden, fue a reportarle al jefe y le dijo que un inadaptado se había puesto a crear un universo paralelo.

Entonces el creador montó en cólera (en el antiguo testamento monta en eso cada dos o tres páginas) y entre rayos y centellas, gritaba y tronaba que cómo era posible que después de tantos siglos y tanto cariño, el preferido suyo ese no hubiera aprendido a comportarse en comunidad, que cómo pretendía parecerse a él, que era un igualado, que quería conseguir regalado todo lo que él había hecho…

Resolvió que, por usurpación de cargo, desconocimiento de la propiedad intelectual, abuso de confianza y falsificación de derechos de autor y, para que no se le subieran tanto los humos, le quitaba a Lucifer todas sus propiedades, como la luz, las alas blancas, la belleza, la voz melodiosa, la figura estilizada y la dulzura y lo condenaba a las profundidades del infierno, recién creado para él. Y, encima, con unos cachos como no se han conocido otros en la historia. Desde entonces, al hecho de querer crear un universo paralelo se le denomina poner cachos.

Esta versión, tan aceptada hasta ahora en el mundo científico, no explica por qué, si el de la metida de pata fue Luzbel, toda una horda de ángeles salió del cielo.  Por ello ha surgido una nueva corriente que sostiene que la drasticidad de la sanción provocó una revuelta contra el sistema de gobierno autocrático, castigador y vengativo que se les había impuesto hasta entonces a las criaturas celestiales y que el ahora autodenominado Satán, junto con un conciliábulo de seis amigos, dieron un aullido de independencia y decidieron “abrirse del parche” y montar rancho aparte, cada uno con su legión particular.

Así, esos demonios fundaron el principado de los siete, escogieron cada uno su color de los siete del arco iris, su día de los siete de la semana, su pecado capital, su enano (robado a Blanca Nieves) y se rifaron los meses del año para que cada uno tuviera su mes de gracia, durante el cual hace de las suyas según sus respectivas gracias.

O sea, que el querube no fue despedido, sino que renunció y se fue con sus solidarios amigos a los confines, a ofrecerles a los mortales una alternativa muy diferente para su plan de retiro. Para resumir, los demonios cambiaron la autocracia por la democracia, las normas por la mafia, la leche y la miel por el chili con carne, las alitas virginales por las de pollo con salsa BBQ, las buenas costumbres por el sexo desbordado, el contado por el crédito, la penitencia por la opulencia, la luz de las estrellas por un estrober de discoteca, los sonidos del arpa por el regetón, la abstinencia por la concupiscencia, el suplicio por la prepagada y el agua por el vino, la cerveza y el vodka.

En otras palabras, la vida eterna por el goce pagano.




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