La regla para el mal parado
Veamos en forma
didáctica de qué se trata, con el fin de que no vaya a caer ahí y que si, por
estar de malas lo pescan, el mismísimo reglamento le sirva para argumentar su
defensa.
El fuera de
lugar busca evitar que, ante una situación de indefensión, debida a las
carreras del momento y a la abundancia de garosos delanteros y todo tipo de
oportunistas, algún avivato tome ventaja y que el guardameta tenga que
enfrentarla desamparado y solitario, sin que haya al menos un defensor que trate
de oponerse a la metida de un gol.
La regla 11 dice
que una posición es fuera de lugar si el jugador rebasa al rival y entre el
arco, la bola y él sólo hay un cuidapalos. Y solo si busca cogerla, se
convierte en falta; se sanciona incluso, la sola intención, así no la haya
tocado, pues se le considera entonces un sujeto pasivo, pero con negras
intenciones.
No hay falta si
le llegó por un tiro de esquina o un saque lateral; en el primer caso porque ya
está en la raya y en el segundo porque fue usando las manos. Tampoco hay
infracción si ha recibido la bola en su campo por un saque de meta de su propio
portero o si le dio pelota el contrario, de manera intencional o no.
La posición fuera
de lugar no es una falta en sí misma. Solo conduce a sanción cuando se pretenda
aprovecharse de ella para meterla. En todo caso es el juez quien evalúa la
situación y define qué hacer: si pararle bolas al infractor para evitar que
siga haciendo de las suyas o dejarlo que siga con su jueguito.
Los jueces se
han ido haciendo más implacables, por lo cual los infractores hoy prefieren
utilizar el consejo de un amigo, quien suele ser más benévolo con ellos e
incluso accede a servir de intermediario para buscar el perdón a la falta. Por
eso se impone cada vez más el uso del bar para evaluar la situación, revisar la
jugada varias veces, discutirla en equipo y decidir, envalentonados por las
circunstancias, cómo pasar ese trago amargo.
La enseñanza
práctica que esto nos deja es que, ya sin cancha de por medio, si alguien es
pillado en una posición así busca, para redimirse, arrepentirse sinceramente
del pecado, hacer bien los descargos ante el juez, hacer retiros espirituales
durante unos días y pagar una penitencia del tipo de llegar a la casa con un
pollo asado, una serenata y/o un gran ramo de flores, confiando en que la cosa
no pase a mayores.
Ante la
severidad cada vez mayor de las sanciones, quien es sorprendido fuera de lugar,
en el lugar equivocado, con las manos en la masa, a punto de meter gol en un
arco diferente al suyo o incluso ya celebrando una anotación, busca la manera
de pedir tiempo, fingir una lesión, explicar que solo fue una desatención,
producto del cansancio y el exceso de ajetreo, por ejemplo o, con inusual apego
a la norma, argumentar que una pasadita de la raya no significa que él sea un
mal jugador o una mala persona ni que deba ser expulsado del campo de juego.
Ahora bien, si
es usted el que sorprende a su contraparte pagando escondederos, muy
acaramelada con un primo de quien usted nunca había oído hablar o como se dice
coloquialmente, con los calzones en la mano, es decir, fuera de lugar, ya sabe
con las que le van a salir y a dónde van a ir a parar: que usted no puede ser
juez y parte, que la situación fue producto de su propio descuido y abandono,
que usted no puede ignorar todos esos años de entrega sin condiciones, que si
le va a creer más a lo que ve que a lo que ella le está diciendo…. Y usted no
dejará de ser el malo del paseo.
Dicen que la
mejor explicación es el ejemplo, así que esperamos haber dejado claro el tema
del offside, orsay, fuera de lugar o posición adelantada, como también se le
conoce. De no ser así, por favor registre sus inquietudes en la sección de
comentarios y trataremos de contestarlas con nuestro equipo arbitral. Y,
mientras tanto, ¡Pídase la otra!