9 de agosto de 2019

Esclavos del NIES

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Exclavado ayer esclavado hoy
Nos complace compartirles un resumen del estudio publicado por el National Institute for Economics Studies, NIES, donde se establece la proyección del costo que tendría hoy adquirir y mantener un esclavo africano de los Siglos XVI y XVII y se lo compara con los beneficios laborales que disfruta hoy en día la población general. Para mayor claridad, hemos pasado las cifras a pesos colombianos, según la TRM actual (año 2019).

Unos aguerridos y osados barbudos se embarcaban durante varios meses, privados de toda comodidad y expuestos a las salvajes tierras africanas, en pos de sus negros designios con los que cada cual esperaba hacerse rico. Cazar estos minopleases y meterlos en un barco, tenía un costo que hoy sería de $ 1.800.000 por negro. Solo la cacería, sin incluir el costo del nativo en sí.

Una vez que los expedicionarios lograban llenar su barco, había que sumar lo referente al transporte y a todos los cuidados médicos y de alimentación de la mercancía hasta el puerto de destino. Considerando que durante el viaje moría cerca del 40 % de ellos por maltrato, enfermedad o tristeza, se incrementaba proporcionalmente el costo por espécimen puesto en el mercado, por ejemplo, en el de Cartagena de Indias, que era de los más activos y el costo promedio ascendía a $5’000.000.

Ubicándonos ya en el mercado, había que sumar una compensación que justificara las penurias del esclavista y los impuestos que debía percibir la corona, con lo cual el costo del esclavo para el mayorista era de $ 20’000.000 y para el usuario final arrancaba en unos $30’000.000 (que es el valor de referencia que se tomó en el estudio).

De ahí para arriba, el precio final sí dependía de los atributos del producto, como tamaño, forma y resistencia y de para qué lo quería el comprador (que en todos los casos era para abusar de él).
El nuevo propietario, luego de pagar la cifra que le arrancaban (el equivalente al precio de un carro popular hoy día), debía contemplar, además de este valor fijo, que vendría a ser de $2’500.000 mensuales, los costos variables de marcaje, transporte, administración, manutención y demás, que sumados daban en promedio un gasto de $720.000 mensuales, por cada individuo.

Puesto que alrededor del 20 % de los esclavos moría antes de cumplir su primer año de labores (debido, según los dueños a su flojera congénita y natural), a que el 15 % era eliminado al tratar de escapar (había que sumar los costos de las cercas, las cadenas, las armas, las jaurías de perros y de los cuidadores y los cuidados de estos) y a que solo el 10 % lograba subsistir durante más de 10 años en su nuevo entorno social y cultural (estos pocos privilegiados pasaban a ejercer labores de manejo y confianza), el costo promedio estimado de administrar y mantener a una cuadrilla, contemplando una depreciación del 20 % anual llegaba a unos $4’600.000 mensuales por unidad.

Cuando a un ejemplar le aparecía descendencia, se acumulaba un lucro cesante, que solo se recuperaría como 12 o 15 años después. De lo único que se salvaba el pobre dueño era de los gastos en educación que, afortunadamente, no existían.

En la actualidad, las cosas han evolucionado mucho y los costos se han reducido sustancialmente gracias a que la cacería se hace por medio de sofisticados procesos de selección, el marcaje se realiza mediante la implantación de los valores corporativos y los costos de alimentación, transporte, vestuario, atención médica, gastos funerarios, etc., aunque siguen siendo altos, han sido derivados al propio ingreso del ahora denominado colaborador de la organización. Y como la vida útil de un empleado ha llegado a ser de más de 30 años, según afirman los fondos de pensiones, varios de esos costos se pueden repartir en un periodo más amplio y así se mitiga su impacto, con el pomposo nombre de seguridad social.

A un quijotesco empresario le cuesta hoy como $1’300.000 mensuales mantener a un trabajador de salario mínimo, cifra que deja ver fácilmente que la abolición de esa versión arcaica de la esclavitud, no sobrevino por las altruistas razones de unos excelsos humanistas, sino por la contundencia de las cifras preparadas por unos sesudos economistas. 
Pero, qué ironía, con el advenimiento de fenómenos como la economía colaborativa, hoy ya no hay esclavos negros ni amarillos ni blancos, sino naranjas y se puede conseguir uno por $500.000 al mes.

Examinar su salario le permitirá a usted, noble y paciente lector, establecer cuántos esclavos podría adquirir y mantener o a cuántos se dedica a remplazar.


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