De besos y besamientos
Si bien osculum y ósculo
son palabras que han caído en desuso, lo que ellas denominan aún tiene toda su vigencia
y, es más, sus usos han aumentado en gran número, con lo que existen ahora y
son reconocidos una gran cantidad de besos de diferentes tipos, formas, ubicaciones
y colores.
Así, tenemos el ósculo esquiniado, el beso del payaso, el ósculo
singapurense, el beso del ángel, el ósculo mariposo, el beso francés, en fin,
en un extremo el inocente pico y por el otro lado el ósculo infame o beso del
diablo, devenido en beso negro (Le
sugerimos que escriba en la sección de comentarios sobre los que ha probado).
Curiosamente, no se tienen en nuestro idioma palabras derivadas de
ósculo, como por ejemplo el verbo oscular, que podría ser un sinónimo de besar,
pero que no sería precisamente el más sonoro de los verbos y aunque haría
referencia a una muy dulce y difundida actividad amorosa, no se escucharía para
nada romántico y sería muy difícil de introducir en cualquier verso.
Y, ni qué decir de otros derivados, como osculear por besuquear y de
expresiones como “nos besamos, pero nada más”, que quedaría dicha “osculeamos
pero nada más” “qué osculiona es ella”, “como para comérselo a ósculos”, “dejen
el manoseo y el osculeo”, “el buen amante se conoce por su ósculo” y muchas
otras parecidas que sin duda dejarían al beso por fuera de cualquier poema o canción.
Atisbando en la historia del ósculo infame, rito de iniciación
atribuido a las brujas de la edad media y, que según confesaron ellas mismas
(luego de someterlas a tortura, vale decir), se trataba de besarle el ano al
diablo, es claro que esta práctica es de lo más negro y, por tanto, proponemos
que se reserve el término ósculo para el más oscuro de los ósculos, que al fin
sería el finalizar de todos los besos, pues después de ese es muy difícil que
alguien quiera dar o recibir otro beso.
Confiando en haber dejado claro el negro, veamos otros de esos besos:
el francés es sin duda el más famoso y también el más difundido. No es que los
franceses se lo hayan inventado (eso debe haber venido de un par de simios
atrás); simplemente se refiere a la introducción de la lengua, que el fotógrafo
francés Robert Doisneau inmortalizó en la foto de un apasionado ósculo,
ofrecido, dado y recibido entre un parisino y la epiglotis de una señorita.
El del ángel es un beso suave que se da sobre el párpado cerrado de
la pareja, mientras que el beso de mariposa se proporciona agitando las
pestañas en la cara de la contraparte. El beso del payaso o rojo, toma su
nombre de lo que resultaría de besarse con un payaso: terminar con la boca y la
nariz rojas mientras que el de Singapur es el que se da con los labios mayores
y menores y diversas musculaturas.
El esquiniado es un beso robado que se le suele propinar a alguien
que no se decide a recibirlo o a darlo y constituye una especie de invitación a
pecar o al menos, a ventilar el tema hasta adentrarse en el estilo francés. Del
pico no hay mucho que decir, salvo que es corto, rápido y furtivo, casi
diríamos como de gallo.
En definitiva y para ser consecuentes con la leyenda del beso, que
asegura que un hombre puede morir por un beso bien dado, lo que sigue vigente
hasta nuestros días, sin importar cómo sea el ósculo, es que éste constituye el
hechizo de amor más poderoso y siempre será el inicio o el fin de un proceso fatal,
aunque sea solo un pico o llegue a ser algo infame.
Me gustó mucho el artículo, el 4to párrafo me mató de la risa, muy bueno.