17 de septiembre de 2017

Integración sistémica en la medicina actual

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Del sacamuelas a la nefroinmunoendosiquiatría

El sacamuelas formado como tegua, fue reemplazado por el dentista titulado y posteriormente por el elegante odontólogo, pero todos pueden denominarse con el rimbombante apelativo de estomatólogo, pues podrían atender dolencias que afectan desde la boca del estómago y de ahí para arriba, a cualquier orificio por donde se introduzca algo que al paciente le dé por comer.

Es decir, el estomatólogo puede ocuparse de la deglución, la lengua, el paladar, la gingivitis y los problemas dentales y periodontales, todo en uno; de vainas no tiene que atender los problemas de los labios mayores, las encías dilatadas y la salivación frecuente que afecta a esa zona del cuerpo, probablemente hasta que se encuentre el término adecuado para una nueva especialidad, que sería algo así como la ginecoestomatología, aún no inventada.
Lo curioso es que la estomatología va en contravía de todos los procesos de segmentación de mercados que hemos visto florecer desde cuando el señor Kotler, progenitor del marketing moderno, nos puso a todos a hablar de ella (de la segmentación). Y es verdaderamente curioso porque la ciencia médica había llegado a unos niveles de segmentación tales, que después del galeno que debía sabérselas todas, vimos aparecer las especialidades más exuberantes, como la tocología, que se ocupa del embarazo, el parto y todo lo relacionado con ellos (llamada así seguramente porque estos eventos arrancan con mucho tocar por aquí y por allá), la coloproctología, que se ocupa del ano, el recto y el colon (también podría denominarse tocología gay, pues sería más o menos equivalente), la ceraunomedicina, que se especializa en los afectados por los rayos y tormentas o la algología, que estudia el dolor producido por algo, así sea inventado como excusa.

Parece entonces que la tendencia ahora es volver a la integración vertical, como ocurre en el mundo de los negocios, para ser de esta manera más competitivos y ofrecerle al paciente (es decir, al cliente) un paquete completo y así poder desangrarlo en un solo lugar, con todo incluido. 

La justificación para esta nueva tendencia es clara: el enfoque sistémico. Este concepto no es nuevo, pues ya los budistas nos hablaban de él hace varios siglos, cuando se referían a la comunión que existe entre la energía del universo, el cuerpo, el alma, cada planta, cada animalito, cada ser vivo y hasta las piedras, los ríos y las nubes. Así que lo que vemos es el reencauche de un viejo concepto (eso es mercadeo), puesto en términos modernos y mucho más sonoros (eso también es mercadeo).
Lo que llega ahora es la integración de diferentes especialidades y subespecialidades médicas en una sola, lo cual ya está sucediendo, con el consecuente resurgir de viejas prácticas médicas pero denominadas de una manera acorde con los tiempos modernos.

Por ejemplo, el profesional que quiera capturar a un paciente desde recién nacido hasta llegar a infante será el pedoneonatólogo o se especializará en pedohebiatría si quiere tenerlo desde infante hasta adolescente y los más avezados harán que la integración vertical sea aún mayor agregándole un gineco- o zigoto- a la especialidad: hebipedoneonatozigotología, abreviada HPNZ para encajar más fácilmente en el lenguaje moderno y no tener que aprenderse nombres impronunciables.

La Psiconeuroinmunoendocrinología, que ya existe y se abrevia PNIE, se encarga del estudio de las hormonas, las glándulas, el sistema inmune, el sistema nervioso y la psiquis. De todos ellos. ¡Mayor integración sistémica para dónde!

El especialista en el sistema cardiovascular que quiera integrar además el sistema reproductor (ya no existen dudas sobre la relación entre ellos) y el urinario (misma historia), sin dejar de lado los efectos psicológicos de muchos problemas asociados a estos sistemas (ver Disyunción eréctil y Vasectomizados en “Pídase la otra”), deberá recurrir a la Psicocardioangiouroandrología, abreviada PCUA.

Como en la PNIE, aparecerán mezclas de especialidades aparentemente inconexas, pero que tienen su relación sistémica por algún lado: NIES (conjunción de Nefrología, Inmunología, Endocrinología y Siquiatría) y OHYES (que reúne Oftalmotorrino, Hematología, Yeyunología, Estomatología y Siquiatría), las cuales estudian los trastornos mentales y sus relaciones con los comportamientos asociados a la práctica del Kama Sutra o del Kamasuya, la interrelación del campo visual con el desarrollo de la libido, el flujo de sangre en función del movimiento de los riñones y otros aspectos fisiológicos y sexodigestivos.

O la, seguramente muy popular en unos años, NOMAS, donde la Neurología se juntará con Oncología, Mastología, Alergología y Sicología para el estudio de los casos de abstinencia profunda provocados por presiones indebidas que pueden llevar al individuo a generar alergias, tumores, rencores y trastornos del comportamiento.

Esta nueva tendencia, además de optimizar el uso de los recursos del sistema de salud, globalizar la prestación de los servicios médicos e integrar los tratamientos bajo el mencionado enfoque sistémico, permitirá que el paciente se sienta en un “all inclusive” que de seguro armonizará con la demanda actual de esos servicios e incluso maximizará el aprovechamiento de las áreas físicas hospitalarias, hasta el punto de que podremos ver, por ejemplo, la morgue sistémica, con capilla, sala de velación y horno crematorio integrados.

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