28 de enero de 2017

Precuela Bíblica

,
Y tuvo a bien el creador dar origen a un hombre y a una mujer y hacerlos a su imagen y semejanza. Y el creador sintió que hacía bien. Pero ya nos dimos cuenta de que no: aquí estamos, como estamos, donde estamos.
Isaías 34.14(1)


את־איים ושעיר על־רעהו יקרא אך־שם הרגיעה לילית ומצאה לה מנוח
«Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro;
También allí reposará Lilith y en él encontrará descanso»

Están de moda las precuelas o comienzos de la historia (historias que narran los acontecimientos ocurridos antes de los presentes), es decir, los orígenes del caos o del superhéroe o de cómo el villano se volvió malandro o, en fin, el inicio del despelote o de la tragedia. Cualquiera que ésta sea, con la precuela es con lo que se pretende explicar algunos hechos de la historia principal, remontándose al pasado o a la fuente de ciertos detalles, que son a su vez una nueva historia. Esta es una manera recursiva de ligar al consumidor a un producto exitoso.

Como están de moda las precuelas, repetimos, hoy queremos traerles la historia de Lilith, la primera mujer de Adán, precuela de la famosa y bien conocida historia que se nos pinta en el libro bíblico del génesis sobre el paraíso, la serpiente, la manzana y el castigo divino (suena paradójico y muy masoquista que un castigo pueda ser divino) y de todos los infortunados acontecimientos que nos condenaron a trabajar y a sufrir en este mundo, cuando deberíamos estar vegetando plácidamente en un inigualable Edén y probablemente no hubiéramos abierto el agujero de ozono, no estaríamos aspirando a volver al polvo del cual salimos o saturándonos con vapores de monóxido y no habríamos prácticamente exterminado al cegatón oso de anteojos.

Cuando Dios decidió crear al hombre amontonando un poco de barro ya sabía que este animal, como todos los que habían sido creados hasta entonces, requería de una contraparte, complemento, pareja o media naranja, porque de no hacerlo, por más empeño que pusiese en dotarlo de múltiples cualidades y del don inigualable del pensamiento, iba a hacer infeliz al pobre infeliz.

Génesis 1:27 "Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó"



Pero el mismísimo creador, fuente de toda sabiduría y perfección, también cometió un error y fue darle primero vida a la primera mujer soplando el primer montón de barro que hizo: la desconocida Lilith. Fue un error. Tal vez el primer caso de ensayo y error, porque cuando Dios se dispuso a preparar el segundo montón de barro para soplarlo, gracias a su sexto sentido innato, la recién creada Lilith llegó a opinar sobre los atributos que ella deseaba, las características físicas más sobresalientes que esperaba y aunque la susodicha dama estaba recién aterrizada en el lugar, ya había podido percibir lo que era necesario pedir para lograr que le trajeran al parejo ideal.

En realidad lo que Lilith hizo fue echar un vistazo rápido a los alrededores y observar los atributos más preponderantes de las especies lugareñas cercanas: la melena frondosa del león (quiero que sea peludo, se dijo para sí), la talla increíble del oso pardo (que sea alto), la recia musculatura del rinoceronte (que sea fuerte y musculoso también. No sabemos si a estas alturas se le ocurrió algo sobre el cuerno del animal), la agilidad de la liebre (que sea veloz), la constancia del buey (que sea persistente e incansable), en fin, de cada ser vivo que observaba tomaba algún elemento que le atraía: la resistencia sexual del cerdo o los atributos del burro, la mirada fija del halcón, los brazos del gorila, la lengua del sapo, el colorido del tigre pintado, la suavidad del canario, la habilidad conversadora del loro, la galantería del pavo real, la fidelidad del perro, la altivez del caballo y hasta lo gracioso del mono.

Cuando se acercó al creador con su lista de peticiones o, digamos, amables sugerencias, desorganizó el plan que él tenía preconcebido y empezó a generar ese mal ambiente que se produce cuando al jefe no le gustan los reparos que el subalterno hace sobre lo que él, en su magnificencia, ha parido como una idea brillante y que este pobre infeliz viene ahora a controvertir. Así que ahí empezó la puerca a torcer el rabo, para usar una expresión coloquial. Las cosas se complicaron aún más cuando a Lilith se le informó que el hombre en curso, digamos en proceso de horneado o específicamente, presoplado, para ser más exactos, iba a ser su marido y ella le debía a él obediencia y sumisión, que era lo que se estilaba por aquella época.

Esta noticia le cayó a Lilith como una patada en mala parte o en noble parte y generó en ellas (en Lilith y en la noble parte también) una reacción de rechazo inmediato al nuevo ser y de rebote, a su progenitor. Presurosa, se presentó ante el creador manifestando estar dispuesta a hacer concesiones en sus pretensiones e incluso a renunciar a muchas de ellas (a  las pretensiones, no a las partes): no importa si es calvo, vago, bajito, poco agraciado, descortés, escuálido, lampiño, poco divertido, perezoso, olvidadizo, nada detallista, incumplido, desordenado, desmemoriado, para nada galante; no importa si no quiere a la suegra o no recuerda la fecha de nuestro aniversario; no importa si pasa al tablero sólo de vez en cuando o si prefiere presentar examen oral; no importa si moja la taza, deja la loza sin lavar o deja la ropa tirada en cualquier parte. Todo sería negociable con tal de no depender de él ni rendirle cuentas, más aún considerando que ella había llegado primero, lo cual le daba cierto derecho adquirido.

¡Esta india igualada, altanera, patirrajada(2), aparecida, recién soplada, que se estará creyendo!, debió haber pensado el creador al ver la postura altanera y desafiante de Lilith. No había acabado de ponerla ahí y ya se creía dueña del lugar, ¡que atrevimiento!

Esta situación generó bastantes molestias en la organización y un mal ambiente con el jefe, hasta el punto que Gabriel, que por aquel entonces fungía como celador, fue comisionado para informarle a la dama que a partir de la fecha estaba cesante, que hiciera el favor de desocupar el lugar y salir de las instalaciones, eso sí, no sin antes entregar la dotación, específicamente la hoja de parra, que él mismo procedió a retirar. A estas alturas Lilith estaba ya tan indispuesta y en tal grado de rebeldía que salió sin despedirse, iracunda, echando maldiciones a los cuatro vientos y sin indemnización ni preaviso. Este fue el primer caso de desacato que se conoce, el primer despido sin justa causa y la primera manifestación, muy temprana, de feminismo, de que se tenga noticia. También podría considerarse el primer strip tease, teniendo en cuenta que la hojita era lo único que la cubría.

Dios por supuesto, no se iba a quedar así: desterró a la infeliz, quien a la postre se convirtió en un demonio, cuyo principal rol social fue deshacer los matrimonios, según la tradición de muchas culturas antiguas y la práctica en muchas modernas, dicho sea de paso. Adán fue entonces sumido en el sueño para que no opinara y cuando despertó ya tenía a su lado a Eva, salida de una de sus costillas, obediente, sumisa y amorosa, según parecía, pero para desgracia nuestra, resultó morronga(3) y ya sabemos con las que nos terminó saliendo: echándonos encima las culebras, subiéndose al palo prohibido, comiéndose lo que no debía y poniéndonos a trabajar como bestias para pagar sus embarradas. Nos hubiera ido mejor con la otra y seríamos más bonitos, más altos, más fuertes, unos sementales insaciables y además, muy galanes.

Si es cierto que llevamos en este planeta cerca de 195.000 años, al menos como Homo Sapiens, solo desde hace algunos cuantos años hemos visto renacer a Lilith; es decir, todo este tiempo nos tomó aceptar y corregir, al menos en buena medida, el error del primer ensayo. Pero, no tendremos ese mismo tiempo para regresar al paraíso, lamentablemente. Nuestro reloj nos indica que mucho antes habremos acabado con lo que nos queda habitable en esta esfera, que sin el osito panda, los pingüinos, el colibrí, la ceiba o el verde prado acariciado por las cristalinas aguas de algún río, ya será de por sí un descolorido paraje, muy distante del perdido Edén.

Lilith nos seguirá llamando desde un andén o una ventana entreabierta, a través de un escote o una transparencia, una tarde cualquiera, para acceder a sus dulces mieles siempre deseadas, mientras que Eva nos seguirá sumergiendo en las oscuras cavernas de la serpiente para sufrir la condena del pecado nunca cometido y siempre castigado.


1. Otra vez Isaías, ¡que vaina!
2. Patirrajada = Patinchada, Iguaza, Pobre con ínfulas o la secretaria que se cree jefe.
3. Morronga = mosquita muerta, mojigata. Que se ve débil e inocente, como si no fuera capaz de romper un plato y termina destrozando toda la vajilla. Parece una tierna gatita y, de repente, saca las uñas de pantera.

0 comentários to “Precuela Bíblica”

Publicar un comentario

Si quiere comentar este artículo escribalo en la casilla siguiente. Para que le podamos contestar, por favor incluya su nombre seleccionando comentar como y nombre/url. Seleccione luego publicar.

 

Pídase la otra Copyright © 2011 -- Template created by O Pregador -- Powered by Blogger Templates