Sin haberme tomado nada aún, sobrevino a mi memoria un artículo
que sobre vinos había leído hace un tiempo. Lo que el autor refería era que los
amantes del vino han desarrollado una jerga en exceso complicada y han
posicionado esta antigua bebida como exclusiva para eruditos, de manera que el
resultado al cual están llegando es que el vino está perdiendo adeptos frente a
otras bebidas, tal vez tan sofisticadas y versátiles como el vino pero para las
cuales no se atropella al consumidor con pesados términos y elevados conceptos
referentes a copas, aromas, colores, espíritus y toda suerte de artificios, que
antes que favorecer el ánimo y el deseo por el buen vino, facilitan la elección
de otras bebidas como el whisky, el ron, el vodka o el tequila, por mencionar
algunas.
Por eso hemos decidido aportar una especie de traducción sencilla
resumida en estas breves reglas, para que quienes quieran disfrutar el vino
puedan hacerlo sin dejarse intimidar por los chamanes etílicos que con sus
conjuros los quieren arrojar a otras espiritualidades:
1. Sommelier no tiene nada qué ver con
somier, son cosas muy distintas. No se le ocurra pensar en recostarse en el
sommelier, a menos que sea su amigo y le piense poner la canal para beber vino
hasta quedar listo para caer en el somier.
2. Si al probar el vino (pretendiendo
catarlo), no le bajan los taninos, los vapores ni los aromas frutales desde el
cerebro hasta la nariz ni percibe el olor de la campiña ni piensa que se puede
atragantar con la madera del tonel, no se avergüence que todo eso que dice en
la etiqueta, depende de la traba de quien lo escribió.
3. El mejor vino no es necesariamente el más
costoso. Si lo compró solamente por aparentar, usted debe evidenciar cuánto
pagó, por ejemplo, colocando el tiquete de compra del supermercado en donde se
note suficientemente. En cualquier caso, estudie y aprenda la jerga
vitivinícola, para que pueda dar una buena explicación de por qué pagó un
precio tan alto, sin que se trate de una tumbada.
4. Se hacen buenos vinos en diferentes
latitudes del planeta, así que no se justifica casarse con una región en
particular, porque podría uno privarse de los placeres que le brindan las
otras.
5. Si le dicen “tempranillo” quédese tranquilo. Es una recomendación para que
beba rápido y pueda irse pronto para su casa y se ahorre una perorata por
llegar tarde.
6.
Cuando escuche “vino joven”,
sepa que se trata de un cumplido y tómeselo sin chistar.
7.
¿Que cuál vino con cuál
carne? El maridaje es como el matrimonio, escoja el vino del mismo color de la
carne que se va a comer. Si no encuentra color equivalente pásese a ron: ahí
hay tonalidades más similares a las de nuestras morenas.
8.
¿Que si la botella es plana,
el vino es barato o que si tiene hueco profundo es caro y que a mayor
profundidad, más alto el precio? La profundidad del hueco no tiene nada qué ver
con el precio y el placer lo determina cada cual.
9.
¿Que no tengo descorchador o
ya se me olvidó cómo se usa? Siempre está el truco de la toalla apretada contra
la pared o la preclavada de un tornillo en el corcho, para luego tirar fuerte,
aunque en internet hay mil trucos para hacerlo. Éstos son los métodos más
emocionantes.
10.
¿Que cual es la cepa y de dónde
viene? Sepa que las cepas han viajado de aquí para allá, así que escoja la que
mejor le sepa, así no sepa.
11.
¿Que si hay que airear el
vino? Bueno, siempre será mejor tomarlo en el balcón, en la terraza, observando
la luna fundirse en el horizonte con las olas del mar, bajando la capota del
carro o al menos los vidrios o caminando con los amigos entre el tumulto de
carros y de gente (aunque eso ya lo prohíbe el nuevo código de policía, como analizamos
en ocasión anterior).
12.
¿Que cual es el mejor vino?
Pues el que a usted más le guste, sin distingos de color, raza, religión o
nacionalidad, como corresponde a estos tiempos de pluralismo y reconciliación. Pero
eso sí, lo que no debe hacer nunca es echarle hielo: para eso están la hielera o
la nevera, si es blanco (el vino, no usted) o el ambiente si es del otro
(usted, no el vino).
13.
¿Que el vino es de caja?
Usted no está leyendo este artículo. (A no ser que esté cocinando o sea el
monaguillo de su parroquia).
Quién no se vuelve poeta después de tomar un vino?. Robert Luis Stevenson decía “ El vino es poesía embotellada”. El paladar se va adiestrando poco a poco. Lo interesante es descubrir en el vino nuevos olores, colores, matices y hasta pensamientos. Mi recomendación para disfrutar un buen vino es simple: use los sentidos en su máxima expresión. Observe los colores y la luz en la copa. Huela el vino en reposo y en movimiento. Pruébelo y dele gusto a la imaginación. Galileo Galilei decía “El vino es la luz del sol, unida por el agua” .No se deje confundir con lo que diga en la etiqueta de la botella. La cata del vino es una sensación íntima. Ahí nadie se mete, bueno, solo el vino. No hay etiqueta a la hora de tener el vino en la boca. Mientras degusta un sorbo de vino, dele espacio a la imaginación. Salvador Dali, decía “El que sabe degustar no bebe demasiado vino, pero disfruta sus suaves secretos” . Hago claridad, que para todo anterior no aplica ni vino el cariñoso ni el vino Sanson. “Por el momento, pídase la otra botella de vino”.
No creo que el vino, como lo mencionada mi querido autor, esté perdiendo adeptos frente a otra bebidas. De hecho sigue siendo la segunda bebida alcohólica más consumida después de la cerveza y por encima de los llamados “spirits” (ron, whiskey, vodka, etc.) con una tendencia al aumento del consumo de 3% anual en el mundo.