20 de enero de 2017

El negocio, Socio

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El señor Robert Kiyosaki nos deslumbró a todos con su maravilloso PADRE RICO, PADRE POBRE, en el cual nos enseñó cómo hacernos millonarios con inversiones en bienes inmobiliarios, algo que él nunca hizo.

El señor Kiyosaky nunca invirtió en bienes inmobiliarios, lo que sí hizo fue engramparnos a todos con su libro, con el que efectivamente se hizo millonario. Eso fue genial, para él, obviamente. En su más reciente obra nos presenta EL NEGOCIO DEL SIGLO XXI, negocio que obviamente tampoco ha hecho, aunque esta vez lo afirma en el libro y por eso quien lo escribe es un amigo suyo, que seguramente necesitaba una manito con aquello del multinivel, que es de lo que trata el libro.

Y es también de lo que trata este artículo. ¿Cómo montar un negocio multinivel exitoso? La receta es muy clara y contiene cinco ingredientes muy definidos:

Primero, se requiere un producto exclusivo, único, original, novedoso e inconfundible, nada parecido a cualquiera de su categoría. Para esto basta una fórmula maravillosa que combine antioxidantes con supresores del sistema engordatorio del cuerpo. O tal vez un desarrollo tecnológico increíble por medio del cual se ha producido una molécula de detergente capaz de eliminar las manchas, las motas y los malos olores al tiempo que protege el medio ambiente, los colores, sus manos, todo excepto su bolsillo, tampoco se puede pedir tanto. Puede ser un hongo selvático que se reproduce exclusivamente en una lejana manigua asiática, inexplorada y desconocida, que encierra el secreto de la juventud que tanto hemos buscado. O quizás una roca volcánica extraída del único volcán del planeta que erupciona azufre amalgamado con fósforo, antimonio y penurio,¹ elementos esenciales para el adecuado equilibrio bioenergético del organismo. Que tal un desarrollo dietético sin parangón probado en cuanta estría haya invadido cuerpo alguno o una máquina revolucionaria que aprovecha los nanodiodos y los microchips y los potencia con una cremita a base ingredientes naturales (el consumible), que producen una increíble y probada reducción de abdomen sin que se tenga que sacrificar ni gastar una fortuna haciendo deporte o asistiendo a gimnasios. Cualquiera de ellos ha sido desarrollado por una mezcla de la madre Teresa con genio de Harvard, el dueño de la empresa. Importante que el producto esté patentado y que en YouTube afirmen que hay estudios publicados en las más prestigiosas revistas científicas o que Tom Cruise asegure que lo está utilizando. Bueno, aquí ya está el producto.

Este producto es comercializado por una importante Compañía multinacional, cuyo fundador, casi la reencarnación de Buda pero delgado, de ninguna manera retraído, carismático y muy inteligente, sin lugar a dudas, visionario increíble con alta sensibilidad social y sentido altruista que busca brindarle al mundo uno de esos productos que las transnacionales convencionales han estado escatimando porque sólo les interesa el dinero y no la salud de la gente. Y como lo que se busca es beneficiar a una inmensa mayoría, por eso no despilfarra el dinero en costosa publicidad en medios masivos, sino que esa cifra, que es cuantiosa, se la ahorra y la reparte entre sus afiliados. No entiende uno por qué entonces son tres veces más costosos estos productos que los similares de su categoría, hasta que revisa el tercer ingrediente. Pero bueno, aquí está la empresa, segundo ingrediente.

Como tercer ingrediente se precisa de una fuerza de ventas activa y motivada, a la cual no se le denomina con el simple y vulgar término de vendedor, sino con el más conveniente y pomposo empresario o asociado, para que el juego semántico contribuya al propósito buscado. Esto se logra con una estrategia sencilla de promoción del ego, resaltando el deseo interno de todo ser humano de tener independencia económica y adicionando un muy elaborado plan de premios que lo que hace, de manera ingeniosa, es devolverle al fulano lo que ha pagado de más por el producto, en pagos periódicos que resultan muy atractivos. Pero el gran secreto está en restarle importancia al maravilloso producto y enfocarse en lo beneficioso del negocio que se crea por medio de la red de conocidos. Lo malo es que el costoso producto, aunque no se enfatice en él, debe ser consumido para que haya recompra.

Y aquí surge el cuarto y más poderoso ingrediente: el mecanismo de comercialización es la propia red de conocidos, es decir, usted no tiene que ir a abordar a un extraño; ni siquiera tiene que ser un experto en ventas, haber vendido papas chorreadas en el colegio o haber trabajado en una tienda de ropa, sólo precisa aprovechar el vínculo que tiene con esa persona. Su cliente es su amigo o familiar, lo va a recibir, lo va a escuchar, va a probar su producto y seguro lo va a ayudar y le va a comprar. Eso sí, el que tiene tienda que la atienda, hay que aprenderse el discurso que transmiten los experimentados y antiguos asociados Diamantes, Platinos, Rubíes, Oros, Platas y Bronces (no hay otros metales porque no se quiere pelar el Cobre) y seguir el método con rigor, nada le va a caer del cielo y como en todo negocio, hay que trabajar duro y esforzarse. Por supuesto, la red de apoyo es muy fuerte, importante y necesaria, por eso hay que pagar por el material que utiliza para la promoción o una cuota moderadora o un pequeño copago, una cuota de mantenimiento, la suscripción a la revista de la compañía o alguna cosa similar, pues como ocurre en todo negocio, se requiere invertir para cosechar.

Ese es precisamente el quinto elemento, que se conoce tradicionalmente en mercadeo como "llenar el canal" y no es otra cosa que saturar al distribuidor o asociado con mercancía y forzarle a la recompra para mantenerse en el sistema. Si no hay recompra, no se está haciendo bien el trabajo, no le está dedicando tiempo suficiente o no ha sabido promocionar adecuadamente el negocio entre sus allegados y por lo tanto, el software de la compañía lo bloquea automáticamente, sin que su patrocinador pueda hacer nada, porque eso lo define el propio sistema. Una opción es que se atarugue usted mismo con el producto, que de todas maneras, como es tan bueno, se va a beneficiar con toda seguridad, pero lo ideal es que cree su red, ahí está el secreto, para que algún día se pueda sentar a contar dinero en una mecedora y a planificar en qué se va a gastar todo esa plata que llega a su cuenta bancaria sin que usted haga nada. ¿Soñado, no?

Ahora, si usted asiste con regularidad a los entrenamientos, pone atención, sigue los consejos de los Gurús de la compañía, mantiene activa su cuenta (recompra) y le ha echado el cuento a cuanto gato se ha cruzado en su vida, desde exnovia hasta el cajero del banco donde tiene su cuenta bancaria, no hay ninguna posibilidad que llegue a la condición de "bloqueado".

Esto trae como consecuencia el deterioro de esa red social más cercana y de la lejana también, hasta el punto que su tía favorita que lo quiere como a hijo bobo, el primo con el que se crió desde chiquito, la hermana que se desvive por usted, la exnovia que aún le dice muñeco, el cajero del banco que lo llama de primero en la fila, el ubérrimo ² que suele recogerlo o el amigo de la infancia que siempre ha estado ahí, ya no le contesten el teléfono, se escondan para no cruzarse en su camino, se ocupen increíblemente cuando usted llega y ya no lo vuelvan a invitar a reuniones, cumpleaños o asados, únicamente a los velorios, donde asumen que usted, por decoro, no va a tocar el tema de su negocio.

Pese a lo anterior, que es sólo una manera de ver las cosas, seguramente para muchos, distorsionada o equivocada, sé que todavía hay, seguirá habiendo y crecerá el número de adeptos a este tipo de sistemas, porque la séptima ley de Murphy (véase el artículo Chibchombian Murphy Laws en este mismo blog) se seguirá cumpliendo indefectiblemente.







¹ Estos elementos son esenciales para el adecuado funcionamiento del sistema linfático: el azufre y el fósforo para evacuar los gases y el antimonio y el penurio para evacuar los demonios y las penas respectivamente.

² Ubérrimo: conductor de Uber.

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