"Si algo puede salir mal, saldrá mal"
Este principio, enunciado en
1949 por el ingeniero Edward Murphy, se ha convertido en un referente común, sin que medie para su aceptación ningún
experimento científico válido, pero ha calado profundamente en el colectivo
social, tal vez porque en la práctica evidenciamos su eficacia o porque, como
pasa siempre, necesitamos de alguien a quien echarle la culpa. Aún más, ha
conducido a que se le cuelguen muchas otras leyes provenientes de la sabiduría
popular, de las consecuencias de ejercer la dirección de empresas y de la
cotidianeidad, todo lo cual ha producido enunciados iguales de famosos, como “Toda
situación que sea susceptible de empeorar, empeorará” y “Toda situación es susceptible de empeorar”
Hemos querido hacer una
revisión, adaptación y colombianización de estos principios, no sólo para
acomodarlos a nuestra actual realidad sino también a nuestra chibchombiana[1]
indiosingracia.
Las leyes de Murphy se volvieron
tan populares que hoy en día existen más de cien variantes originadas de las
mismas o adicionadas con el transcurrir de los años y los infortunios. Vamos a
concentrarnos en los siete principios básicos de Murphy.
TODO LO QUE PUEDE EMPEORAR,
EMPEORA
A partir de la primera y más divulgada ley de Murphy: “Todo lo
que puede salir mal, sale mal” y con la base científica del principio
termodinámico de la entropía, según el cual el desorden aumenta permanentemente
y tiende a llegar inexorablemente al caos, toda situación que sea susceptible
de empeorar, empeorará y toda situación es susceptible de empeorar, como lo registramos
en el primer párrafo de este artículo.
En chibchombiano: SALIO DE GUATEMALA A
GUATEPIOR.
Muchas veces elegimos una opción, con
frecuencia fruto de la desesperación, buscando remediar una situación
apremiante, difícil, dolorosa o caótica y nuestra elección nos lleva a una
condición más dramática que la anterior. Pasamos de estar en la mala a estar en
la inmunda, nos empiezan a ver como bulto de sal y ya no vale baño con agua de
ruda o pata de conejo que nos permita salir del atolladero: ya la cosa pasó de
castaño a oscuro y no hay Santa Lucía que valga.
Alguna otra versión de esta
premisa decía que la probabilidad de que la tostada caiga del lado de la
mermelada (o mantequilla) es directamente proporcional al valor del tapete. En
cualquiera de los dos casos, está claro que la tostada es un raro acompañante
de un desayuno en nuestro país y por culpa de los ácaros, los tapetes han ido
abandonando los pisos cada vez con mayor asiduidad, por tanto, una versión más
ajustada a nuestra realidad sería:
En chibchombiano: EL PELO EN LA
AREPA SIEMPRE LE SALE AL MAS ASQUIENTO
Pero no es solo en la arepa,
sino en el caldo, los fríjoles, los huevos, la axila o el pezón. Con lo cual abarcamos la gran mayoría de desayunos y comidas del país y además ajustamos esta ley a un
principio más universal que cubre obviamente al pelo en la arepa pero también
el moco en la empanada, la piedra en el arroz con pollo o el mosco en el café
con leche. La cucaracha
siempre aterriza en quien más la odia y los pelos de la piernas pedirán auxilio
por entre las medias al que más le repugnan.
Es claro que esta ley, enunciada
hace más de sesenta años y en un país donde los mapas eran un elemento de uso
común e indispensable para moverse de un lugar a otro, ya no tiene mayor
aplicabilidad ni allá ni acá, puesto que las ayudas tecnológicas y en
particular, San Waze, han convertido en obsoletos a los mapas.
Lo que sí suele ocurrirnos
todavía es que, por alguna extraña razón, cuando más necesitamos a Waze es
cuando se nos acabó el plan de datos o se murió la
batería del dispositivo y por supuesto, olvidamos el cargador o peor aún,
tenemos el cargador pero el auto en el que vamos
tiene dañado el encendedor de cigarrillos o su equivalente fuente de energía.
Aplicando el principio básico
expresado en la ley número uno, recurrimos al Waze Humano, más conocido como
lugareño, parroquiano o pueblerino, para que nos saque del atolladero y nos
guíe. Este proceso implica, cuando hay opciones, escoger con cuidado a la
víctima, normalmente un señor cuarentón, con cara de habitante local y pinta de
sabelotodo:
En chibchombiano: SIEMPRE SE PARA A
PREGUNTARLE AL QUE NO TIENE NI IDEA
En la mayoría de los casos, como
los colombianos no sabemos decir NO y menos NO SÉ y estamos convencidos de que
todo lo podemos y para todo somos buenos, recibimos las indicaciones “exactas” de parte del parroquiano sabiondo y
terminamos en el extremo
opuesto al lugar que estamos buscando, el cual usualmente es un solitario y peligroso
paraje, a donde llegamos gracias a la ignorancia de nuestro improvisado guía.
LO QUE BUSCA
SIEMPRE ESTA EN EL ULTIMO LUGAR QUE REVISÓ
Esta ley se cumple siempre puesto que
usted deja de buscar cuando encontró lo que necesitaba, es decir, en el último
lugar que revisó. Lo paradójico está en que normalmente ese último lugar era el
más obvio, el más cercano o el habitual.
En
chibchombiano: EL QUE BUSCA, ENCUENTRA
Nosotros
usamos esta premisa para indicar que quien insiste en buscar, encuentra.
Normalmente, una pelea, un regaño, un problema, que lo manden al carajo, la
prueba de una infidelidad o lo que sea que en definitiva no queríamos
encontrar. Hay algunos, llamados boquisapos, que persiguen los problemas hasta
que dan con ellos, a veces porque los crean de tanto insistir y otras porque
los ven donde no existen.
Por supuesto, aplica para el
tráfico: el carril de al lado siempre se moverá más rápido que aquel por donde
usted circula, hasta cuando usted se pase a él, momento en el cual se hará tanto
más lento, cuanto mayor sea su afán por llegar a su destino o más importante sea su cita. También sirve para
cualquier cola: sin importar si
está en el supermercado o ante la
caja de un banco, la cola en la que usted está, siempre es la que más
lento avanza.
En chibchombiano: EL HUECO SIEMPRE ESTÁ DE SU LADO
No importa si usted va por una
vía de tres carriles en un sentido o si usted transita por una vía de dos
carriles, uno en cada sentido, el otro carril siempre estará en mejor estado
que aquel por el cual usted va y no importa en qué sentido usted circule. Por
supuesto, encontrarse el cráter en la vía siempre ocurre en su carril o aquel
al cual se pase y por eso siempre el suyo es el más lento. Si está en el supermercado, el datáfono de su
caja es el que se bloquea o el lector de códigos de barras se resiste a leer
cuando a usted le faltan dos turnos para llegar. Si está en un banco, el fulano
que está en la cola antes que usted es un mensajero de una empresa, con veinte
transacciones distintas por realizar.
Evidentemente, desde hace muy
poco tiempo sabemos qué es una estación o lo que llamamos paradero de bus,
puesto que a nosotros la parada siempre se nos hacía en el lugar donde estuviésemos,
tanto para subirnos como para bajarnos, so pena de que el conductor recibiera, de
no hacerlo, una retahíla de insultos desde las palabras más soeces hasta el
famoso: ¿me va a llevar al matrimonio de su madre? Mientras aprendemos a usar
los paraderos, cruzar las calles por las esquinas y caminar sin protestar las
tres cuadras que separan nuestro destino o punto de partida del paradero más
cercano, parece conveniente adoptar la siguiente versión de esta ley:
En chibchombiano: PARA QUE APAREZCA
EL BUS SOLO HAY QUE ENCENDER UN CIGARRILLO
Funciona por igual para el taxi, buseta, chiva, flota o colectivo. Usted lleva media hora esperando. Se desespera, quiere apaciguar su ansiedad
fumándose el último cigarrillo que le queda y tan pronto lo enciende, aparece
el anhelado[2]
transporte. Si
usted no fuma, estamos hablando del helado, la dona rellena de crema de mora, la empanada de acuario, la arepa quesuda o el tinto caliente que compró para matar el tiempo. ¿Qué hacer entonces? ¿Lo boto o dejo pasar el bus
y espero otra media hora? Lo primero siempre impera. La opción de botarlo
después de aturugarse la boca con tres grandes mordiscos sucesivos, darle al
cigarrillo una aspirada gigante o quemarse la lengua con un irreflexivo y gran sorbo
de café, es una de las más recurrentes. No falta el temerario que se atreve a
subirse al bus, repleto, para terminar restregando su compra en la humanidad de
un atormentado pasajero (se excluyen el tinto y el cigarrillo: lo prohíben la
ley y la cordura).
NO IMPORTA CUANTAS
VECES SE DEMUESTRE UNA MENTIRA, SIEMPRE HAY UN PORCENTAJE DE PERSONAS QUE CREE
QUE ES VERDAD
No importa cuántas veces haya leído que hablar
por celular no hace explotar la gasolina o cuántos correos le hayan prometido un premio fabuloso a cambio de reenviarlos. Tampoco importa cuántas veces un político le haya prometido
empleo o bajar los impuestos o cuántas veces haya escuchado que la clorofila no
sirve para bajar de peso, siempre habrá alguien convencido de alguna de estas
historias que empieza el ciclo de nuevo y con mayor fuerza.
En chibchombiano: PASA HASTA EN LAS MEJORES
FAMILIAS
Es decir, tarde o temprano usted será
víctima del paquete chileno, de la llamada millonaria, de la pirámide o la
cadena y aunque no lo admita, tarde o temprano se echará Henna en el pelo,
tomará agua de apio, se bañará con ruda, comprará una máquina para hacer
ejercicio en casa o pagará una consulta para que le lean el Tarot, el
cigarrillo o el residuo de la taza de chocolate.
Muy interesante. Me gustó mucho!
Espero que no sea tu situación estimado escritor.