Continuando
con la trilogía prometida, tocamos ahora el tema de los masculinos de algunas
palabras que originalmente vienen sólo en femenino.
Como ya planteamos el asunto de cuál sería
el femenino de algunas palabras, buscamos ahora que se entienda que ante todo
somos ecuánimes, equitativos e igualitarios (como está de moda) y que se
aprecie nuestro lado femenino (como está de moda también, para seguir dando
cartilla). Para el efecto resulta ineludible proponerles entonces algunas
palabras cuyo masculino no es fácil de encontrar, ya que lograrlo significa enfrentar
todo un reto o, al menos, llevarse una sorpresa. Téngase en cuenta que para
este artículo revisamos, lo cual no está de moda, el DRAE
(Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua) y que acá les
facilitamos los vínculos (lo que tanto llaman links y que están tan de moda)
para que se pueda ampliar la información o ahondar en el tema.
Encontramos que las palabras a las cuales
nos referimos, son una especie de vírgenes, ya no sin mancha sino sin macho o
solteronas de la lengua, situación paradójica puesto que la lengua es lo que
mejor sabe utilizar una mujer, así no pertenezca a ninguna academia. Suponemos
que, irónicamente, se nos va a calificar de sexistas (como está de moda) pero
todo el asunto se reduce a que nosotros nos consideramos lesbianos, que sería
la primera palabra sometida a discusión esta vez.
Acto seguido, no les vamos a presentar una
lista y listo, sino unas preguntas y algunas afirmaciones con las cuales
buscamos estimularles su capacidad de reflexión y creatividad sobre las
implicaciones que tienen el género de las palabras, su sexo y sus limitadas
posibilidades de procreación, algo así como su coito literario, con el cual quizás
alguno se haya sentido identificado mientras leía las 50 sombras o las amigas
tristes de Gabo:
1. El masculino de Falabella: ¿Será Falobello? (pareciera ser una buena idea para un apodo, pero quizás ya se lo apropió algún gay)
1. El masculino de Falabella: ¿Será Falobello? (pareciera ser una buena idea para un apodo, pero quizás ya se lo apropió algún gay)
2. ¿Para qué puede servir el masculino de porciúncula? Existen muchas leyendas acerca de las
intimidades que suceden en los conventos y los seminarios y además ha habido
mucho barullo con eso de las demandas por pederastia entre los curas, así que veamos qué dice el DRAE al respecto:
Porciúncula = Jubileo que se gana el día 2 de agosto en las
iglesias y conventos de la Orden de San Francisco.
Jubileo = Entrada y salida frecuente de una casa u otro sitio
Con
seguridad, el jubileo no se produce sólo el 2 de agosto y no se refiere sólo a
andar de casa en casa, así que es fácil entender que a cualquier orden
religiosa le podría resultar interesante el masculino de porciúncula.
3. ¿Puede existir en nuestro idioma la
palabra embarazado? Sí, sí existe y también existe preñado, pero, a diferencia de sus femeninos, embarazada y
preñada, que son sinónimos, en el caso de tales masculinos, embarazado no
significa llevar unos huesitos en la barriga sino estar cohibido y preñado no
es consecuencia de un descuido en una fiesta sino estar cargado pero con los
propios huesos, pues los hombres no tenemos el valor ni la fortaleza para
aceptar ese noble encargo y debido a nuestro sexo, no hay por dónde.
4. ¿Qué te sugiere la palabra “chocho”? Existen
diversas acepciones para esta palabra, entre ellas (entre las acepciones, no pensemos mal): satisfecho,
nicaragüense, con las facultades mentales debilitadas o lelo
de puro cariño; todas ellas, paradójicamente aplicables también al término
femenino correspondiente. Es perturbador cuando alguien se refiere a su abuelo
como “ese viejo chocho”, ya que seguramente no utilizará los femeninos de la
misma manera, pues puede ser que no se refiera solo a la viejita.
5. Lenguo no, no existe. Pero, con todo lo
que nos obsequia la lengua, ¿qué podría ser un lenguo? ¿Cuántos varones
quisiéramos tener no sólo una lengua sino también un lenguo que participe y
colabore en ciertos momentos?
6. Arepa.
Definida como un pan de maíz. Hemos escuchado eso de que “fulanito(a) es mucho pan”.
¿Será que los G y los L de los LGBTI nos enseñan a decir algo como “Carlitos es
todo un arepo”?
7. Medalla. No puede uno imaginarse que a los
medallistas olímpicos les digan que el masculino de su medalla es Medallo aunque varias de las medallas se vayan para allá.
8. Política. Uno esperaría que fuera una
señora muy seria, que permite establecer la mejor manera de regir una sociedad mediante normas de comportamiento, pero su carácter de pública la convirtió en una casquivana que ha sido asaltada,
vilipendiada, violada y degenerada por los personajes denominados con su masculino.
9. Cuando pensamos en féminas se nos vienen a
la cabeza palabras como abundancia, alegría, belleza, elegancia, felicidad,
todas estas envueltas en una minifalda, pero cuando insistimos en retirar la
minifalda sólo conseguimos perder la risa, la riqueza y hasta la vida. Nótese
que no hemos utilizado ningún masculino, pues el masculino de estas palabras es
quien las desea.
10. Como consecuencia de lo anterior suceden la
infidelidad, la maldad, la delincuencia y la tristeza, las cuales llevan al
sujeto a una celda a acumular canas y a ser víctima de la juma y la fealdad.
Como se puede apreciar, estas palabras no
encuentran en el léxico su correspondiente del sexo opuesto, así que se ven
obligadas a autoflagelarse sin compasión. De nuevo, los aportes de nuestros
lectores serán más que bienvenidos.
Que buen formato, me impactó, me gustan los temas...lo dicen sin pelos en la lengua, con mucha picardía..
Gracias por tus alentadoras palabras, que nos motivan a seguir escribiendo.