23 de octubre de 2016

7 Pecados Digitales

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 Pecado: Podría entenderse como un plato que se sirve en la costa con patacones y yuca frita o como alguien lleno de pecas. 



Pero en realidad es toda acción voluntaria que se realiza contraviniendo la ley de Dios y es también todo acto que se aparta del recto proceder. O en forma más general, un yerro por omisión y con intención, que trae consecuencias sociales y morales funestas.


Reid Hoffman, experto en medios digitales, ha hecho una interesante analogía entre los pecados capitales y las distintas redes sociales, atribuyéndole a las más populares, relación con estos pecados:



Pereza: Netflix 

Gula: Instagram

Lujuria: Tinder

Ira: Twitter 

Envidia: Pinterest  

Codicia: Linkedin   

Soberbia: Facebook               


                                                        




Lo que busca este artículo es presentar los que denominaremos “pecados digitales”, no como extensión o analogía de los pecados capitales, sino como aquellas acciones que realizamos con intención, buena o mala, pero consciente y que nos conducen a una contravención, ya no de la ley de Dios, sino de los preceptos mínimos que dicta el uso adecuado, responsable y sensato de los medios digitales más frecuentes hoy en día y que como resultado puede convertir su vida en un infierno, condenarlo al padecimiento eterno, estigmatizarlo como paria de la sociedad y en definitiva, cerrarle las puertas del cielo, como le corresponde a todo pecado que se respete.

1. No guardar copias de respaldo del teléfono y de los archivos importantes del computador y estar utilizando excusas trilladas como "me robaron el celular y perdí todos los contactos, por eso no te había llamado" o "me entró un virus y me borró todos los archivos, ¿qué era lo que tenía que enviarte?". Ya ni hasta "se me olvidó tu cumpleaños" sirve, porque todas las aplicaciones de redes se lo recuerdan a uno. Cuando le hablen de la nube no piense que le están hablando únicamente del clima, ni de que usted es un soñador o de que las figuritas que forman las nubes en el cielo sólo sirven para matar el tiempo.

2. Regalarle un teléfono inteligente a la abuela de 80 años y pretender con insistencia, inclusive con regaños, que la viejita comprenda que el bluetooth es para conectarse con el programa de audio que reproduce el formato de compresión digital mp3 y que también con el teléfono puede apagar la luz de la escalera y puede ver en la pantalla a la hija que está en Alemania, mientras le habla, pero que si lo que quiere es acceder a una red wi-fi debe primero introducir la clave. Créalo, esa señora lo va a odiar el resto de su vida, que no será mucha porque tanto complique le producirá más temprano que tarde un infarto, un derrame cerebral o una embolia digital.

3. Venderle su computador usado a un familiar; eso que en principio parece un gran negocio, con el cual usted se libra de la viejera (el computador, no su hermana), habrá de convertirse en pesadilla cuando entienda que la venta lleva implícita garantía de por vida y compromiso de instalación, curso de entrenamiento y servicio post-venta hasta que la muerte los separe, hasta que le reciba el equipo de regreso o hasta que en junta de familia logre que le retiren el título de ladrón aprovechado de mal corazón que ha insultado el honor y el amor de la familia. Eso sí, para esto último tendrán que mediar lágrimas de su parte, verdaderas intenciones de arrepentimiento, la devolución del dinero y en circunstancias extremas, el reemplazo de la viejera por un último modelo. (¡Cómprelo con garantía de fábrica, seguro antirrobo y servicio técnico incluidos, por favor!).

4. Darle la clave de su correo a su mujer o peor, dejar que ella le abra el correo. En realidad, darle la clave de cualquier cosa, teléfono, cajilla de seguridad, guazap, emilio, computador de la oficina o incluso la clave que usa con sus amigos para programar salida al billar. Por supuesto, usarla de secretaria es exponerse a que vea las porquerías que le envían sus amigos pervertidos, sobre todo ése que tiene afición por los videos caseros indecentes y encima le añade los números de teléfono de las indias esas. Eso termina en sentencias tajantes: ¡de aquí no me sale!, ¡lo voy a dejar en la calle!, ¡a ver si allá le lavan los chiros sucios! y por supuesto, si lo permite una vez ya será imposible retractarse sin el consabido: ¿qué es lo que tanto guarda ahí que yo no puedo ver?

5. No cerrar las sesiones. Esto aplica desde no activar la función de bloqueo automático en su celular hasta abandonar un café internet dejando sus datos, correos o archivos disponibles para el siguiente usuario(a).
En el primer caso, se expone a que si su dispositivo se le llega a perder o se lo roban, quede asequible para cualquier extraño. Pero, es peor aún, que por accidente pueda remarcarse la última llamada (que justamente fue a su jefe) mientras usted está en el baño despotricando de su trabajo en la aparente soledad e intimidad de un inodoro. ¡Hasta los gases lo van a hacer quedar mal!
En el segundo caso, ojalá el siguiente usuario no sea un degenerado, resentido, malandro, hacker, enemigo o exnovia, porque ahí sí verá como su vida informática se convierte en una pesadilla cibernética: Sus amigos empezarán a recibir insultos suyos, su jefe una solicitud de anticipo salarial, sus familiares invitaciones de su parte a bacanales (todos le llegan, puede estar seguro), sus compañeros de trabajo pueden recibir promesas de riqueza en la pirámide que usted se inventó e inclusive, cuando se dé cuenta de su error, probablemente tenga dos tarjetas de crédito nuevas, haya utilizado todo el cupo de su crédito rotativo, se esté vistiendo (aunque usted no lo tenga) con el último traje de Ferragamo o Versace y en definitiva, le deba su alma al diablo. Antes de abandonar lo que sea, ¡cierre la sesión! Aplica para todo.

6. No leer un correo o un mensaje antes de enviar y por consiguiente exponerse a que el destinatario reciba una copia de la foto de su amiga en ropa interior (o de usted con la ropa interior de su amiga) o el comentario en el que usted lo trata de estúpido a él o la consabida "mamita rica" dirigida a su jefa por error e incluso peor, el responderles a todos los de la oficina regional o a todo el corporativo, incluyendo al CEO, con alguna de las anteriores. Esos tres segundos de más, antes de "enviar" pueden salvarle la vida, ahorrarle vergüenzas, mantenerlo en su trabajo, evitar una salida en falso del closet o eximirle de dejar en evidencia alguna íntima obsesión voyerista suya.
Ahora bien, el mensaje puede estar correcto, los destinatarios adecuados, el texto corregido y revisado, pero a la hora de adjuntar el archivo prometido, incluir la cotización de la competencia, el estudio de costos del proyecto, la foto suya con la ropa interior de su amiga, (otra foto u otra amiga) el video bizarro que le enviaron sin que usted siquiera lo mirara, los estados financieros sin "arreglar", el reporte confidencial, el estudio de calificación de precandidatos, las claves de acceso a los servidores, VPN o sistemas de seguridad, el link (en español se dice enlace) a sus páginas sociales, la página del astrólogo de cabecera o la página de fantasías sexuales por chat y video que le envió el amigo pervertido y en general, todo anexo que no debía ser anexado. Lo malo es que, salvo algunas aplicaciones que dan un corto tiempo para enmendar el error, en la mayoría de los casos "no hay tu tía" que valga y menos si le vendió un computador viejo. Empiece a exprimirse el cerebro para encontrar una excusa creativa y convincente.

7. Publicar todo en las redes. Su talla de brasier, el número de su celular, el color preferido de zapatos, las enfermedades que lo aquejan, el nombre de su mascota, el número de ocasiones en que ha usado el viagra, la foto suya entrando al bar (o saliendo, que es peor), el nombre del colegio del que se graduó, las imágenes de la hora loca, la foto de Melgar cuando dijo que estaba en Marsella, los implantes dentales, el video en el concierto de John Alex, los datos de la casa en que vive, la selfie con los de la U y hasta el talco que usa para los pies.
Publicar su vida en una red social es como desvestirse a plena luz del día en su apartamento con las cortinas abiertas y viviendo en el segundo piso, en pleno centro de la ciudad y a una hora pico.
Hay quienes incluso envían sin tener presente que una vez presionado "publicar" no hay marcha atrás y el documento, video, foto, dato curioso, confesión manifiesta, pecado capital, pose inadecuada, palabra de grueso calibre, injurio, prejuicio, exclamación, suspiro, pensamiento en letra alta o lo que sea, será visto por quien quiera y quien no quiera y ya no le pertenecerá a quien lo posteó (por usar este término de red), sino a todo aquel que vea una oportunidad para chantajearlo, sobornarlo o cuando menos, criticarlo.

¿El que peca y reza empata? En este caso, como en el de cualquier pecado, no aplica. Recuerde que la ignorancia no es inocencia sino pecado.





2 comentários to “7 Pecados Digitales”

  • 15 de octubre de 2016, 3:36 p.m.
    Rudolf says:

    Entretenido.vas mejorando

  • 17 de octubre de 2016, 5:30 p.m.

    Gracias, Rodolfo, ojalá tu apreciación signifique una curva en ascenso

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