26 de agosto de 2016

Los Símbolos Patrios

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Nuestros famosos “símbolos patrios” están llenos de cosas cuyo significado nadie conoce, como inmarcesible o frigio. Cambiémoslos por iconos que realmente nos representen para que pasen a ser realmente nuestros símbolos.


Se oyen voces, cada vez más fuertes, que claman por un cambio en los símbolos patrios con el fin de que se ajusten a la realidad que vive hoy el país, como si aquellos debieran acomodarse a cada etapa, proceso o época de la vida nacional, lo que finalmente le vendría de perlas al deseo de nuestros políticos de retirar de la memoria colectiva sus fechorías, para permitirse repetirlas sin cesar, ya que el país termina por no recordarlas. Esa es la situación ideal para esos personajes y en realidad, es lo que ocurre hoy.

Así que como ya ocurre, por qué no perpetuarlo y afianzar el hecho innegable de que somos un país sin identidad. Veamos cómo podrían modificarse los símbolos patrios y bajo cuáles criterios:

La Bandera
Hay una leyenda, según la cual los colores de nuestra bandera se los debemos al prócer venezolano Francisco de Miranda, quien luego de dejar Europa tras un romance con una misteriosa cortesana (quien lo cortó por lo sano), estuvo recordando en el barco de regreso a su tierra el dorado cabello, los hermosos ojos azules y la boca carmesí de tal doncella (¿Se llamaría ella Manuela?).
Pero según nos han enseñado, el amarillo representa la riqueza del suelo colombiano, así como el sol, fuente de luz y la soberanía, la armonía y la justicia. El azul representa el cielo que cubre la Patria, los ríos y los dos océanos que bañan el territorio colombiano. El rojo representa la sangre vertida por los patriotas en los campos de batalla para conseguir la libertad.
Sin embargo, lo que en realidad ha pasado es que la porción del amarillo que correspondía al oro se la llevaron los españoles y los otros dos colores representan a los que se roban lo que quedó, como dijo hace unos años una afamada líder de un grupo político de oposición. Recordemos que opositor es aquel a quien no le dejan participar del botín.
Cualquiera sea el verdadero origen, hoy proponemos los siguientes cambios en los colores de la bandera:
El amarillo debe persistir, pero ya no puede ser la mitad de la bandera, pues nos quedan algo de riqueza y un quemante y abrasador sol canicular, que gracias al fenómeno del niño nos quema las cosechas y la piel, pero en cambio, la soberanía, la armonía y la justicia jamás han existido acá.
Y para retirar de la bandera el tinte partidista de los otros dos colores y evitar suspicacias que en un pasado (que ya queremos olvidar) produjeron una violencia aterradora por cuenta de su disputa, debe salir el azul y ser reemplazado por el neutro blanco que simboliza la paz que estamos abrazando.
Además, el rojo sangriento que representaba la sangre vertida por los patriotas, pero en justicia también por las víctimas de los “tatucos”, de las “casas de pique”, de las motosierras y de los “falsos positivos”, debe cambiarse por el verde esperanza, con lo cual se enaltece además a las sabanas que ocupan una gran parte del territorio nacional, a una de las más poderosas corporaciones locales e incluso al equipo doblemente ganador de la copa libertadores.
En resumen, la nueva bandera debe estar compuesta por tres franjas iguales: una amarilla por lo que queda, una blanca por lo que viene y una verde por lo que la esperanza nos reserva.








El Escudo
El ave nacional, ya casi extinta, solo cuenta con algunos ejemplares que subsisten en Chile. Sí persiste acá un conglomerado de buitres que se han dedicado a saquear el amarillo de la bandera. Por tanto resulta procedente eliminar lo que no procede (el cóndor) y sustituirlo por una terna de buitres, cada uno representativo de los tres poderes que nos gobiernan. Libertad nunca ha habido y orden solo tenemos la de los jesuitas, así que la cinta dorada debe contener con letras resaltadas la leyenda “Our Liberty is the American Command”, en inglés, para darle un tinte de globalización y modernidad, para que el noventa y cinco por ciento de la población no lo entienda y para darle gusto a quienes proclaman que nos iría mejor siendo una colonia declarada.
Cuernos en abundancia sí tenemos, así que se deben mantener. Y  granadas, también, así que dejémoslas ahí aunque firmemos la paz.
El tal gorro frígido nunca ha tenido nada qué ver con nosotros y no les hace honor a nuestras ardientes mujeres, así que debe desaparecer. Es más apropiado reemplazarlo por el sagrado corazón de Jesús, que sí es en efecto un verdadero símbolo patrio, pues preside un alto porcentaje de salones y comedores de este país.
Es claro que el istmo ya no nos pertenece y tampoco gran parte del mar circundante. Por tanto, debemos reemplazar lo que había por lo que hay: Panamá por San Andrés, antes que nos la birlen también. Y metamos algunos cayos para recordar que la mayoría de nuestra población es de a pie.








El Himno
Hay algunas tímidas propuestas que abogan, no por cambiar las once estrofas actuales, sino por añadir una nueva a todas esas que nadie conoce y que nunca se cantan.
Es que ¿se imaginan lo que demoraría en empezar un partido, en terminar una sesión solemne, en transmitir la posesión del presidente o simplemente en llevar a cabo una izada de bandera en un colegio si todos se dan a la tarea de cantar el himno completo?
Es más procedente una total modificación, eliminar las estrofas e ir de lleno al corazón y dejar solo un coro actualizado, considerando que el bien ya no germina, los surcos cada vez son más escasos por cuenta del abandono del campo, el júbilo es perecedero si Pekerman pierde un partido y, definitivamente, la gloria sí es marcesible. Así que eliminemos todos estos términos y ajustémoslos a la realidad nacional cantando algo así:




Oh patria marcesible
oh júbilo mortal,
en mares de dolientes
el bien germina ya

4 comentários to “Los Símbolos Patrios”

  • 26 de agosto de 2016, 7:23 p.m.
    Rudolf says:

    Otro intento por agradar.poco original.mm no se

  • 29 de agosto de 2016, 6:54 a.m.
    Unknown says:

    Sería muy complicado ajustar los símbolos a la realidad nacional dado que ésta es cambiante. Tendriamos que cambiarlos todos los dias. Asi es que un dia el símbolo será relacionado con Uribe,al día siguiente con Santos y otro día con alguna política devastadora del del capataz de turno. Más allá de intentar cambiar los símbolos patrios deberíamos intentar cambiar esos símbolos que corrompen,dañan y transforman negativamente nuestra sociedad. De una vez por todas abandonemos esos símbolos de traquetismo y violencia que nos rondan a los colombianos. Intentemos recuperar el respeto por nosotros mismos y por los demás, no importa si es amarillo,azul y rojo. De qué serviría cambiar el escudo o el himno si seguimos siendo los mismos ciudadanos mediocres que expresamos unicamente nuestro amor de patria durante un partido de fútbol o cuando le hacemos barra a deportistas desconocidos en los olímpicos. Sienta la bandera o el Himno nacional con orgullo. Siéntala cómo si fuera suya porque es suya y porque es nuestra. ".... y que el bien germine ya en cada colombiano".

  • 14 de septiembre de 2016, 9:15 p.m.
    Pídase la otra says:

    Seguiremos intentándolo.

  • 14 de septiembre de 2016, 9:25 p.m.

    Marino,
    Justamente, para no amargarnos con todo eso que planteas, quisimos ponerle algo de humor a ese tema.

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