1 de septiembre de 2017

AUTONOMASIA: La antonomasia de nuestra automatización

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Y pensar que todo empezó con un telebolito

Se ha puesto de moda hablar de la automatización del trabajo, debido al advenimiento de la Internet de las cosas, que no es otra cosa que conectar las cosas cotidianas a internet. Resultado obvio del desarrollo de los objetos inteligentes, el primero de los cuales fue el teléfono inteligente (Smartphone).


...paradójicamente, para que un objeto sea inteligente debe ser manejado por una bestia



Lo que se avizora es que pronto tendremos más objetos inteligentes y menos humanos inteligentes. Porque, paradójicamente, para que un objeto sea catalogado como inteligente debe ser capaz de dejarse manejar por una bestia, es decir, por un humano poco o nada inteligente. La evolución lógica lleva al desenlace de que tendremos un objeto que puede hacer todo por sí solo, manejado por un individuo que no sabe hacer absolutamente nada.

En esta categoría se encontrarán las neveras inteligentes, capaces de autoabastecerse. El aparato “conoce sus hábitos alimenticios”, escanea su inventario y pide al supermercado lo que usted necesita, verificando además que la fecha de vencimiento del artículo esté dentro del plazo razonable para su consumo. Incluso es probable que usted esté en la cocina y oiga una metálica voz femenina (de la nevera) que le dice: Ramón, hace rato que no comes carne de cerdo y tengo unos filetes adobados y porcionados que te caerían muy bien para el almuerzo. Ya te pongo a descongelar uno.  Además, lo tutea con gran confianza porque lo conoce mejor que su mujer; es más, se parecerá físicamente a su mujer, ya que no solo tendrá una cintura similar, sino que lo tratará con la misma frialdad.

"la nevera lo tratará con la misma frialdad que lo hace su mujer y hasta se le parecerá"

El televisor escogerá los programas que usted debe ver y se pondrá en pausa cuando usted tenga que ir al baño. Apostará con usted el resultado de un juego y le pondrá un bodrio de película si nota que tiene insomnio y no consigue dormir. La cafetera le hará el café con la proporción de leche y azúcar de su gusto y hasta la lavadora hará por usted al supermercado el pedido de detergente, suavizante, quitamanchas, eliminador de motas y atrapapelos que necesite.

Cada aparato se encargará de cuantificar y regular su consumo de servicios públicos y de avisarle a su tarjeta bancaria el valor a cancelar a las empresas respectivas. Es decir, que su salario va a ser manejado por varios “cerebros” y es probable que usted nunca sepa cuánto gana ni tenga la opción de negarse a pagar un impuesto o un servicio porque le descontarán de su cuenta el valor de las facturas, incluso antes de que lleguen a ella.

Lo más aterrador de este futuro apocalíptico que ya está golpeando a nuestra puerta es que estos aparatos inteligentes se comunicarán entre sí y como la mayoría son femeninas (lavadora, licuadora, aspiradora, secadora, cafetera, plancha, etc.), van a formar conciliábulo en contra suya (como hoy lo hacen esposa, suegra, cuñada, concuñada, comadre, vecina, etc.) y no se van a quedar solamente en administrar sus ingresos. Le van a decir qué ropa debe ponerse ¡y hasta se la comprarán! Le van a decir qué debe comer y en qué cantidades y se lo prepararán. Y le impedirán el consumo de productos nocivos para su organismo como la cerveza o el chunchullo. También, le van a bloquear las amistades que a su juicio (el de ellas) sean indeseables.


...los autos serán autónomos, porque solo quien es autónomo puede ser inteligente...

El más inteligente de todos sin duda será el auto. Ahí sí que tenemos verdaderos avances tecnológicos que no solamente van a controlar nuestro tiempo, nuestro estilo de vida y nuestro destino, sino que estarán interconectados para que inclusive nuestro trabajo se amolde a ellos. Y ese es el otro gran temor que nos asalta: pronto los carros autónomos (e inteligentes, porque sólo quien es autónomo es inteligente) van a desplazar una gran cantidad de empleos y negocios que hoy realizan algunas personas y que ya no serán necesarios.

Empecemos porque si el automóvil se conduce solo, ya no será necesario aprender a conducir, porque ya no lo vamos a hacer más. Así que no habrá conductor o chofer. Esto acabará, de paso, con la escuela de automovilismo, con el conductor elegido, con el ubérrimo[1] y hasta con el novio que hoy se aprovecha de su auto (o el de papi) para descrestar a esa nena a quien quería impresionar enseñándole una que otra cosita con el cuento de la conducción.

Como el auto sólo servirá para transportar gente, sin conductor, el taxista ya no tendrá nada qué hacer y ni siquiera tendrá en qué salir a protestar y bloquear las vías. Se extinguirá, de la misma forma que los conductores de bus, de camión, de barco, de tren y de avión. Civiles y militares. De manera que la cantidad de cesantes por esta causa alcanzará un número apreciable.

Hasta la estación de gasolina, con sus administradores, gerentes e isleros ya no serán necesarios porque los carros autónomos serán eléctricos. No se necesitarán parqueaderos, montallantas, grúas, fabricantes del famoso kit de carretera ni recargadores ambulantes de extinguidores. Estos vehículos se automonitorean, no se estrellan, respetan las normas de tránsito y se dan de baja cuando cumplen su vida útil. Incluso se chatarrizarán por sí solos, sin intervención de los entes del gobierno, para convertirse en una nevera o una cafetera.

Como la gente ya no va a comprar auto, porque ni sabe ni puede ni necesita manejarlo, ya no habrá vendedores en los concesionarios (¡ya no habrá concesionarios!), nadie peleará porque el color sea azul o beige y no se necesitará el tramitador que tome las improntas, el médico que haga el examen de aptitud ni el policía que en lugar de controlar el tránsito imponga multas y pida mordidas. Las cámaras y radares para detectar infracciones serán cosa del pasado. Todos ellos desaparecerán. La oficina de licencias cerrará y sus empleados podrán por fin descansar, así como el mecánico de barrio, el jalador de la esquina, el ratero de espejos y de limpiabrisas y el traficante y el vendedor de autopartes mal habidas.

No serán necesarios el seguro contra todo riesgo, ni la revisión tecnicomecánica, ni el seguro contra accidentes, ni siquiera los airbags harán falta, de modo que las compañías aseguradoras van a ver, por primera vez en su historia, cómo sus ingresos descienden por sustracción de materia.


...el malabarista de semáforo busca una moneda a cambio de jugar con sus bolas...



El avezado limpiador de vidrios de semáforo o el malabarista que busca una moneda a cambio de jugar con sus bolas mientras cambia el semáforo, también quedarán cesantes, ya que los ocupantes del vehículo no manejarán efectivo y estarán idiotizados con una película o una serie por internet, en un ambiente cerrado y aislado, así que no notarán su presencia.

El carro, bueno no el carro propio (esta institución llega a su fin), sino el servicio de transporte se pagará por suscripción y, por ejemplo, cuando usted vaya a salir de viaje, su maleta inteligente le dirá qué debe llevar según su destino y la duración y el propósito de su viaje[2] y solicitará el servicio de transporte adecuado, para la clase y la cantidad de pasajeros de que se trate.

Los actuales fabricantes, importadores, distribuidores, vendedores, ladrones y recicladores de pitos, cornetas, boceles y rines de lujo, luces de neón, pick ups de 8 vías con planta y tweeters independientes, luces exploradoras y en general, de cuanto gallo vemos hoy adornando nuestros vehículos, ya estarán quebrados para ese momento.

Claro, todo esto ocurrirá en el primer mundo, porque aquí el mal estado de las vías hará que los autos sí necesiten repararse con gran frecuencia, los políticos se inventarán la revisión técnicoelectrónica, se requerirá el examen microbiológico de la cabina en los centros autorizados, los limpiavidrios y artistas de la calle obstruirán el paso hasta recibir su moneda, los zorreros, bicitaxistas y mototaxistas (valientes renegados que se opondrán a la automatización), disputarán con los autónomos las vías y sí van a provocar accidentes y muy seguramente tendremos proveedores ilegales de corriente en las esquinas porque la mayor parte del tiempo los surtidores autorizados serán escasos, suministrarán voltajes inadecuados o estarán fuera de servicio. No será extraño que algún autónomo resulte secuestrado, desvalijado o incluso, que le introduzcan un “muñeco” para que cambie de ruta y lleve al pasajero a un futurista “paseo millonario digital”.





[1] Ubérrimo = conductor de Uber
[2] Ver el artículo “maleteando” en este mismo blog


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