Que el alcohol inunde sus corazones de alegría y
felicidad y se lleve todo lo que sea amargo
A los miles de lectores habituales de Pídase la otra que han logrado
posicionarnos donde estamos, es decir, nos han puesto en nuestro lugar,
provocando la envidia de medios similares, queremos enviarles un cálido mensaje
de año nuevo: ¡Ardoroso Año Nuevo! Ojalá se asen en alguna playa y puedan luego
refrescarse en el mar o bajo la lluvia torrencial que le sigue al inclemente sol
que nos agobia en estos días.
Un
mensaje muy especial les cabe a los dos inquebrantables lectores que nos siguen
desde Alaska, para quienes nuestras letras semanales con seguridad representan
un manantial de cálida compañía en medio de tan inclemente clima (ese sí que es
un clima salvaje, para consuelo de muchos).
También queremos resaltar la solidaridad que buscamos expresarles a
los miles de maridos oprimidos que han encontrado en nuestras historias
reflejos de sus apaleadas vidas y probablemente algunas salidas a ellas (y de
ellas), aunque estas solo consistan en sonreír luego de la relectura a
escondidas de la bruja y la hechicera, con sus inigualables lecciones
aborígenes.
Tendremos en nuestras fábulas de vida una pausa, resultante de las
festividades de fin y de principio de años, así que, aunque El Grinch vive entre nosotros, no lo
dejaremos ser partícipe de estas fiestas y vamos más bien a rellenar nuestro
espacio con refritos de envergadura breve (200 palabras) que esperamos no signifiquen
un interrumpido de ninguna novena ni de ninguna otra cosa, mientras regresamos.
¡Ahí nos leemos! ¡Extráñennos como nosotros a ustedes!