18 de agosto de 2017

ablución moderna

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Una cosa es la limpieza (mera urbanidad) y otra la purificación (sublime religión). 

Ablución es un término que denomina al acto de lavarse ciertas partes del cuerpo con el fin de purificarse en un sentido espiritual y no como simple acto de aseo. Se utiliza cuando se visitan algunos templos o monumentos sagrados y también en ciertos rituales de muchas religiones, tanto de oriente como de occidente.

Para establecer si allí se requiere el procedimiento de la ablución, cuando esté de paseo y visite un lugar sagrado, observe si hay alguna fuente de agua que invite al aseo: si hay una pila con forma de pez, ave, angelito, sirena o diosa, por ejemplo, que expulsa agua por su boca, trompa, hocico o incluso, por alguna parte noble, según la figura de que se trate, eso es sagrado. Puede tratarse también de una pileta, un pozo o un simple charco rodeado por un sardinel o, en instalaciones más modernas, una ducha, una manguera humedecida o goteando o incluso un lavadero de ropa, cerca de la entrada al lugar que se desea visitar. La presencia de una alcancía adornada con un símbolo sagrado y preservada por un candado formidable es una señal inequívoca de que, aparte de que debe abluirse antes de entrar, le van a cobrar por hacerlo (a lo cual denominan el óbolo).

Para abluevarse es necesario estar sucio o impuro, pero no ser impío. Si usted está recién bañadito y todavía huele a colonia o perfume, lo que va a hacer es contaminar la fuente de agua: no se ablueve. Si usted es abstemio, pero además es puro y casto, es célibe o no ha probado de sal (mantiene su virginidad o desde que nació ha vivido en verano), no necesita abluevarse: pase no más. Ahora, si usted es un devoto promedio y considera que tiene algún pedacito impuro, antes de introducirlo en el agua, piense en los que tiene detrás, que también tienen ganas de hacerse su ablución y a quienes podría no gustarles su acto. En cambio, si usted se baña únicamente una vez cada dos meses, no le gustan los rituales o es impío (lo cual significa que de religión no sabe ni pío), es agnóstico, ateo, comunista o simplemente cree que aparecimos en este planeta gracias a unos extraterrestres, mejor váyase a otro sitio turístico: esto no es lo suyo y va a quedar como mosco en leche.

Otro requisito básico para la ablución es la presencia de agua, el medio purificador por excelencia, pero siempre que no sea del río Bogotá, no tenga una lama verde encima y no posea un olor como a caño rebotado. Esa no sirve. Tiene que ser esa agua clara, transparente, libre de submarinos (sólidos suspendidos), insípida e inodora (pero no del inodoro) y de preferencia, estar corriendo (el agua, no usted).

Algunas religiones suelen incluir en sus rituales la exigencia del lavado de ciertas partes especificas del cuerpo como método de purificación espiritual. Ahí sí “antes de …” es preciso establecer bien qué es lo que usted cree al respecto, qué es lo que tiene sucio, cuál es la parte que se quiere purificar y qué es lo que va a hacer del cuerpo (de su cuerpo o con su cuerpo), dentro del templo.

Los judíos, que son muy desconfiados, ordenan que se haga una inmersión total en el agua para evitar que alguna parte se quede por fuera y por lo tanto sin desinfectar. Por su parte los musulmanes, tal vez debido a la poca disponibilidad que tienen del preciado líquido, aceptan que la ablución se haga con arena. Es decir, déjese caer encima de todo su cuerpo desnudo un par de volquetadas de arena y luego de la visita vaya a ver como se la quita de encima. Lo que si no es para nada recomendable es mezclar las dos técnicas, porque el agua y la arena juntas producen el efecto contrario al de una ablución, como bien queda demostrado luego de pasar un fin de semana en la playa.

Como regla general, forzosamente debe llevarse a cabo una ablución luego de haber dormido, secretado o excretado o si recientemente se ha tenido contacto con algún órgano sexual (propio o ajeno) o, en general, con algo o alguien impuro. Cuando se puede hacer con agua, la instrucción es lavar las palmas de las manos, aspirar agua por la nariz y escupirla por la boca, luego enjuagarse la boca muy bien por si la nariz estaba muy sucia, introducirse un dedo húmedo en cada oreja y lavar los genitales de uso frecuente (si lo requiere, utilizando el mismo método que con las orejas), con una intensidad proporcional a su frecuencia de uso, pero sin exagerar.

Los cristianos conservan el rito del bautizo como único caso de purificación con agua que se debe hacer antes de los seis años, probablemente para poder garantizar que no se es impío (aunque no se sepa de nada ni pío), pero sí abstemio, célibe y virgen. Por supuesto, se recomienda lavarle la colita al virginal bebé antes del acto, que haya hecho chichi (aunque no haya bebido mucho) y ojalá que haya tenido ayuno y reposo por lo menos 24 horas antes, para evitar sorpresas indeseadas.

Existe el caso del lavatorio de pies de los católicos y otros cristianos, en el cual el poderoso baja al nivel de cualquier infeliz para lavarle y besarle los pies o incluso, chupárselos, pero el ablusador debe tener el cuidado de no exagerar en el manoseo para no perder el efecto ablusivo. Un hecho curioso es que solo desde enero de 2016 se admite que se les haga este lavado a las mujeres (en público, porque vaya uno a saber cuántas veces se ha hecho en privado). Quizás tenga que ver con que este es el único caso de ablución en el cual se incluyen besos y caricias en el acto.

En muchos santuarios sintoístas y budistas hay fuentes dispuestas para que los visitantes se laven, principalmente las manos y la boca. Hace unos años, un devoto fundamentalista propuso instalar duchas en lugar de las mencionadas fuentes, ya que la mayoría de visitantes eran (y siguen siendo) turistas europeos, que dejaban los templos oliendo asqueroso luego de su visita y durante varios días. La propuesta tuvo gran acogida dentro del sindicato de aseadoras niponas de templos, pero fue vetada por la unión europea.

La herencia que nos queda hoy, culturalmente hablando, de estas prácticas religiosas, es la que nos lleva a bañarnos todos los días (al menos a quienes disponen del recurso hídrico para hacerlo) como método de purificación, luego de todas las porquerías que hacemos cotidianamente. En la sociedad actual, cada vez más sucia, menos casta y más impía (reimpía, podríamos decir), no basta con dejar correr el agua, sino que es necesario el uso de jabones íntimos para baño, desodorantes, exfoliantes, neutralizantes del pH y astringentes, acompañados de varios complementos como espuma, esponja, un buen estropajo, cepillo y, en casos extremos, hasta una grata de baño.

Se ha vuelto cada vez más frecuente el uso en los cuartos de baño modernos de copitos extractores de cera, aspersores bucofaríngeos, chupas lavapezones, dildos fungicidas y bactericidas, supositorios limpiadores y desodorantes, rehimentadores de flujo invertido y glandeyectores con cápsula satinizadora, en parte porque nuestra conciencia es cada vez más negra y también porque cada vez nos queda más costra. Lo preocupante de este asunto es que el consumo de agua por persona se ha disparado enormemente ya que, curiosamente y tal vez por las razones expuestas, el baño personal ahora dura mucho más tiempo y lo deja a uno limpio, pero no purificado.

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