El mejor hoyo siempre está
bajo el par
El golf es un deporte de élite, reservado por definición para
personas adineradas, de estatus muy alto y con dotes excepcionales; para poder
practicarlo, los jugadores deben hacer parte de algún club exclusivo, vestir
elegantemente, tomar amarillo de marca y ser diestros con sus palos y bolas. También,
deben saber cuál es el palo más adecuado, según su longitud y los grados de la
cabeza, a la hora de conquistar hoyos difíciles, lejanos, con trampas o que no
les sean familiares.
Cada practicante debe cuidarse muy bien de tener a punto su equipo
completo, el cual no deja de ser extraño, pues incluye una bolsa, en la cual se
meten todos los palos, pero evitando que se rocen entre ellos, mientras que las
bolas se llevan por ahí, en unos bolsillos externos. Incluye accesorios muy
específicos, como toallitas y un pescabolas.
Para jugar, se agarra un palo duro (es clave la firmeza) y se
intenta meter las bolas en cuanto hoyo se vaya encontrando por el camino, ¡18
veces en una jornada!, pero con el menor número de tiros. Ahí estriba la
dificultad. Un buen jugador es el que logra meterla bajo el par.
Para lograr los 18 hoyos se usan los caddies, unos ayudantes que saben muy bien cómo es que se cargan
los palos y las bolas, cómo moverse, darle mejor con el palo y cuál es la mejor
cabeza para cada hoyo; inclusive, pueden advertir sobre los riesgos de cada
hoyo y hasta aconsejar cómo acomodarse para que el swing y el downsizing
sean suficientemente satisfactorios durante todo el match.
Normalmente no se logra meterla a la primera, una situación
excepcional que se denomina hole in one (hoyo en uno), sino que cada hoyo requiere
de varios tiros, pero entre menos haga alguien se dice que es mejor jugador o,
en términos del juego, se ubica mejor bajo el par. Un jugador será calificado
como Bogey (un aparecido) si utilizó
demasiados tiros o birdy (pajarito), eagle (águila) o albatros según haya utilizado menos tiros para embocarla.
Así que se debe saber muy bien la mejor manera de aprovechar cada
uno de los tiros, iniciando por el approach
(de aproximación), que es con el que se comienza a buscar el hoyo, de manera
digamos grosera, por lo cual se manda muy fuerte con el fin de que le caiga lo
más cerca posible, para irse arrimando luego desde el green y llegar al exigente put,
con el cual cada bola se debe deslizar siempre de manera suave y casi
imperceptible hasta penetrar en el hoyo. Ahí es cuando se escuchan los aplausos
de la concurrencia.
Ahora, si alguno la mete de una (hoyo en uno), se vendrán las
ovaciones a coro, el whisky a chorros y los titulares a granel y su fama
trascenderá, por supuesto mejorando su score,
su performance, su handicap y otros términos similares,
todos en inglés, que lo describen como un ganador y lo hacen digno de
pertenecer al winner circle.
No todos los hoyos son iguales, ya que cada uno tiene su grado de
dificultad, según factores como la inclinación, la distancia entre los hoyos y
su profundidad, la visibilidad y la aspereza (rough), que se refiere a qué tan bien cuidada esté la zona donde
crece la hierba y qué tanto se haya cortado o si se ha dejado silvestre. En
general, la maleza es usada como "obstáculo natural".
Pero, el hoyo ocho, determina la clase de jugador que está en el campo.
Según la mayoría, es el de más difícil acceso, pero a la vez el más excitante,
pues, aunque es donde el jugador está más lejos del par, una vez se llega a él
ya quedan definidas muchas cosas en el juego y se sabe cómo avanzará el resto
de la jornada.
Tanto es así que muchos campos son famosos por su hoyo ocho y son
sus características intrínsecas las que le dan prestigio y renombre a un
torneo. También suelen ser los más costosos, los más codiciados y los que
reportan las bolsas más grandes para los ganadores. De ahí que todo buen
jugador suele entrenar en casa, para no hacer, cuando le toque una faena de
campo, el oso en vez del ocho.