Algunos de
nuestros queridos padres de la patria, aprovechando que, según ellos, estamos
en el paraíso, pues este país funciona mejor que Suiza y dado que, aunque ellos
se aparezcan a sesiones solo dos o tres veces por semestre, no se han perdido
de nada (tal cual pasa con las telenovelas), están proponiendo el cambio de
denominación de nuestra moneda, buscando eliminar no solo el rastro del funesto
pasado de sus millonarios desfalcos, sino también su gastado nombre, para que
nuestra débil memoria ciudadana no haga remembranzas indeseables. ¡Ah! y, de
paso, restarle unos cuantos ceros, los cuales, según sus matemáticas futuristas,
no afectan para nada cifra alguna, sin importar si están a la izquierda o a la
derecha. El lobo feroz no pudo con los tres cerditos, pero ellos no dejarán ni
rastro de los tres ceritos.
Puesto que ya nos habíamos anticipado a eso de quitar los ceros, queremos ampliar la
propuesta para que se adopte la Luka como nueva moneda nacional, lo cual facilitará
en grado sumo la transición y así quitarnos ese peso de encima de manera rápida
y sin traumatismos.
La Luka, exenta ya de los tres ceritos, es una denominación
conocida en todo el país y utilizada por muchos como medio transaccional
corriente, o sea que ya es de uso cotidiano. Por el otro lado, este sonoro nombre
se presta para las necesarias pe-lukiadas que a veces hay que hacerles a los
presupuestos, no tiene parangón ni similitud con ninguna otra moneda y se
ajusta a estándares internacionales. Está todo servido.
Para eliminar todo vínculo con el pasado sugerimos que los nuevos
billetes, en lugar de próceres caducos, especies en vía de extinción o imágenes
religiosas de santos que ya nadie quiere, muestren más bien íconos relativos al
diario vivir de los ciudadanos como, por ejemplo, las imágenes de una estación y
un bus de Transmilenio en hora pico, un acuario con empanadas, papas rellenas y
pasteles de yuca, las deliciosas curvas de algunas de nuestras bellas y afamadas
vedettes o el afable rostro del director técnico que ha llevado a la selección a
dos mundiales de futbol seguidos. Estas cosas van bien con todo el mundo en
todo el territorio nacional y le permitirán a cada quien embolsarse sus lukitas
con una eterna sonrisa, para que sigamos siendo el país más feliz del mundo.
Los molestos centavos y las monedas desaparecerán también y el pueblo
deberá acostumbrarse a realizar sus transacciones solo con números cerrados,
eliminando esas fracciones que nadie sabe manejar y que sólo sirven para
enredar la vida.
Además, la Luka sirve de catapulta para una nueva moneda virtual,
el Lukoin, que estamos en mora de emitir, pero que será el próximo paso en la afortunada
carrera por la modernidad, que impulsan los padres de esta paradisíaca patria.
Así, ya no será motivo de escándalo que se desaparezcan del erario
público 20 Millones de Lukas, cifra irrisoria para cubrir un servicio de asesoría
o un estudio para el metro.Tampoco lo será que en un futuro se pierdan 20 Mil
Lukoins, cifra más que ridícula y sin mayor trascendencia, sobre todo porque,
como es dinero virtual, nunca estuvo realmente en las manos de nadie y nadie
tendrá que responderle a nadie cuando nadie los encuentre.
Ahora bien, como el principal argumento
para el cambio de denominación es dejar por fuera de circulación y sin valor
los dineros ilícitos escondidos, qué mejor que la Luka para hacerlo, pues nadie
se guarda una Luka, ya que uno siempre se la quiere gastar como mostramos en 10 Lukas.
Como ya nos tienen acostumbrados,
los grandes problemas se pueden resolver de manera sencilla con un decreto, una
intrincada ley llena de parágrafos o, en este caso, una nueva moneda que, como cualquiera
entiende, para sacarlos adelante y dejar atrás todo ese tormentoso pasado (que
se puede borrar con una simple firma), solo es necesario invertir una cuantas
lukas. Es la costumbre.