Los frutos del bien y del mal
La
manzana es una fruta. Solo una fruta. Pero, se le han asignado papeles determinantes
en la historia de la humanidad.
Se le endilga,
por ejemplo, la expulsión del paraíso, que conlleva los trabajos forzados a los
cuales nos sometió la curiosidad de nuestra compañera, que nos hizo caer en tentación,
pero sin librarnos del mal, situación que se repite hasta hoy.
(Le puede interesar también la Precuela Bíblica)
Una
manzana, destinada a la más bella, durante una boda en la antigua Grecia, vino
a desencadenar una cruenta guerra, donde miles de hombres se pelearon a muerte
por los favores de una dama. ¿Suena como lo que sigue sucediendo hoy en día?
Los
suizos tienen su héroe de la independencia, una versión masculina de nuestra “Pola”,
quien fue obligado por el mandamás de la región a clavar una manzana apoyada
sobre la cabeza de su hijo, como castigo a su desobediencia. Este acto abusivo
condujo a la rebelión de las masas y se convirtió en la mecha que prendió la pólvora.
Lo que le había sacado la piedra a Guillo era que todo lo que él y su niño tenían
para el almuerzo ese día era la triste manzana.
Sir
Isaac Newton, logró postular la ley de atracción de las masas gracias a la
observación de una manzana. Aunque esta ley mantiene a los planetas girando
tranquilamente, no explica por qué no nos atraen las gordas, como lo presentamos
en la Ley particular de repulsión. Pero, se mantiene
la armonía universal. Y todo, gracias a una manzana.
Más recientemente
se supo de una bella jovencita que sedujo a siete enanos a la vez, con el propósito
de quedarse con sus bienes y una mina que explotaban, pero de nuevo la envidia
de una de sus congéneres (conocida como La bruja) la hizo tener un buen susto
con una manzana. Finalmente cambió de marrano, ya que siete, aunque enanos,
eran muchos para ella y se quedó con un joven tonto, pero también rico, con el
que cumplió su sueño.
En el
Siglo XX, Alan Turing, padre de la computación y la inteligencia artificial,
murió envenenado por una manzana con la que se atragantó como Blanca Nieves y
casi por idénticas razones, por andar involucrado con enanos, pero esta vez de
pensamiento y humanidad. Aunque no pudo tener su príncipe, fue la mismísima reina
quien, cincuenta años más tarde, tuvo que liberarlo de toda culpa.
Luego,
unos mechudos ingleses se congregaron alrededor de otra manzana y se convirtieron
en la más famosa banda que hemos conocido hasta hoy, superando incluso a los
rastrojos y al clan de Sinaloa.
Ya en el
Siglo XXI, encontramos la manzana en el nombre y el logotipo de una de las
compañías más famosas y reconocidas de la actualidad y cuyo creador fue expulsado
del paraíso que él mismo había creado, algo similar a lo de Adán, pero a diferencia
de Blanca Nieves, él sí volvió y echó de la mina de diamantes a los enanos.
Y está,
por último, la más apetecida por la sociedad actual, la que congrega al
capitalismo en pleno, símbolo de poder, riqueza y desigualdad, tesoros, sueños,
mujeres, envidia, guerra y muerte. Todo aquello que ha motivado las desgracias
que han acompañado a casi todas las manzanas, se conjuga allí, en la mayor de
todas, en “La gran manzana”.
En
resumen, al principio de los tiempos Eva observó una manzana, cayó y llegó a un
estado de gravidez. Tres doñas se pelearon por una manzana y cayó Troya, con hechos
de gravedad. Siglos después Newton observó una manzana que cayó y le pareció
que había que establecer una ley de la gravedad. Blanca Nieves le cayó a siete
enanitos y se agravó con una manzana, pero no llegó a la gravidez, así que el asunto
no tuvo ninguna gravedad. Turing también probó una manzana y cayó gravemente muerto.
La
manzana ha producido riqueza y devastación sin límites. Basta ver que la ciudad
que más veces ha sido destruida hasta hoy ha sido Nueva York, para comprender
que la fruta en cuestión tiene su veneno.
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