30 de diciembre de 2017

ONANISMO EXTREMO

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Todo lo que se ha dicho sobre el onanismo es pura paja. 

Según la versión oficial, el hijo mayor de Judá, Er, “fue malo a los ojos de Jehová y Jehová le quitó la vida”. Entonces su hermano Onán tuvo que desposar a Tamar, la viuda, como lo dictaba la norma del momento. Pero, el hijo que Onán engendrara ya no sería su hijo, sino que perpetuaría el nombre de Er; así que, ante la perspectiva de ser convertido en segundón, el pobre Onán en lugar de embarazar a la dama “vertía en la tierra, por no dar descendencia a su hermano”. De este modo, inventó el método del coitus interruptus. Es como está escrito.

Como todos sabemos (ya se los contamos en el salón de las dos verdades), desde tiempos ancestrales las cuñadas han tenido un irresistible atractivo, así que el chisme de corredor parece tener mayor apego a la verdad: Onán le tenía ganas a su cuñis y organizó la muerte de su hermano, como se estilaba en esos tiempos.

Y el chisme parece aún más acertado cuando refiere que la zunga de Tamar le dijo a Onán que a ella no le gustaba su método de planificación sino el del ritmo, pero el pobre hombre (que era totalmente descoordinado), no lograba seguirle el ritmo a ella, perdía el paso y se paraba, se salía o terminaba cuando no era el momento adecuado y esto produjo los obvios problemas maritales que los llevaron, a ella a buscar consuelo en otro lecho y a él a buscar consuelo en manuela, con tozudez, “por no dar descendencia a su hermano”.

Onán entonces, se arrancó a liberar por doquier sus millones de potenciales zagales y pastores cada tercer día como todo libertino promedio, pero Tamar, indignada, clamó en oración por las múltiples manchas que atiborraban el tapete, el techo, las sillas, las cortinas, las sábanas y hasta los fardos de las túnicas limpias y eso que ella no era quien tenía que limpiarlas. “Y desagradó a los ojos de YAHVE lo que hacía, y a él también le quitó la vida”.  Y decidió hacerlo de forma extremadamente cruel:

Onán empezó a experimentar una producción exagerada e inusual que lo obligó a realizar su tarea ya no cada tercer día, sino hasta tres y cuatro veces cada mañana y cada tarde. Esta situación le produjo llagas, callos, daños en la muñeca y hasta en el manguito rotador, fibrilación muscular masiva, artrosis… hasta que finalmente murió, en medio de intensas convulsiones y terribles dolores óseos y musculares. Ahí sí que no hubo trapitos con que cogerlo y el hombre, literalmente, se ahogó en su propio e involuntario cocinado.

Se ha dicho oficialmente que el invento de Onán tuvo mal recibo en la sociedad de la época y que fue por ello que recibió tan duro castigo, como se suele castigar todo acto de independencia (véase la precuela bíblica), pero el corrillo popular contradice esta versión y en cambio habla de una cascada de nuevos descubrimientos originados en el onanismo y recibidos con gran entusiasmo por la sociedad: el celibato, la soltería, el consolador, las muñecas inflables, las videoconferencias eróticas, las líneas calientes y otros tantos más.

Lo que sí es cierto en todas sus versiones es que todos hemos sido presas del onánico deseo y que más allá de las motivaciones particulares, seguiremos practicando el yo con yo en la medida en que nuestro amor propio nos lo exija.

1 comentários:

  • 6 de enero de 2018, 5:29 a.m.
    Unknown says:

    Mmmmmmm......

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