1 de diciembre de 2017

como cuidar una flor

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Consejos para evitar que su flor se vea mal y se ponga peor.

El papel esencial de una flor es fabricar la semilla. Ya lo sabíamos. Las flores se reproducen gracias a dos partes fundamentales: el estambre y el pistilo. El estambre se encarga del polen, que es apetecido no solo por el pistilo (el órgano reproductor femenino, que contiene el ovario y los óvulos), sino que también la abeja, el chupaflor y muchos otros agentes ajenos se gozan al introducírselo. Estos sujetos se denominan polinizadores. 

Ahora bien. Como las flores son estáticas, para ser fecundadas requieren atraer a los polinizadores hasta ellas, pues una vez polinizado, el óvulo se convierte en semilla. Lo consiguen todo el tiempo, pero no con la forma ni la textura de sus pétalos, sino utilizando argucias como adornarse, contonearse, abrirse y buscar ser provocativas al exhibir colores brillantes, expedir aromas atrayentes y ofrecer sabores exóticos, delicias que seducen al polinizador de modo tal, que este queda atrapado y no podrá escapar a la magia de sus encantos. Así es como se aseguran de que el polen llegue a su destino. 

Todo este proceso será exitoso solo si la flor atrae lo suficiente: si se ha cuidado convenientemente y huele rico. De lo contrario, el efecto será adverso, por no decir perverso. Puesto que, entre más bonita sea la flor, mayor es el agraciamiento (y el agradecimiento), es de vital importancia cuidarla para que mantenga una linda apariencia, con lo cual se consigue tanto perpetuar la especie como hacer que se disfrute perpetuándola. 

Mantenerla humedecida es un requisito esencial para que tenga buen aspecto y para que sea viable el proceso de polinización. Los métodos para hacerlo varían según la especie y el tipo de flor, el lugar donde se encuentre y los hábitos del cuidador. El riego por goteo suele ser lo más común, pero algunos especímenes prefieren el chorro a presión, aunque haya riesgo de afectar los pétalos o incluso el pistilo. Los aspersores, antaño muy comunes, han caído en desuso con los años y en general, por culpa del calentamiento global ya no se recomiendan. La lluvia dorada, que estilan algunos excéntricos, significa un exceso de humedad y de oloridad. 

El riego frecuente es muy importante si se la quiere mantener sana y lozana, despierta y alegre. Tanto a ella como a su dueña (y por ahí derecho, claro, a su usuario y/o al cuidador). Un verano prolongado termina marchitándola y una vez esto ocurra, no habrá santa Lucía que valga, así que ojo con el riego. Pero como en todo, sin pasarse de la raya, pues si se moja en exceso se desjareta, inunda, ahoga y pudre, todo lo cual produce baboseadera, humedad extrema, olor a pescado y el fatídico efecto de “bolsillo de payaso”. 

El enemigo número uno de toda flor es la maleza, que aparte de ocultarla, propicia el exceso de humedad y por ende el crecimiento de diminutos, pero siempre indeseados habitantes como hongos, bacterias y otras huestes, así que podar y desyerbar son tareas imprescindibles para el cuidado de la niña. Parafraseando al ginecólogo, ¡Cuidado: una cosa es la flor vaginal y otra muy distinta la flora vaginal! Así que es muy importante evitar que la segunda arruine a la primera. 

Además, los parásitos y vividores, que sólo buscan en la flor su propio beneficio, suelen secarla y acabarla con gran rapidez, frecuentemente con un efecto igual al ya descrito que produce el uso excesivo. Así que hay que esmerarse en cuidar que el polinizador sea el adecuado. Cierto tipo de pájaros y especies de mayor envergadura representan peligros terribles a la hora de la polinización. Cuando los polinizadores son de tamaño desproporcionado con respecto al tamaño de los pétalos o del pistilo, también terminan por arruinar la belleza de la flor, que en este caso muestra un aspecto similar al de un repollo antes de pasar a la ensaladera.

Se debe tener especial cuidado con las babosas y los babosos, que la embadurnan, deshojan y deterioran. Se recomienda el uso frecuente de matababosas y matapasiones para alejar a unas y otros, como el método más efectivo. Si bien el uso de fungicidas, herbicidas, floricidas o cualquier otro cida controla ciertas plagas, también es cierto que puede llevar a desarrollar enfermedades que a la postre terminan en males como los descritos, por lo cual se deben guardar precauciones a la hora de controlar las contaminaciones y las plagas. 

En fin, como se sabe desde hace mucho, mucho tiempo, son los cuidados permanentes, las caricias, las palabras dulces y la dedicación, fruto del amor y la ternura, así como el uso frecuente de la música y el baile e incluso de la poesía, lo que hará que una flor se muestre siempre dispuesta a ser cada día más bella y fragante para hacer feliz y placentera nuestra vida.

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