14 de octubre de 2017

daño en el opinadero

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Si tiene algo adentro, sáquelo, para que no se le pudra: Opine y participe, que se pierde más la vida si no lo hace. 

Parece ser una tendencia y un mal generalizado el daño en el opinadero. Las reuniones hoy empiezan con frases como: "no hablemos de política, ni de religión, ni de fútbol, ni de cine…", a pesar de lo cual terminan en riñas, rompimientos familiares, insultos, divorcios, cuando no en que uno de los protagonistas resulta descuartizado, abaleado o víctima de objetos cortoperforantes.

Con tanto tema vetado y tanta violencia histórica, es fácil entender que, en lugar de opinar, la gente prefiera dejarles a otros esa opción y limitarse a digitar un emoticón; quienes participan en los programas de radio, llamar a dar su like hablado; en televisión cada segundo es muy caro, así que se prefieren los tuits. Pero, resulta que en internet no se deben exceder los dos renglones, para no aburrir a los lectores. (En este punto quizás ya hemos perdido al menos a la mitad de los nuestros).

Pero de otro lado, perder nuestra capacidad de disentir, de aportar, de controvertir y de expresar nuestro parecer nos convierte en miembros de una colmena, en borregos de un rebaño o en una más de las hormigas que todos los días llevan su trozo de hojita a su casa, sin protestar.

Es por eso que ahora todo se reduce a algo que a la gente le encanta coleccionar, como un like o una carita feliz, para mencionar sólo los iconos más generalizados, porque hay otros que lo dejan a uno con la incertidumbre de si es que lo están madreando, saludando o vapuleando y las opiniones se dejan a la interpretación del interlocutor, quien puede por supuesto, pensar lo que le venga en gana.

Para contrarrestar este mal de la sociedad moderna, planteamos aquí unos consejos sobre cómo iniciar una conversación sin que el interlocutor se moleste o, al menos, para evitar las consecuencias del enojo. Por supuesto, la premisa fundamental es hablar sin alterarse, con tono de voz firme pero suave (con carácter, pero sin violencia), haciendo contacto de ojo (no mal de ojo), respirando profundamente, alejando pensamientos negativos (eso de "aquí viene otra vez este tarado con su perorata", no ayuda para nada).

Recordemos que el primer paso para perdonar es aceptar que el otro es pendejo y que eso no se le va a quitar. Y que no sobra, de ser posible, ubicarse cerca de la puerta o en un espacio abierto para poder echar a correr si hace falta.

He aquí algunas frases muy útiles para iniciar un diálogo constructivo:

Ante todo, guarde ese machete que parece jornalero.
Quiero que sepa que estoy tomando clases de Hapkido y ya soy cinturón verde.
Recuerde que mi mamá lo quiere a usted como a un hijo.
Usted si sabe quién soy yo, no se haga el pendejo.
A veces parezco terco, pero se me pasa rápido.
No importa lo que le diga a continuación, mañana no me acordaré.
Me fue requetebién en mi examen de audiometría, estoy oyendo perfecto por los dos oídos.
¿Sabe que a mi papá le decimos “Piraña”?
Más importante que las posiciones es el objetivo, dice el Kamasutra.
Esta agua de panela está bien caliente.
No soy como Santo Tomás, odio meter mis dedos en las llagas.
Recuerda que la verdad de ayer es la mentira de hoy
Quítese de la puerta que me tapa la brisa
Los hombres no son iguales. Colt los hizo. (estoy mancao).
¡Pídase la otra!

Con estas herramientas, ya podemos opinar sin temor a equivocarnos o a perder la vida. De lo contrario, seguro nos equivocamos y perdemos nuestra vida.

4 comentários to “daño en el opinadero”

  • 15 de octubre de 2017, 6:43 a.m.
    JuanGue says:

    😱

  • 16 de octubre de 2017, 9:06 p.m.
    Nina says:

    Tal vez por lo que está pasando en los medios de comunicación, los periodistas o adulan o atacan a sus entrevistados. Nos estamos quedando sin criterio... sin palabras.

  • 20 de octubre de 2017, 10:56 p.m.

    Muy elocuente tu respuesta, Juan. Y volvemos a lo mismo: ¿Cómo interpretarla?

  • 20 de octubre de 2017, 10:57 p.m.

    De acuerdo, Nina. Lo mejor para no quedarse sin palabras, es regalarle al mundo nuestras palabras. Gracias.

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