Si tiene algo adentro, sáquelo, para que no se le pudra: Opine y
participe, que se pierde más la vida si no lo hace.
Parece ser una
tendencia y un mal generalizado el daño en el opinadero. Las reuniones hoy
empiezan con frases como: "no hablemos de política, ni de religión, ni de
fútbol, ni de cine…", a pesar de lo cual terminan en riñas, rompimientos
familiares, insultos, divorcios, cuando no en que uno de los protagonistas resulta
descuartizado, abaleado o víctima de objetos cortoperforantes.
Con tanto tema
vetado y tanta violencia histórica, es fácil entender que, en lugar de opinar,
la gente prefiera dejarles a otros esa opción y limitarse a digitar un emoticón;
quienes participan en los programas de radio, llamar a dar su like hablado; en televisión cada segundo
es muy caro, así que se prefieren los tuits. Pero, resulta que en internet no
se deben exceder los dos renglones, para no aburrir a los lectores. (En este
punto quizás ya hemos perdido al menos a la mitad de los nuestros).
Pero de otro lado, perder
nuestra capacidad de disentir, de aportar, de controvertir y de expresar
nuestro parecer nos convierte en miembros de una colmena, en borregos de un
rebaño o en una más de las hormigas que todos los días llevan su trozo de
hojita a su casa, sin protestar.
Es por eso que
ahora todo se reduce a algo que a la gente le encanta coleccionar, como un like o una carita feliz, para mencionar
sólo los iconos más generalizados, porque hay otros que lo dejan a uno con la incertidumbre
de si es que lo están madreando, saludando o vapuleando y las opiniones se
dejan a la interpretación del interlocutor, quien puede por supuesto, pensar lo
que le venga en gana.
Para contrarrestar
este mal de la sociedad moderna, planteamos aquí unos consejos sobre cómo iniciar
una conversación sin que el interlocutor se moleste o, al menos, para evitar las
consecuencias del enojo. Por supuesto, la premisa fundamental es hablar sin
alterarse, con tono de voz firme pero suave (con carácter, pero sin violencia),
haciendo contacto de ojo (no mal de ojo), respirando profundamente, alejando
pensamientos negativos (eso de "aquí
viene otra vez este tarado con su perorata", no ayuda para nada).
Recordemos que el
primer paso para perdonar es aceptar que el otro es pendejo y que eso no se le
va a quitar. Y que no sobra, de ser posible, ubicarse cerca de la puerta o en
un espacio abierto para poder echar a correr si hace falta.
He aquí algunas
frases muy útiles para iniciar un diálogo constructivo:
Ante todo, guarde
ese machete que parece jornalero.
Quiero que sepa que
estoy tomando clases de Hapkido y ya soy cinturón verde.
Recuerde que mi
mamá lo quiere a usted como a un hijo.
Usted si sabe quién
soy yo, no se haga el pendejo.
A veces parezco
terco, pero se me pasa rápido.
No importa lo que
le diga a continuación, mañana no me acordaré.
Me fue requetebién
en mi examen de audiometría, estoy oyendo perfecto por los dos oídos.
¿Sabe que a mi papá
le decimos “Piraña”?
Más importante que
las posiciones es el objetivo, dice el Kamasutra.
Esta agua de panela
está bien caliente.
No soy como Santo
Tomás, odio meter mis dedos en las llagas.
Recuerda que la
verdad de ayer es la mentira de hoy
Quítese de la
puerta que me tapa la brisa
Los hombres no son
iguales. Colt los hizo. (estoy mancao).
¡Pídase la otra!
Con
estas herramientas, ya podemos opinar sin temor a equivocarnos o a perder la
vida. De lo contrario, seguro nos equivocamos y perdemos nuestra vida.
😱
Tal vez por lo que está pasando en los medios de comunicación, los periodistas o adulan o atacan a sus entrevistados. Nos estamos quedando sin criterio... sin palabras.
Muy elocuente tu respuesta, Juan. Y volvemos a lo mismo: ¿Cómo interpretarla?
De acuerdo, Nina. Lo mejor para no quedarse sin palabras, es regalarle al mundo nuestras palabras. Gracias.