Si una ley física no explica todos los casos ya no es
universal. Planteamos una ley particular para los casos de las minorías, tan de
moda por estos tiempos.
El gran genio de la
física Isaac Newton postuló en 1687 la clásica Ley universal de la atracción de
los cuerpos, según la cual “la fuerza de atracción entre dos cuerpos, es
proporcional al producto de sus masas (m1 y m2) e inversamente proporcional al
cuadrado de la distancia (r) que los separa”. Esto se expresa con la ecuación
que encabeza este artículo, lo cual significa que, a mayor masa, mayor
atracción. Y que este fenómeno aumenta cuando “la distancia se va haciendo
menos” (como dijo José Alfredo). Además, introdujo un valor constante (G) para
considerar aspectos particulares de la atracción, aún no conocidos.
A muchos hombres (a muchos, no son todos) no les atraen las gordas. Y,
mientras más gordas, menos les atraen. Esto nos hace pensar que la ley de
Newton debe ser corregida, ya que no es tan universal como nos han hecho creer.
En primer lugar, no se necesita ser un genio matemático para afirmar que
en este caso la ley de atracción debería enunciarse al contrario de lo que se
ha enseñado durante siglos. O sea, que mientras mayor sea una masa (al menos la
de una gorda), menos atraerá a la otra (en la mayoría de los casos). Y menos
aún, si está demasiado cerca. Esa es una verdad de a puño.
E incluso, puede llegar a ocasionar una fuerza de repulsión de mayor
intensidad que la que se presenta entre dos polos magnéticos iguales. Por
ejemplo, si la gorda está adornada con pelos, acné, malcachupe, sarro, seborrea
u otras características anti-sexys. Esto explica por qué se requiere en la
ecuación una constante (G) que nos
permite expresar la gravedad de este tipo de asuntos y cómo es que se oponen al
estado de gravidez. Así que seguiremos dejando ahí quietecita esa constante en
la ecuación, no sea que el sabio sí haya tenido la razón y nos arriesguemos a
afectar la física (o el físico) de alguien de aquí en adelante. Se
puede exceptuar de este análisis a las gordas del maestro Botero, así que tal
vez él pudiera aportar alguna contribución a este tema (Maestro Botero, por
favor, diríjase a la sección de comentarios, al final de este artículo).
Pero, nótese además que hablamos de que estas afirmaciones se refieren
a la mayoría, a algunos, a casi, a los que más... en fin, no describe TODOS los
casos ni a todos los cuerpos y no tiene en cuenta los casos de repulsión, así
que de cualquier manera llegaremos a concluir que la ley de atracción de Newton,
pues finalmente no es tan universal.
Tanto es así, que termina por entrar en conflicto con la conocida
expresión “ve, aquella tiene un buen
lejos”, que se refiere al caso particular en el cual la fuerza de atracción
de una nena es poderosa inicialmente, pero va disminuyendo a medida que ella se
acerca. En matemático, para que lo entienda el genio, significa que esa fuerza
de atracción es inversamente proporcional a la distancia y que, cuando esa
distancia se acerca a cero (o sea, si la gorda se arrima mucho), tiene lugar un
proceso de repulsión, es decir, la fuerza de atracción se hace negativa.
La ley que enunció el genio de Oxford tampoco tiene en cuenta aquellos
casos en los cuales los dos cuerpos son muy diferentes y una de las masas es
muy pequeña con relación a la otra. Obviamente, cuando el cuerpo de mayor masa
se acerca demasiado, el de menor masa sucumbirá bajo una frase del tipo de un
gutural “te tengo, papito” y este terminará
aplastado.
En la ecuación del profesor británico, el denominador es el cuadrado de
la distancia (nunca hemos entendido por qué en toda ecuación debe haber un
cuadrado). Un decúbito es mucho más atractivo, sobre todo si es el decúbito
dorsal o mejor aún el inverso al dorsal. El papel del cubo resulta mucho más
evidente, pues la masa del cubo se hace más atractiva. Es claro entonces, que
hay que meterle el cubo a la ley de la atracción de los cuerpos. Y, además, hay
que revisar si debemos tenerlo encima o debajo de la ecuación.
Emplear el cubo de la distancia, nos resuelve además las inquietudes
planteadas respecto a quienes tienen “buen lejos” e introduce en la ecuación un
componente que anticipa la velocidad a la cual sale disparado un cuerpo pequeño
en respuesta a la repulsión producida cuando no tiene lugar una atracción adecuada.
La famosa ley a la que nos hemos venido refiriendo, debería entonces
ser reformulada para que responda a los fenómenos descritos. Pero, como todos
saben, esa ley es la que hace que los planetas permanezcan en sus órbitas y no
queremos crear un caos planetario ni mucho menos entrar en polémicas con las
universidades de Oxford ni de Princeton, así que proponemos una solución
salomónica: una nueva ley que mantenga el universo como ha venido existiendo y que,
por su lado, explique el alejamiento corporal que describimos acá.
Presentamos entonces, en primicia exclusiva, la Ley particular de la repulsión de ciertos cuerpos. Este principio que
describe el efecto producido por la interacción de dos cuerpos cuyas masas son m1 y m2, se plantea mediante la ecuación:
En donde:
·
R es la Fuerza de Repulsión y corresponde a la fuerza
que obliga a uno de los cuerpos (generalmente el de menor masa) a ser despedido
y desaparecer, con una aceleración directamente proporcional a la misma.
·
El
factor de repulsión g (de guácala), introduce los valores
morfológicos de un cuerpo que hacen aumentar esa fuerza de repulsión en el otro
cuerpo.
·
El
denominador (m1) quedará
más aplastado mientras mayor sea la diferencia de masas con el que está encima
(m2). En cambio, si ella
es livianita, la diferencia de masas será negativa, el resultado de la ecuación
será menor a cero y la fuerza ya no será de repulsión, sino que se convertirá
en una fuerza de atracción (-R = F), como quería Newton.
·
Y
esa fuerza será mayor (en proporción cúbica), cuanto mayor sea la distancia (d) a la cual llamamos distancia de despido del decúbito, es
decir, la distancia a la cual un cuerpo deja de parecer atractivo. Para ponerlo
en cristiano: si una persona nos parece poco atractiva a diez cuadras de
distancia, mientras más se acerque menos atractiva resulta y más rechazo nos
genera: la fuerza de repulsión será mayor.
Como se puede comprobar matemáticamente, la Fuerza de Repulsión es nula
(R = 0) en aquellos casos cuando las masas m1
y m2 sean iguales (la
diferencia es cero: los dos con cuerpo de gimnasio o ella con banano y él con
barriga de camionero), el factor g
sea cero (cero pelos, perfume agradable, billetera abultada, guazamaya
portentosa y similares o se hayan ingerido dosis enormes de embellecedor) o la
distancia d sea cero (amacice total, ya estamos entrepiernados o estamos en
plena chupalina). Así se evidencia la validez de esta nueva ecuación.
Lo que hemos encontrado es que la ley de Newton es simplemente un caso
especial de aplicación de la ley de repulsión y solamente se aplica cuando la
Fuerza de Repulsión se hace igual a cero.
Así que no se deje llevar por un buen lejos. Dele tiempo al tiempo,
deje que la Óptica (un capítulo de la Física que usted verá después) haga su
trabajo y busque conseguir un cuerpo con una masa similar a la del suyo. Evitará
ser repelido o ser aplastado por una masa inmanejable, tener que hacer llamados
de auxilio, beber cantidades ingentes de etanol, correr despavorido o emplear
su fuerza en trabajos inútiles y desagradecidos.
Y así como te suena? : Por ejemplo, si el gordo está adornado con pelos, acné, malcachupe, sarro, seborrea u otras características anti-sexys...
Esto explica por qué se requiere en la ecuación una constante múltiple IBP(Inteligencia y la esencia de una Buena
Persona) que nos permite expresar la gravedad del desacierto en este tipo de asuntos y cómo es que se oponen al estado de estupidez.