23 de junio de 2017

Nuestros chinos y los chinos de los chinos

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La impresionante maquinaria industrial de la China y la desbordada explosión demográfica de esa nación se han convertido en una amenaza para la capacidad productiva y laboral del mundo. De seguro veremos florecer en los próximos años oficios como hacedor de chinos[1], auxiliar de trancón, ayudante de talanquera o finalista de reinado, entre otros que describimos acá.

Con el desarrollo industrial de la China y su descomunal capacidad productiva, es fácil prever que en muy pocos años ese país va a fabricarlo todo, desde el más sofisticado componente electrónico hasta la más autóctona artesanía de cualquier latitud.

Es comprensible que todo lo que sea hecho a mano sea hecho por un chino, dado que lo que tiene la China son manos. Pero es que esto también sucede con aquello que hacen los robots, como los diminutos componentes de un teléfono inteligente: también los hacen en China, unos robots. Y en China también se fabrican los robots que hacen este trabajo, diseñados en otros países, pero hechos en China. Así que, los hacen en China robots hechos en China. Y las piezas metálicas con las que se fabrican estos robots, son hechas en China. Y los hornos de fundición de metales son chinos también, como lo son los barcos en los que se transportan las materias primas para este proceso y como lo serán en unos cuantos años, chinos también, los mineros que extraigan esos materiales, de la tierra de su país de origen. 

Hasta hoy hemos convenido tácitamente que los chinos ponen su descomunal mano de obra y el resto del mundo pone el intelecto, la capacidad creativa y el diseño (lo que podríamos llamar coloquialmente el “fino detalle de coquetería”) y luego de que el producto ha sido fabricado, embarcado y transportado por chinos, en contenedores chinos y en barcos chinos, una vez puesto en puerto, nos haremos cargo del transporte interno, la comercialización y la distribución locales, cada uno en su país.


Habíamos convenido también que la innovación tecnológica y la investigación y desarrollo eran de otras partes y que los chinos sólo hacían copias de mala calidad (o de buena, si se les entregaban los planos y se les supervisaba). Pues no, eso tampoco está pasando ahora: los productos chinos son cada vez mejores y el área china de I+D ha evolucionado al punto que están metiendo sus chinas narices en todas las áreas del conocimiento y de la ingeniería.

Y como si fuera poco, puesto que su principal recurso es el chino, vemos que ahora están exportando chinos para que hagan el trabajo de campo también. Así que no hay que hacerse falsas ilusiones. En pocos años hasta el vendedor será chino: Servientrega será comprada por los chinos y entregará productos chinos, transportados en camiones y camionetas de la China, conducidos acá por chinos que se guían con GPS hechos allá y con ayudantes que serán chinos de la China. Y cuando pida un Uber le aparecerá un carro chino conducido por un chino que conocerá la ciudad mejor que cualquier chino de acá.


Ante esta preocupante perspectiva cabe preguntarse: ¿Qué vamos hacer nosotros entonces? ¿En qué vamos a trabajar? ¿Cómo mantendremos a nuestras familias? (Que seguirán creciendo, porque el trabajo de agrandarlas es uno de los que no le vamos a delegar a un chino). He aquí algunas opciones de oficios a los cuales podremos dedicarnos:

Cuidador de acera. Este es un ciudadano, hombre o mujer, que con una bayetilla roja sobre el hombro se pasea por las aceras, "aquí, ayudándoles a los conductores" a estacionarse en la vía y a que puedan llegar a su destino con la tranquilizadora frase de “ahí se le cuida, mono”. E, igualmente, tener la confianza de regresar al vehículo para encontrarse con un "bien cuidadito, madre".

Taponador de huecos. Este fulano cumple doble función porque no sólo rellena con recebo, desperdicios, trozos de ladrillo o barro fresco el hueco callejero (tan común en nuestras vías, avenidas y “autopistas”), sino que también recicla el pavimento que de todos modos se iba a quebrar, abriendo un hueco en una calle aledaña o en un tramo posterior de la misma vía para obtener material, con el cual sella el hueco que ya rellenó con desechos.

Paletero vial. No tiene nada qué ver con ningún carro de paletas. Se trata de aquel chino que está de pie en una intersección, armado con un silbato y una tabla (llamada paleta). La tabla exhibe las leyendas “PARE” por un lado y “SIGA” por el otro y en cuanto el semáforo cambia de color, el chino empieza a gesticular con la mano, el pito y la tabla para motivar a los conductores, tratando de que los carros crucen ágilmente la intersección, hasta cuando el semáforo cambie de color nuevamente.

Auxiliar de trancón. Cuando se presenta (es muy raro, pero se presenta) lo que en Bogotá denominamos un “trancón” (taco en Medellín, atasco en otras ciudades), aparece un chino que noblemente expone su cuerpo en medio de la calle para detener a los vehículos (como lo hizo el chino de Tiananmen), pero que además debe soportar estoicamente los insultos, el acoso pital y los empellones que le propinan con el bómper los conductores enfurecidos, cuando ven cómo pasan los vehículos que vienen de la calle lateral mientras ellos están detenidos. Al final se le pide una contribución al conductor favorecido, cuando llega al semáforo.

Jalador de carros. Es un agente, con uniforme y licencia oficial, cuyo quehacer es bastante extraño pues en lugar de ir al origen del trancón y deshacerlo, se limita a gesticular a mano limpia y a pito herido, como queriendo halar a los carros para aumentar su velocidad, con lo cual solo consigue ganarse el sueldo y hacer reír a los conductores. El trancón sigue igual, pero les da tiempo a otros agentes para cazar infractores.

Ayudante de charco. Dícese de un caballero isabelino vestido de harapos que, en días lluviosos, ubica una tabla sobre un charco, estratégicamente, para que los transeúntes puedan pasar de un lado a otro sin mojarse los zapatos, que, como son chinos, no van a aguantar una buena empapada. El personaje cobra peaje por el servicio. Lo único malo de este oficio es que se requiere que llueva.

Inspector de gran superficie. Este personaje es quien se encarga de solicitar el tiquete a la salida de un supermercado, para verificar que quien empuja el carrito si compró lo que hay dentro de él. Aunque este parece ser un oficio sin sentido, usted puede hacer estudios sobre neurosicopatología con este héroe de centro comercial, negándose a entregarle el tiquete: sus reacciones irán desde actitudes paranoides que buscan llamar su atención, elevación del tono de voz, sudoración intensa, hiperactividad para correr persiguiéndolo por todo el centro comercial, pasando por angustia tónico-clónica evidente y hasta histeria declarada.

Supervisor de talanquera. Esta persona se ubica estratégicamente entre el lector de código de barras y usted a la salida del parqueadero (estacionamiento, en otros países). Usted le entrega el recibo de pago y él lo pasa por el lector. Así la talanquera se levanta y usted puede salir sin ningún tropiezo. A veces puede encontrárselo, no en la talanquera sino junto a la máquina de pago, donde su función es la misma: tomar gentilmente su recibo e introducírselo por la ranura. Este parece ser otro oficio sin sentido, pero no es así: Si usted intenta pasar el recibo por el lector, el mecanismo no funcionará y usted quedará encerrado hasta cuando el funcionario aparezca. Él es el único autorizado en esas instalaciones para manipularlo e introducirlo.

Vendedor de agüecafé. Bueno, esta tradicional bebida, presente en cualquier fila, taco de tráfico, accidente de carretera o velorio (por mencionar algunos eventos), es preparada con agua, café y panela, luego transportada en un termo y servida en un vaso plástico desechable. Hasta a los chinos les gusta. Pero, no les gustará mucho prepararla (porque no les será posible) ni dispensarla con un innovador sistema automatizado o mediante un agüecafeducto, ni venderla a domicilio o por las esquinas. Esta bebida, hasta ahora autóctona, no se constituirá en un pingüe negocio para ellos, pues solo puede ser producida por aborígenes.

Falsificador de billetes. En esto somos insuperables, como se ha comprobado en muchos países. No hay chino que nos iguale a pesar de su largo historial de fusilamiento (entiéndase como la capacidad de copiar ilegalmente), cosa que llevan haciendo por décadas.

Futbolista revelación. Que es un generador de divisas, pues incluso se puede exportar al fútbol chino, el cual a decir verdad le ha invertido gran cantidad de dinero a su liga profesional con la esperanza de que sus jugadores aprendan este deporte por contagio, ósmosis, choque directo con jugadores talentosos o mediante la simple observación y visualización. Existen dudas sobre la efectividad de este proceso, pero nacionalizar latinoamericanos parece ser una alternativa muy fructífera si los chinos quieren emular el proceso estadounidense.

Finalista de reinado. Ahí sí, qué pena, pero pasarán otros quinientos años y nuestras bellas mujeres seguirán reinando (sobre todo en nuestros corazones y en nuestras venas). No habrá china que valga. Además, debido a la falta de oficio habrá más ferias y fiestas de las que hay hoy, así que nos la pasaremos en esas y aumentarán las posibilidades de poder coronar a alguna, en uno de los múltiples concursos que se abrirán por doquier.

Hacedor de chinos. Ya lo dijimos antes: este trabajo no estamos dispuestos a delegarlo. De todas formas, como no tendremos más qué hacer, ¡hagamos chinos! (Como parece ser la consigna actual en algunos estratos de nuestra población).

Escritor de blog. Los chinos, por supuesto, escriben y pronto lo harán en español, utilizando sofisticados programas de traducción. Pero, bueno, el saborcito de lo nuestro, emanado de nuestra indiosingracia, ese, no podrá reemplazarlo ningún chino.

Como se puede deducir, todo aquello en lo que se involucre nuestra reconocida "malicia indígena" será lo que nos permita enfrentar el inmenso desafío que tenemos frente al advenimiento de la ola amarilla, que cada vez presiona con mayor fuerza. No nos dejaremos rendir, porque siempre tendremos el “toque criollo”, que nos defenderá a capa y espada de la invasión china.




[1] Chino = En Colombia, chino es equivalente a niño, joven, muchacho, ayudante (de bus, de ruso, de volquetero, de camionero, de oficios varios), pelafustán, cotero, etc.

4 comentários to “Nuestros chinos y los chinos de los chinos”

  • 1 de julio de 2017, 6:26 a.m.
    Darayam2 says:

    Hola muchachos, encontré esta frase "ayudándoles a los conductores" creo que debería ir en comillas o decir ayudándole a los conductores sin la autorización de ayudándoles 😉

  • 1 de julio de 2017, 10:39 p.m.
    Nina says:

    ¡Uy chino!, "La ola amarilla" está acentuando las actividades del rebusque...

  • 5 de julio de 2017, 7:37 p.m.

    Muchas gracias por tu valioso aporte, Daniel. Ya lo corregimos.

  • 5 de julio de 2017, 7:39 p.m.

    Querida Nina, ya no nos va a quedar nada más que hacer. Solo rebusque. Y nosotros, que no paramos de hacer chinos...

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