Si usted no cumple
con las expectativas, está en alto riesgo de ser reemplazado por un bateador
emergente.
El béisbol es un
juego en el cual se utilizan el bate, las bolas y unos guantes especiales para
coger las bolas. Se enfrentan dos equipos de nueve jugadores cada uno
(novenas), sobre un campo de juego que tiene forma de diamante, con cuatro “bases”
en donde se hacen paradas y en una de las cuales, denominada “home”, se
inicia (si se logra hacer impacto con el bate) y se finaliza (si se recorrieron
exitosamente las paradas) la totalidad de un circuito, lo que se denomina una “carrera”.
Esto (iniciar y terminar) es lo que busca hacer el jugador de turno, bate en
mano (por lo cual se le llama bateador), conseguirlo más veces que sus contrincantes
y, de preferencia, lograrlo “de jonrón”, o sea, tan duro que no haya
forma alguna de pararlo en ninguna base y con la opción de terminar varias
carreras en una misma jugada, si tiene la fortuna de hallar que las bases están
llenas, de donde viene la expresión “sacarla del estadio”.
Cuando un jugador se
desempeña como bateador, tiene al frente a un oponente llamado “pícher”,
quien le tira las bolas, pero se esfuerza en hacerlo duro, rápido y fuerte,
siempre buscando que él no las pueda batear, sino que les lleguen a las manos
al “cácher”, quien se le pone por detrás, ya sea en curruca o de
rodillas. El pícher busca aprovechar las curvas y la velocidad con el fin de
sacar la máxima ventaja desde su sitio de juego que es el montículo, donde se ubica
y busca lucirse evitando que el bateador haga lo suyo y en todo caso tratando,
en cada jugada, de “poncharlo” (dejarlo “out”), haciendo que
maneje mal su bate y no atine.
Uno de los equipos
batea en primer lugar y luego de tres ponchadas o outs, es el
otro el que juega con el bate. Una vez que ambos han tenido el chance con el
bate y se han ponchado tres veces, se completa una entrada. Un encuentro
se juega a nueve entradas en total.
Se considera que el
bateador protagoniza el ataque, mientras que el pícher es el protagonista de la
novena que defiende el campo de juego. A veces, cuando las cosas se ponen
difíciles, entra en escena, a hacerse cargo del bate, un sustituto al cual se
le denomina “bateador emergente”.
Todas estas
situaciones presentan una asombrosa similitud con ciertas relaciones de pareja,
hasta el punto que se ha acuñado coloquialmente el término de bateador
emergente para aplicarlo a las relaciones sentimentales.
Generalmente el
bateador emergente ingresa cuando se presentan problemas con el bateo y se
espera que gracias a que son mejores su capacidad o su habilidad o es mayor su
fuerza para el bateo, se logre mejor desempeño sobre el terreno. También puede
ser una cuestión de estrategia del juego, ya que a veces, aunque el sustituto
no lo haga mejor que el oficial, sí suele hacer algún sacrificio adicional, con
tal de impulsar una carrera.
Se espera que el
bateador emergente se desempeñe con el bate mejor que el sustituido, aunque a
veces solo sea un jardinero bien dotado y muy atento, dispuesto a correr si
hace falta. Lo que sí es norma del juego es que una vez el bate oficial
reaparece en el campo, el emergente desaparece y ya no se le vuelve a ver por
el home.
El bateador emergente
puede reemplazar a cualquier bateador y por cualquier motivo (o descuido), pero
cuando el jugador sustituido es el pícher se le denomina designado.
Éste, el designado, puede aparecer en la primera entrada y repetir su accionar
en jugadas posteriores, cada vez que el turno se lo permita y dependiendo del
descuido del rival. Usualmente se anuncia desde el principio y se lo planilla
para entrar apenas se inicia el juego, pero se respeta la objeción que ponga el
pícher para evitar que lo sustituyan cuando sus lanzamientos han sido
certeros y se siente con la confianza suficiente para seguirle dando.
No hay emergente en
todas las ligas; la americana es la que lo acepta usualmente, junto con todas
las latinas, pero, por ejemplo, la nacional, que es de las más bravas, lo
prohíbe y deja que lo utilicen sólo si se trata de un amistoso o, en raras
ocasiones, cuando hay intercambios consensuados entre una y otra (en un bar
swinger, por ejemplo).
Es importante saber
que la edad constituye un factor preponderante en la decisión de llamar a un
emergente. Normalmente, al comienzo de su carrera, un jugador suele
desempeñarse maravillosamente, tanto en el puesto de bateo como en el de
picheo. Con el tiempo y dependiendo de su desempeño, es reemplazado
ocasionalmente por un emergente, que poco a poco se va acomodando al gusto de
la afición y de la crítica y así sus apariciones, antes esporádicas, se van
haciendo cada vez más frecuentes, hasta el punto que ya no se tiene claridad
sobre quién es quién.
Es evidente que todos
tenemos o hemos tenido un bateador emergente detrás (o al lado, para evitar
susceptibilidades) y con frecuencia sucede que hemos sido el emergente de
alguien, así que podemos, por ende, ser reemplazados en cualquier momento si
nuestro desempeño merma, el ausentismo se incrementa o la contraparte es
bastante imprevisible, por no decir casquivana. Como decía la abuelita: lo
único seguro en la vida es la muerte.
Una característica
destacada del emergente es que tiene buena relación con el banco y con las
ligas, lo cual le permite esperar pacientemente (como los más rapaces
depredadores) el momento propicio para saltar sobre su presa, por supuesto bate
en mano y dispuesto a demostrar sus mejores habilidades.
Curiosamente, a
medida que avanzan las entradas aumentan las posibilidades de que aparezca el
bateador emergente. Probablemente porque el asunto se va poniendo feo, el
cansancio empieza a notarse o porque la necesidad de salvar el partido se
vuelve más apremiante.
No obstante, ser
bateador emergente conlleva grandes riesgos, no solo por la tensión propia del picheo exigente y
la necesidad de ser un sustituto convincente en momentos críticos del juego,
sino principalmente porque él debe aparecer ahí, de repente, con la obligación
de ser exitoso sin haber realizado prácticas anteriores ni haber estudiado al
contrario previamente. Los nervios, la tensión, la presión externa, el temor a
la crítica y la ansiedad propios de las circunstancias, pueden arruinar lo que
debiera ser un momento de éxtasis y dejarlo muy mal parado o definitivamente,
sentado.
En fin, ya sea que
usted pretenda ser reconocido como pícher excelso o como bateador insigne o
ganarse con habilidad el puesto de bateador emergente, cada tipo de juego tiene
sus costos físicos y sicológicos, sus riesgos en función de la posición en la
cual prefiera jugar, pero también los premios, la fama y la gloria que todo
jugador busca conquistar. Piense bien cuál es su opción preferida para el
picheo y el bateo.
Interesante. Además de dejarme claro como se juega el béisbol, imposible con este artículo no poder recordar mi niñez. Era colegio femenino y de monjas, pero en el descanso jugábamos béisbol de manera informal, el bate era el puño con la mano cerrada y a cambio de estas pelotas duras, era una de caucho. La asociación y expresión de "bateador emergente" no la conocía, pero de ahora en adelante creo que la emplearé frecuentemente, porque hay muchos a mi alrededor con esa posición en el juego de la vida.
Querida Nina, nuestra intención no solo es la de entretener sino también la de enseñar, en cuanto resulte posible. Gracias por comentarnos que aprendiste algo con nuestro escrito.
Y gracias también por los aportes: Debido al objetivo de este artículo, no tuvimos en cuenta los sustitutos (que bien podrían considerarse como emergentes en ciertas situaciones) como una mano (cerrada, según nos cuentas) o juguetes de caucho, los cuales tenemos entendido que son muy socorridos en las instituciones monacales.
De otra parte, ojalá que este material te ayude a manejar de la mejor manera a los emergentes que conoces.
Y, como beneficio para nosotros, cuéntales de nuestra existencia. ¿Vale? Un abrazo.