¿Dizque reenvíe esto a todos sus
contactos y se gana esto o aquello o que si no lo reenvía recibirá el fuego
eterno? Publicamos este artículo como una tarea de responsabilidad social.
Todos hemos
recibido alguna vez por emilio, guazap, messenger o cualquier medio digital un
mensaje que nos promete el éxito, riquezas, salud, paz interior, el anhelado
amor (o al menos un novio gringo rico), el paraíso (tal vez el mismo que nos
ofrecen varias religiones, pero sin tanto sacrificio), comida en abundancia, un
viaje gratis en un crucero (o por lo menos en uber) y, en general, algo de todo
aquello que desea la gente, como resultado de lo que nos han vendido que es el
estilo de vida actual. A estos mensajes es a lo que denominamos LAS CADENAS.
Como sucede siempre en este mundo, nada es gratis. Pero la inversión que proponen en estos mensajes es realmente asequible: un poco de nuestro tiempo, alguna lectura en voz alta, depositar unos pocos dólares en una cuenta o un simple acto de fe. Nada más que eso.
A veces el truco se oculta de manera ingeniosa, cual serpiente venenosa, apelando al sentido de humanidad con una gentil invitación a ayudar, por ejemplo, a los niños con labio leporino. ¿Quién no quiere salvar a un labio de la leporinidad, sin que importe si es menor o mayor?
Otros nos prometen al igual que un mago de feria, premios increíbles, como compartir la fortuna de un excéntrico millonario que ya no sabe en qué gastarse su dinero y se le despertó el mecenas que tenía guardado o se cansó de amontonar fondos en su banco, cual Rico McPato.
En otros casos nos ofrecen premios más espirituales y sublimes, como la vida eterna, bendiciones para la familia, un cupo en el reino de Dios y los siglos de los siglos llenos de inmortalidad.
Están también
los condicionantes que le piden regresarle el mensaje a quien se lo envió si de
verdad lo quiere, lo considera su amigo y si el hermoso texto que ha recibido
le conmovió alguna fibra de su corazón y no es un hipócrita y envidioso más de
esos que reciben cosas bellas y se las guardan solo para sí.
Los más difundidos son los que ofrecen una redención inmediata, así la recompensa no sea muy jugosa: guazap gratis (porque a partir de mañana lo van a cobrar), una hamburguesa con papitas, una noche loca con una celebridad a bordo, un paseo en limosina, un ajuar de novia completo, un tratamiento contra el acné, entradas dobles a un concierto el próximo fin de semana, cosas así.
Normalmente estas tentaciones mediáticas van acompañadas de la amenaza de sufrir terribles castigos en caso de que usted no acepte abrazarlas sin reservas: bloqueo de la aplicación de por vida, siete años de mala suerte comiendo espinacas y cubios, matrimonio a lo pobre (sin ajuar), acné generalizado con granos purulentos por todo el cuerpo, no volver a ser admitido nunca a un espectáculo o, peor aún, que sólo lo acepten en conciertos de Gali o John Alex, por ejemplo.
¿Qué buscan estas cadenas que prometen tan atractivas recompensas solo a cambio de un sencillo “reenviar”? Definitivamente, acceder a su información. La inmensa mayoría de quienes reenvían un correo no se preocupan por borrar los emilios de los demás destinatarios ni de los remitentes y los destinatarios anteriores y pasan toda esa información de aquí para allá sin ningún cuidado. Los mensajes que piden “que me lo devuelvas para confirmarme que sí eres mi amigo y me quieres mucho”, quieren corroborar que el destinatario si es válido, no es un robot, no se ha muerto, tiene vigente su cuenta y, en definitiva, puede ser susceptible de estafar. Y de encime, envía los datos de otros candidatos a esa estafa.
Por eso es importante identificar este tipo de mensajes y evitar ser parte de
esos peligrosos juegos que acechan a los internautas. Aquí les presentamos una
breve guía para que usted reconozca si se trata de una cadena, collar, rosario o
correa y evite que le amarren con ella:
1. Todo mensaje que le pida, exija, condicione, recomiende, solicite o aconseje que lo reenvíe a sus contactos, es una cadena.
2. Todo mensaje
dirigido a diversos destinatarios al azar, incluido usted, sin que haya un
punto de interés común (trabajo, estudio, grupo de oración, club swinger, etc.)
es una cadena.
3. Todo mensaje
que le prometa cosas absurdas, exageradas, intensas, demasiado hermosas o
normalmente difíciles de conseguir (que es lo mismo), es una cadena. Mientras
menor sea la inversión o el costo, frente a los beneficios, más peligrosa es la
cadena.
4. Todo mensaje
que le pida una contribución monetaria, así sean unos pocos centavos, es una
cadena.
5. Todo mensaje
que lo invite a constatar la información por medio de un enlace, archivo
adjunto o página desconocida, es una cadena.
6. Todo mensaje
que provenga de alguien que usted no conoce o de alguien a quien usted no le
haya dado sus datos, es una cadena.
No importa si se
trata de una propuesta para reducir el salario a los congresistas (cosa que
todos queremos que ocurra pero que obviamente jamás veremos), orar por un niño
de ocho años con cáncer (cosa que no queremos ver que ocurra), recibir parte de
la fortuna del vil gay (cosa que nos gustaría que ocurriera pero que muy pocos
verán), castigar a un gran almacén por aprovecharse de sus pequeños proveedores
(cosa que evidentemente no veremos que ocurra), ayudar a una ONG a conseguir
recursos para los damnificados de una tragedia reciente (cosa que veremos que
sí ocurre, pero nadie verá a dónde van a parar los recursos), salvarnos del
infierno en vida (cosa que nadie quiere que le ocurra pero que muchos deben
ver) o conseguir la gloria eterna (lo cual decididamente nadie quiere que le
ocurra, pues ¿quién querría casarse con Gloria?), ante cualquiera de esas
ofertas, lo que debemos hacer es caso omiso, renunciar a tanta maravilla, no
caer en la tentación y librarnos del mal.
Por si acaso,
reenvíe este mensaje a todos sus allegados para que mientras tanto estén al
tanto y no caigan tanto en estas sucias trampas. Si no lo hace en los próximos
cinco minutos, es seguro que después se le va a olvidar y usted será
responsable directo de múltiples desgracias, desfalcos electrónicos, clonación
de tarjetas, suplantación de identidades, hackeo de mensajes, aparición de
ventanas emergentes repentinas y permanentes y de otras mil pesadillas que van
a experimentar por su culpa esos, sus “dizque amigos y parientes”, a quienes
dice querer tanto.
Después usted
verá cómo lo tildan de *@&€$%#*~>¥£$%#^*** etc. Y seguramente ocurrirá
que alguna maldición lo acompañe a usted y a varias de sus generaciones
venideras, como le ocurre a todo infeliz, egoísta, desconsiderado, aprovechado,
malnacido, mal amigo sin corazón ni sentimientos…...