¿Qué tal si adoptamos costumbres caninas para obtener
información exacta sobre una persona cuando la saludamos o nos la presentan?
¿Alguna vez le
han olido los genitales? Un perro, principalmente. Me refiero al mejor amigo
del hombre. Al de cuatro patas, claro.
Pues resulta que
este acto, que parece casual e inocente y que generalmente ocasiona vergüenza
tanto en el dueño del animal como en el visitante, tiene una explicación
derivada de la biología y la geometría, ni más ni menos.
Veamos de qué se
trata: el cuerpo humano y el de casi todos los mamíferos está recubierto de
unas glándulas sudoríparas que permiten, entre otras cosas, sudar (de ahí su
nombre), exudar o segregar, principalmente agua, aunque en algunas personas
parece caldo trasnochado.
Nosotros, los
humanos de todos los tipos, tenemos células de este tipo que son de dos tipos:
apocrinas y ecrinas. Las ecrinas están regadas por todo el cuerpo y solo sirven
para sudar. Las apocrinas en cambio, están ubicadas en la aureola de la areola,
en el sobaco (axila), en el ano y en los genitales y no exudan ni agua ni
caldo, sino una especie de mazamorra hormonal compuesta principalmente por las
muy famosas feromonas.
Las feromonas
son sustancias químicas que llevan mensajes a los miembros de la misma especie.
Ahí es cuando uno se pregunta: ¿Que hace el perro ahí oliendo a la niña? y
reacciona con el consabido ¡chite chanda!
Bueno, este
animal se comunica primordialmente por medio del olfato, así que lo que está
haciendo es saludando y obteniendo información de la recién llegada. Antes
agradezca que no se le bota a las axilas o a los pezones, eso sí sería un tanto
más bochornoso.
Ahora bien, ¿por
qué se le manda a los genitales de la dama? Porque es un perro, contesta uno
instintivamente. Porque es lo que le queda más cerca del hocico, dirá otro.
Porque los perros somos directos y cínicos, dijo uno de los perros
entrevistados. La verdad es que no siempre se le manda a la dama, a veces le
huele el ano al damo (también hay homosexualismo animal). Pero en general, la
respuesta a esta pregunta se encuentra en el mensaje feromónico.
En los humanos,
las feromonas le
informan al perro qué comió la chica o a quien, cómo está de salud (de ahí la
expresión ¡cómo está de cuca!), el sexo (él necesita saber si es perra o no),
la edad y su estado de ánimo. Las feromonas también le permiten al perro detectar
si la visitante está embarazada. Y, si no lo está, en qué punto exacto del
ciclo menstrual se encuentra. Los cambios hormonales intensos son verdaderos
imanes para los hocicos de los canes, en particular si el animal se acerca a
una persona que ha tenido sexo recientemente o que está ovulando, amamantando o
menstruando.
¡Imagínense las
posibilidades que se nos abren si dejamos de saludarnos con la mano o el besito
mejillón y empezamos a olernos! Bueno, debemos admitir que se requiere una
dosis de mente abierta y mucho entrenamiento para poder dejar atrás los
prejuicios, porque actualmente sería bastante extraño, molesto y hasta
peligroso llegar uno con su novia a casa de unos amigos y que se turnen en fila
dos o tres para olerle los genitales a la recién llegada. Y si el grupo es
numeroso y para aligerar el tema del saludo, que se la vengan a oler varios al
tiempo en las distintas zonas en las que están ubicadas las apocrinas esas,
probablemente hará que no baste el ¡chite chanda! para espantarlos. Con el agravante de que estos gestos
efusivos, por parte de quienes pretenden conocerla, le alboroten sus hormonas y
se olvide de uno.
Pero una vez superada
la barrera de los prejuicios, como dijimos, con una olida rápida puede uno
presentar a su chica a un grupo numeroso y de paso les informa cómo está su
relación, por si alguno pretende “caerle” después de olerla. También sirve para
anunciarle a la familia la buena nueva de un embarazo, por ejemplo. Ahora, la
famosa “prueba del platón” que tanto preocupa a las señoras celosas ya no sería
necesaria si se desarrolla el sentido del olfato y se ubica la nariz en el
lugar correcto; incluso, si la prueba olfativa es negativa (es decir, el
inspeccionado no ha tenido sexo recientemente), se puede aprovechar la
situación y sobre todo, la posición, para premiarlo por su fidelidad.
En algunas
religiones es prohibido planificar con métodos anticonceptivos y se permite
únicamente el método del ritmo, lo que normalmente repercute en embarazos
indeseados que terminan siendo justificados con la voluntad del señor. Pues bien,
el saludar a estas cristianas (para usar un término genérico) por medio del
olfato le permitiría al pastor saber con exactitud si la víctima elegida es
vacunable o no y si este acto va a incrementar el tamaño de los miembros de la
congregación.
Uno de los dilemas
que más nos acosa a nosotros los hombres es saber si son naturales o postizas, refiriéndonos
a las partes nobles superiores de las féminas, puesto que hoy en día la ciencia
ha evolucionado de tal manera que no siempre es fácil diferenciarlas. Una
olidita rápida resuelve el problema e incluso le avisa a uno si el tamaño
sobresaliente se debe a que están en período de lactancia.
Ni qué decir de la
importancia de que el olfato nos permitiera conocer el punto del ciclo
menstrual en el que se encuentra la mujer, ya que esto evitaría un montón de discusiones
y peleas sin sentido, puesto que si uno sabe que la dama está en sus días,
podrá entender fácilmente la causa de ese genio de los mil demonios. Ahora, si
se trata de ANABEL[1] o PATICO[2],
por más que le huela rico, ahí no hay nada que hacer: sodomizado y reprimido
será por siempre ese sometido miembro masculino, ya que el genio parejo aquí no
es hormonal sino de carácter. ¡Es una fiera hasta dormida!