3 de marzo de 2017

¡ chite, chanda !

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¿Qué tal si adoptamos costumbres caninas para obtener información exacta sobre una persona cuando la saludamos o nos la presentan?

¿Alguna vez le han olido los genitales? Un perro, principalmente. Me refiero al mejor amigo del hombre. Al de cuatro patas, claro.

Pues resulta que este acto, que parece casual e inocente y que generalmente ocasiona vergüenza tanto en el dueño del animal como en el visitante, tiene una explicación derivada de la biología y la geometría, ni más ni menos.

Veamos de qué se trata: el cuerpo humano y el de casi todos los mamíferos está recubierto de unas glándulas sudoríparas que permiten, entre otras cosas, sudar (de ahí su nombre), exudar o segregar, principalmente agua, aunque en algunas personas parece caldo trasnochado.

Nosotros, los humanos de todos los tipos, tenemos células de este tipo que son de dos tipos: apocrinas y ecrinas. Las ecrinas están regadas por todo el cuerpo y solo sirven para sudar. Las apocrinas en cambio, están ubicadas en la aureola de la areola, en el sobaco (axila), en el ano y en los genitales y no exudan ni agua ni caldo, sino una especie de mazamorra hormonal compuesta principalmente por las muy famosas feromonas.

Las feromonas son sustancias químicas que llevan mensajes a los miembros de la misma especie. Ahí es cuando uno se pregunta: ¿Que hace el perro ahí oliendo a la niña? y reacciona con el consabido ¡chite chanda!

Bueno, este animal se comunica primordialmente por medio del olfato, así que lo que está haciendo es saludando y obteniendo información de la recién llegada. Antes agradezca que no se le bota a las axilas o a los pezones, eso sí sería un tanto más bochornoso.

Ahora bien, ¿por qué se le manda a los genitales de la dama? Porque es un perro, contesta uno instintivamente. Porque es lo que le queda más cerca del hocico, dirá otro. Porque los perros somos directos y cínicos, dijo uno de los perros entrevistados. La verdad es que no siempre se le manda a la dama, a veces le huele el ano al damo (también hay homosexualismo animal). Pero en general, la respuesta a esta pregunta se encuentra en el mensaje feromónico.

En los humanos, las feromonas le informan al perro qué comió la chica o a quien, cómo está de salud (de ahí la expresión ¡cómo está de cuca!), el sexo (él necesita saber si es perra o no), la edad y su estado de ánimo. Las feromonas también le permiten al perro detectar si la visitante está embarazada. Y, si no lo está, en qué punto exacto del ciclo menstrual se encuentra. Los cambios hormonales intensos son verdaderos imanes para los hocicos de los canes, en particular si el animal se acerca a una persona que ha tenido sexo recientemente o que está ovulando, amamantando o menstruando.

¡Imagínense las posibilidades que se nos abren si dejamos de saludarnos con la mano o el besito mejillón y empezamos a olernos! Bueno, debemos admitir que se requiere una dosis de mente abierta y mucho entrenamiento para poder dejar atrás los prejuicios, porque actualmente sería bastante extraño, molesto y hasta peligroso llegar uno con su novia a casa de unos amigos y que se turnen en fila dos o tres para olerle los genitales a la recién llegada. Y si el grupo es numeroso y para aligerar el tema del saludo, que se la vengan a oler varios al tiempo en las distintas zonas en las que están ubicadas las apocrinas esas, probablemente hará que no baste el ¡chite chanda! para espantarlos. Con el agravante de que estos gestos efusivos, por parte de quienes pretenden conocerla, le alboroten sus hormonas y se olvide de uno.
Pero una vez superada la barrera de los prejuicios, como dijimos, con una olida rápida puede uno presentar a su chica a un grupo numeroso y de paso les informa cómo está su relación, por si alguno pretende “caerle” después de olerla. También sirve para anunciarle a la familia la buena nueva de un embarazo, por ejemplo. Ahora, la famosa “prueba del platón” que tanto preocupa a las señoras celosas ya no sería necesaria si se desarrolla el sentido del olfato y se ubica la nariz en el lugar correcto; incluso, si la prueba olfativa es negativa (es decir, el inspeccionado no ha tenido sexo recientemente), se puede aprovechar la situación y sobre todo, la posición, para premiarlo por su fidelidad.

En algunas religiones es prohibido planificar con métodos anticonceptivos y se permite únicamente el método del ritmo, lo que normalmente repercute en embarazos indeseados que terminan siendo justificados con la voluntad del señor. Pues bien, el saludar a estas cristianas (para usar un término genérico) por medio del olfato le permitiría al pastor saber con exactitud si la víctima elegida es vacunable o no y si este acto va a incrementar el tamaño de los miembros de la congregación.

Uno de los dilemas que más nos acosa a nosotros los hombres es saber si son naturales o postizas, refiriéndonos a las partes nobles superiores de las féminas, puesto que hoy en día la ciencia ha evolucionado de tal manera que no siempre es fácil diferenciarlas. Una olidita rápida resuelve el problema e incluso le avisa a uno si el tamaño sobresaliente se debe a que están en período de lactancia.

Ni qué decir de la importancia de que el olfato nos permitiera conocer el punto del ciclo menstrual en el que se encuentra la mujer, ya que esto evitaría un montón de discusiones y peleas sin sentido, puesto que si uno sabe que la dama está en sus días, podrá entender fácilmente la causa de ese genio de los mil demonios. Ahora, si se trata de ANABEL[1] o PATICO[2], por más que le huela rico, ahí no hay nada que hacer: sodomizado y reprimido será por siempre ese sometido miembro masculino, ya que el genio parejo aquí no es hormonal sino de carácter. ¡Es una fiera hasta dormida!






[1] ANABEL = mezcla de Anaconda y Cascabel
[2] PATICO = mezcla de Pantera, Tigre y Cocodrilo

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