Es
indudable que los medios de comunicación, que en realidad son medios de
aconductamiento[1]
desarrollan un papel preponderante en nuestra sociedad e influyen, direccionan
e imponen modas y tendencias y en resumen, dictan qué es lo que deben pensar y
hacer los individuos. Esto se evidencia en el cine, los periódicos, los
anuncios, la televisión, la radio, la moda, la música, las vallas, los
grafitis, etc. Hoy en día, se han multiplicado por un factor importante los
canales (guazap, emilio, feis, tuiter y jijuemil más) de modo que esa
multiplicación es tan agobiante que nos hace sentir penetrados por todos lados.
Ufff!!!
Vamos a
mostrarles, tomando como ejemplo el desarrollo del cine de Hollywood, cómo ha
evolucionado esta forma de manipulación, aclarando que no es fácil definir
categorías espacio – temporales, pero sí podemos establecer cuáles son los
mensajes con los que se va creando “la
opinión”:
EL
CHISTOSO, EL MALO Y LA BUENA
El
cine nació mudo y en sus comienzos los máximos exponentes fueron Buster Keaton
y Charles Chaplin. En sus películas había un héroe (protagonista) de extracción
humilde, débil e iletrado, pero ingenioso, recursivo y muy gracioso. Su antagonista
era un gordo feo y bruto, que sin embargo era el mandamás del lugar, rico y
poderoso. El paradigma que se planteaba era que hasta el más humilde e infeliz
de los mortales puede alcanzar el cielo, con ángel incluido, a pesar de su
innegable posición desventajosa. Un claro y evidente refuerzo de tipo religioso
que exaltaba las virtudes y los votos de pobreza como requisitos para
obtener el paraíso deseado.
EL BUENO, EL INDIO Y LA CHICA
Desde
los albores del cine sonoro
y hasta los años 50, basándose en que el crimen no paga y que el bien se impone
siempre, coexistían un bueno, un malo y una chica. El bueno, que era bueno en
toda la extensión de la palabra, socorría a una bella damisela, la cual era
acosada por un malo, quien en muchos casos era un indio y en todo caso era un
indio. El bueno, quien se encontraba en una aparente condición de inferioridad
en cuanto a dinero, músculos, armas y secuaces pero no en arrojo, valentía y
astucia, luego de una confrontación directa hacía que el villano probara el
polvo. El del piso. Él se quedaba con la chica. Claramente se hacía una parodia
del conocido mito de David (el humilde pastor) que vence a Goliat (el poderoso
soldado) puesto en diferentes ambientes, todos bajo el mismo guion. El héroe,
viendo de reojo el premio que le esperaba si ganaba (el bombón que hacía barra
en la tribuna), se atrevía a las cosas más inverosímiles. ¡Ay, las hormonas!
(La historia no nos cuenta si el premio que David recibió por su hazaña incluía
un bombón, tal vez porque aún no aparecía el señor Ferrero). Los principales
exponentes de este género fueron Tom Mix y John
Wayne.
EL HÉROE,
EL MONSTRUO Y LA NENA
EL SUPERMACHO,
EL TIRANO Y LA VIEJA
A
continuación vimos cómo por rememorar tanto la segunda guerra mundial como la
de Vietnam y otras cuantas guerras menores que no faltan, algunas que están por
venir u otras que ocurren fuera de nuestro planeta, el malo volvió a ser un
monstruo, pero esta vez humano, capaz de las peores atrocidades imaginables e inimaginables,
soportado por un imperio construido sobre el llanto y la sangre de sus
congéneres. Para vencerlo, el bueno (que siempre es un estadounidense), se arma
hasta los dientes y hasta dispara con ellos. Sabe usar desde cuchillos y tapas
de ollas pitadoras hasta tanques y helicópteros. A veces, como no puede cargar
todas las armas que necesita, lidera un comando, una pandilla o un grupito de
duros, no tan excelsos como él, pero muy próximos, quienes esencialmente le
ayudan como utileros a cargar bazookas, ametralladoras punto 50 o cohetes
tierra-aire disparados desde una bañera. ¡Ahí vemos por primera vez al
coprotagonista peleando por la chica y a ella dudando por primera vez! Es por
eso que el coduro principal normalmente fallece, para que
no vaya a arruinar el romance feliz del post-conflicto.
EL GRINGO, EL EXTRATERRESTRE Y LA HEMBRA
A
veces el malo es un extraterrestre que salió de un huevo o una barriga, fuimos
por el o él vino a invadirnos y en todo caso, sus intenciones no son buenas. Siempre aterriza en USA porque si no, nos invaden y nos jodemos todos (recordemos que los gringos se han autodenominado "los policías del mundo") El
gringo tiene que encontrar su punto débil antes que acabe hasta con el nido de
la perra y de paso la salva y se queda con ella, un tanto magulladita, eso sí.
Aquí la fuerza descomunal del opresor es infinitamente superior a todo aquello
con lo que podemos atacarlo y solo la astucia del héroe (o heroína) podrá
salvarnos. El actor de reparto es un científico imbécil que está fascinado con
la raza superior y quiere aprender a ser como ellos, tal vez como alegórica
referencia al síndrome de Estocolmo. Empezamos a ver un concepto interesante:
la diversidad existe y como en la historia de la bella y la bestia, ésta (la
bestia) también tiene su corazoncito (no hay sino que ver a Alien cuidando y
protegiendo sus 145.000 huevitos como una verdadera madre sabe hacerlo), incluso a
veces no es que sea mala sino diferente, como en E.T., Distrito 9 y los
Gremlins. Este
malo nunca pierde del todo y deja algo de si, un pedazo de trapo, sangre sin
coagular, un hijo desconocido, un gemelo, un huevo o hasta un esputo desde el
cual renacerá en la segunda, tercera y enésima parte.
EL SANO, EL NEGRO Y LA ZUNGA
¿Principales modificaciones en
esta categoría? El antagonista es un negro, que entonces es
más torcido que bizcocho de coja, generalmente proxeneta, vicioso o jíbaro,
pistolero o soplón y en todo caso, más malo que Caín. O a veces (cada vez con mayor frecuencia) es el bueno,
puesto que a los
productores no les gustó que los negros siempre fueran los malos. Impusieron que, por ley, en cada
película debe haber, en cualquier rol, un protagonista negro, así sea un petardo. Si el negro es el maloso, el bueno es un joven sano e inocente, que se entera de todo por accidente y resulta ser más sanguinario que su contraparte, pero siempre del lado de la ley. Cuando el negro es el héroe, la nena ya no es para él, pues sigue siendo una rubia sexi y aún no nos han preparado para el amor interracial. Además la rubia es una zunga completa: ahora anda casi empelota,
exhibiendo sus dotes por doquier e incluso a veces hasta dando unas cuantas
patadas en las partes nobles (lo único noble de un malo) o destripando jarrones
en alguna que otra cabeza, para ayudar a su héroe. Ella es sexi, adicta,
malhablada y brusca, pero está ahí “pa’ las que sea”. Además, con el advenimiento del SIDA apareció
un nuevo actor de reparto: el gay. Este personaje es muy amiguis con la zunga, chistoso, ocurrente, inocente y bueno. No hay
gay malo (excepto tal vez en “El silencio de los incentes").
EL EXPIA, LA AGENCIA Y LA GOLFA
El
malo cambió también. Ya no es un individuo sino una organización, una agencia
tipo CIA, FBI, DEA, CNN o AP (Asociación de Asesinos Profesionales), una mafia
o una corporación. Aquí ya hay negros, latinos y gays por todos lados y la vieja ya es
una vagabunda que se ha cargado incluso a varios, vivos y muertos. El concepto
es claro: los malos en el fondo son buenos pero la sociedad (la corporación)
los vuelve malos y todo malo es regenerable o mejor, todos tenemos un lado
malo, aunque seamos el bueno de la película. El protagonista, que normalmente es un ex-agente y por eso sabe como operan estos tipos, es perseguido como rata en vecindario chino con ayuda de satélites, radares, cámaras, micrófonos y celulares; cualquier cosa metálica que pueda usarse como receptor/transmisor,
desde el secador para el pelo o la hebilla del zapato hasta el broche del brassier
o la calza de una muela será usado en su contra y lo delatará. La visión apocalíptica de un futuro en el que
estaremos acorralados por la tecnología presenta en simultánea y nuevamente
como alegoría religiosa, a un redentor que ha de salvarnos, librándonos del
chip opresor (pero tiene que ser alguien de adentro, si no, no funciona).
EL HUMANO,
EL ZOMBIE Y LA PRESA
¿Qué
es lo que genera más temor a los seres humanos?: ¡Los seres humanos! Hemos
demostrado que somos capaces de hacer cosas que ni la fiera más salvaje ni el
más poderoso virus, ni la cucaracha rastrera o la rata canequera son capaces de
hacer. Nada en la naturaleza nos supera en maldad. Basta recordar a un buen
abogado, a alguna que otra suegra, a la abuela desalmada, al asesino en serie o a los
dictadores africanos. ¡Ahora imaginen a uno de estos pero medio muerto y con un
insaciable apetito por su cerebro! La expresión máxima del terror. El zombie
está muerto pero camina, defeca y come. Para matarlo (algo absurdo porque matar
lo que está muerto es contradictorio e ilógico)
hay que retirarle la cabeza antes de que se lo haga a usted él (o ella o lo, porque hay zombies
mujeres, niños y animales; falta el zombie cosa: con eso, estamos hechos). En estas películas el héroe o la heroína es un humano normal que valora sus
sesos o sus
sesas y no quiere dejarlos por ahí expuestos para que sirvan de almuerzo a sus
congéneres desadaptados, lo que parece ser una referencia a que lo que nos hace
humanos, animales distintos a los demás, es nuestra capacidad de pensamiento,
que se puede eliminar de un mordisco, pues es claro que hay quienes privilegian el estómago sobre el pensamiento. Aquí la coprotagonista es una mujer,
madre, esposa, amiga o simple aparecida a la que todos se quieren comer y
nuestro héroe insiste en salvar a como de lugar, tal vez porque es una de las
pocas que queda para procrear y repoblar el planeta (¡todos se la quieren
comer!). Es posible entender las recurrentes historias de zombies como un
recorderis de que en eso nos han convertido los medios, que muerden nuestro
cerebro constantemente.
El zombie más famoso y que ha merecido capítulo aparte es sin duda Drácula.
EL
SUPERHÉROE, EL VILLANO Y LA REMAMI
Por
fin el bueno no es un simple mortal (excepto cuando está de incógnito), tiene
superpoderes adquiridos normalmente por accidente: se tomó sin querer una
mezcla explosiva de yogurt con agua de panela caliente, se expuso a peligrosas
radiaciones de un cuerpo celeste o a una plancha que dejó encendida por ahí la
abuelita descuidada o se sobre-entrenó en un pueblo tibetano donde lo tenían
sodomizado unos alienígenas. Como sea, ya hace cosas increíbles y únicas,
normalmente contrarias a las que hace el villano, es decir, si aquel escupe
fuego, éste eructa agua y si aquel vuela, este brinca como sapo. La nena es una
remami voluptuosa que lo único que hace es meter la pata y gritar fuerte para
que la rescaten; usualmente se enamora del enmascarado (lo que explicaría el
éxito de la lucha libre) pero detesta a ese ser de carne y hueso, que a decir
verdad, generalmente es un idiota torpe. (Uno no entiende como pueden existir
dos personajes antagónicos en un mismo ser, hasta cuando uno se casa y lo
experimenta en carne propia). El coprotagonista es el genio, que se inventa
cuanta ayuda tecnológica pueda para apoyar al héroe y usualmente es una de las
primeras víctimas del villano. Por supuesto, cada personaje tiene una serie, un
cómic, una precuela, una cuela y una postcuela; se reinventa, renace, regresa,
se moderniza, se junta con otros
y hasta se dan chumbimba[2]
entre sí.
EL DURO,
EL PERRO Y EL MALO
Ahora
el bueno es un duro y el perro reemplaza al actor de reparto o a la chica; no
pasa nada entre el perro y el duro porque aún no nos han preparado para el amor interracial y menos aún para la zoofilia. De manera similar a lo que se hizo en
las películas de antes con el malo y el negro, ahora es indispensable y
mandatorio que haya una mascota en toda película, comercial, serie de
televisión o anuncio publicitario. El malo ya no es tan malo o antes era bueno
y en todo caso, al único que quiere es a la mascota, que no muere en la cinta y
resulta poniendo el toque de humor, ternura, astucia y babas. A veces el perro
se cambia por un mono, gato, cerdo, vaca o serpiente e incluso se ha puesto de moda que en
la película todos sean animales y los humanos pongan únicamente
la voz.
¿Qué
podemos esperar a continuación?
EL GAY, EL
ROBOT Y LA NEGRA
Un perro
gay como protagonista, una chica negra de coprotagonista y esta vez sí hay algo
entre ellos. El malo es un robot, que solo destroza los intestinos de algún
fulano cuando tiene algún fallo, que usualmente el perro repara. Este robot
puede ser alienígena, enviado antes de la invasión extraterrestre o puede ser
aborigen, creado por un discapacitado mental. No será extraño ver al perro teniendo
sexo cibernético con el robot y a éste último echándole los perros a la negra.
En el futuro cercano encontraremos que ya nada es
malo, todo es posible y no hay por qué avergonzarse ni renegar de nada.
[2] Chumbimba = Darse bala, golpes, rayos o en general, disparar a lo que sea y con lo que se tenga. Los ejemplos para este caso son Godzilla vs King Kong, Alien vs Depredador, Superman vs Batman, Iron Man vs Capitán América, etc.