Gregorio Samsa es la
cucaracha más famosa, pero nunca supimos a qué partido político pertenecía
El nombre de estos
bichos aparece en el lenguaje hablado antes que el de muchos otros, pues parece
que entramos en contacto con ellos desde la era de las cavernas, lugar donde
nuestra especie se los encontró por primera vez. La palabra que empleamos en
español para denominarlos, proviene de los antiguos vocablos kuka, con
el que se nombraba a la crisálida y rajtcha, que significaba raja o
rajadura; o sea que, en la oscuridad de las cavernas, el hombre la percibió
como “raja peluda” o algo así. Y en inglés sucedió algo similar, pues se la
denomina cockroach, que resulta de los vocablos cock (gallo) y roach (pico o
cresta), que viene siendo más o menos lo mismo.
La sociedad las ha
relegado a uno de los rincones más oscuros del alma humana, allí donde
guardamos lo que nos asusta, nos produce repugnancia, escozor y asco, a pesar
de que este repudiado, vilipendiado, temido y degradado animal, es una especie
del todo sorprendente, pues sus características para vivir y para sobrevivir la hacen tanto asquerosa como maravillosa, o sea asquerovillosa.
Si bien el hombre ha
hecho ingentes esfuerzos para erradicarlas, parece que está perdiendo la
batalla, pues las cucarachas son cada vez más abundantes y más atrevidas. Pero,
ceder o acostumbrarnos a ellas significaría que aceptamos que ya no somos la
especie dominante de este planeta, sino otra más de las subordinadas. Para
asegurar que sigamos ocupando nuestro papel jerárquico, presentamos aquí una
guía práctica que nos ayudará a identificar fácilmente las características y
los posibles escondrijos de estos insectos. Si se topa con uno, no lo dude: ¡a
chancletazo limpio! Ese es el método más efectivo e infalible de mantener
nuestra supremacía.
Se ha encontrado que,
aunque casi ninguna especie que subsista hoy reúne tantos atributos como los de
estos insectos, los que sí han conseguido parecérseles en alto grado, para infortunio
de nuestra especie, son los políticos. Veamos las sorprendentes características
que comparten estas dos especies (asquerovillosa la una y asquerovillana la
otra), que nos llevan a pensar que ya son una sola:
Lo primero que hay
que decir es que estos animales estuvieron en este planeta antes que nosotros
(las cucarachas, no los políticos) y que muy seguramente seguirán aquí cuando
nos marchemos (tanto las unas como los otros). Es el único insecto que se
considera cosmopolita, pues se encuentra en todo el mundo, en todos los climas
y en todos los lugares (esto aplica para ambos por igual).
Son omnívoros: comen
de todo (y de todos) a toda hora, con una voracidad que no es conocida en
ninguna otra especie animal, por lo cual nunca están saciados y donde haya
desorden, suciedad, putrefacción, malolencia, abandono, desperdicio, caos y
regalías, ahí están. Pueden durar tres meses sin comer, digamos durante un
periodo de ley de garantías, pero a la primera oportunidad que detecten,
arrasarán con todo.
Mudan y regeneran
cualquiera de sus miembros con gran rapidez e, infortunadamente para nosotros,
son catalogados entre los parásitos más longevos, debido a que son capaces de
adaptarse a cualquier medio rápidamente. Normalmente viven cuatro años, pero
algunas variedades logran perpetuarse (o reelegirse), directamente y/o a través
de su descendencia, directa e indirecta. No sucumben a la radiación, a las
microondas ni a la televisión y aunque suelen evitar exponerse a los medios, los
manejan con habilidad para su acomodo.
Crean resistencia a
los químicos, físicos, filósofos, eruditos, cultos, soñadores, artistas,
profetas y letrados (a los iletrados también). Normalmente dejan rastros
químicos en sus heces para que otros individuos de su especie puedan seguir sus
huellas y así encontrar alimento y escondite con facilidad. Gracias a su alto
sentido social y su acendrado espíritu de clan, se asocian, copulan y se
reproducen y mutan entre sus propias familias (de ahí que logren perpetuarse).
Su principal amenaza
para la raza humana es que ensucian, contaminan y corrompen todo lo que tocan y
cualquier sitio por donde pasan, pues son vectores de parásitos, bacterias y
gusanos que producen o transmiten letales enfermedades como lepra, peste
bubónica, disentería, desgreñosis, despilfarrosis, pudridosis y muchas otras
que corroen no solo el cuerpo, sino también el alma de una sociedad.
¿Dónde le puede salir
a usted una cucaracha?
En una bolsa de habas
tostadas. Si usted encuentra un haba blandita, ¡saque la chancleta! Las habas
tostadas, todas son duras.
En un paquete de
ciruelas pasas, donde encuentran alimento suficiente y se camuflan con
facilidad. Mire bien antes de aceptar una de estas raciones.
En un pedazo de
sandía reposada de varios días, donde se confunden con las pepas o en las
patillas del que le ofrece la sandía.
En una guama,
escondidas “como pepa e’guama”, que es la misma forma como saldrán a
correr si hace falta. Revise antes de aceptar esa guama.
En un bulto de café,
camuflada entre los granos tostados y los manifiestos de exportación.
En el cabildo,
concejo, congreso de la república, alcaldía, gobernación y en todo lugar que
sea caliente, donde siempre hay bastante presupuesto y poco control.
En las oficinas de
casi todas las entidades públicas y en los despachos de las juntas directivas y de alta
(y baja) gerencia de las mismas.
Después no diga que
fue a sus espaldas, que no sabía, que no hubo forma de que se diera cuenta, que
usted era de la junta directiva o que no se lo advirtieron.