14 de julio de 2017

Asquerovillosas y Asquerovillanos

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Gregorio Samsa es la cucaracha más famosa, pero nunca supimos a qué partido político pertenecía
Las cucarachas son unos insectos de cuerpo aplanado, que miden aproximadamente de 3 a 7,5 cm y de los cuales se conocen más de 4.500 especies Los fósiles de los primeros ancestros de las cucarachas actuales datan del periodo Carbonífero, o sea de hace más de 300 millones de años.


El nombre de estos bichos aparece en el lenguaje hablado antes que el de muchos otros, pues parece que entramos en contacto con ellos desde la era de las cavernas, lugar donde nuestra especie se los encontró por primera vez. La palabra que empleamos en español para denominarlos, proviene de los antiguos vocablos kuka, con el que se nombraba a la crisálida y rajtcha, que significaba raja o rajadura; o sea que, en la oscuridad de las cavernas, el hombre la percibió como “raja peluda” o algo así. Y en inglés sucedió algo similar, pues se la denomina cockroach, que resulta de los vocablos cock (gallo) y roach (pico o cresta), que viene siendo más o menos lo mismo.

La sociedad las ha relegado a uno de los rincones más oscuros del alma humana, allí donde guardamos lo que nos asusta, nos produce repugnancia, escozor y asco, a pesar de que este repudiado, vilipendiado, temido y degradado animal, es una especie del todo sorprendente, pues sus características para vivir y para sobrevivir la hacen tanto asquerosa como maravillosa, o sea asquerovillosa.

Si bien el hombre ha hecho ingentes esfuerzos para erradicarlas, parece que está perdiendo la batalla, pues las cucarachas son cada vez más abundantes y más atrevidas. Pero, ceder o acostumbrarnos a ellas significaría que aceptamos que ya no somos la especie dominante de este planeta, sino otra más de las subordinadas. Para asegurar que sigamos ocupando nuestro papel jerárquico, presentamos aquí una guía práctica que nos ayudará a identificar fácilmente las características y los posibles escondrijos de estos insectos. Si se topa con uno, no lo dude: ¡a chancletazo limpio! Ese es el método más efectivo e infalible de mantener nuestra supremacía.

Se ha encontrado que, aunque casi ninguna especie que subsista hoy reúne tantos atributos como los de estos insectos, los que sí han conseguido parecérseles en alto grado, para infortunio de nuestra especie, son los políticos. Veamos las sorprendentes características que comparten estas dos especies (asquerovillosa la una y asquerovillana la otra), que nos llevan a pensar que ya son una sola:

Lo primero que hay que decir es que estos animales estuvieron en este planeta antes que nosotros (las cucarachas, no los políticos) y que muy seguramente seguirán aquí cuando nos marchemos (tanto las unas como los otros). Es el único insecto que se considera cosmopolita, pues se encuentra en todo el mundo, en todos los climas y en todos los lugares (esto aplica para ambos por igual).

Son omnívoros: comen de todo (y de todos) a toda hora, con una voracidad que no es conocida en ninguna otra especie animal, por lo cual nunca están saciados y donde haya desorden, suciedad, putrefacción, malolencia, abandono, desperdicio, caos y regalías, ahí están. Pueden durar tres meses sin comer, digamos durante un periodo de ley de garantías, pero a la primera oportunidad que detecten, arrasarán con todo.

Son diurnos y nocturnos sin diferencia, se mueven muy rápido, desarrollan una efectiva memoria de largo plazo, son capaces de orientarse en un laberinto y de distinguir la derecha de la izquierda; poseen una gran capacidad olfativa y visual que desarrollan por medio de unos pelos que creen en su vientre y de sus largas antenas, repletas de receptores de toda índole (algunos los llaman asesores o asistentes), que los alertan del peligro y les permiten huir con celeridad y a tiempo, por cualquier hendidura que tengan la pared o la ley.

Mudan y regeneran cualquiera de sus miembros con gran rapidez e, infortunadamente para nosotros, son catalogados entre los parásitos más longevos, debido a que son capaces de adaptarse a cualquier medio rápidamente. Normalmente viven cuatro años, pero algunas variedades logran perpetuarse (o reelegirse), directamente y/o a través de su descendencia, directa e indirecta. No sucumben a la radiación, a las microondas ni a la televisión y aunque suelen evitar exponerse a los medios, los manejan con habilidad para su acomodo.

Crean resistencia a los químicos, físicos, filósofos, eruditos, cultos, soñadores, artistas, profetas y letrados (a los iletrados también). Normalmente dejan rastros químicos en sus heces para que otros individuos de su especie puedan seguir sus huellas y así encontrar alimento y escondite con facilidad. Gracias a su alto sentido social y su acendrado espíritu de clan, se asocian, copulan y se reproducen y mutan entre sus propias familias (de ahí que logren perpetuarse).

Su principal amenaza para la raza humana es que ensucian, contaminan y corrompen todo lo que tocan y cualquier sitio por donde pasan, pues son vectores de parásitos, bacterias y gusanos que producen o transmiten letales enfermedades como lepra, peste bubónica, disentería, desgreñosis, despilfarrosis, pudridosis y muchas otras que corroen no solo el cuerpo, sino también el alma de una sociedad. 

¿Dónde le puede salir a usted una cucaracha?
En una bolsa de habas tostadas. Si usted encuentra un haba blandita, ¡saque la chancleta! Las habas tostadas, todas son duras.
En un paquete de ciruelas pasas, donde encuentran alimento suficiente y se camuflan con facilidad. Mire bien antes de aceptar una de estas raciones.
En un pedazo de sandía reposada de varios días, donde se confunden con las pepas o en las patillas del que le ofrece la sandía.
En una guama, escondidas “como pepa e’guama”, que es la misma forma como saldrán a correr si hace falta. Revise antes de aceptar esa guama.
En un bulto de café, camuflada entre los granos tostados y los manifiestos de exportación. 
En el cabildo, concejo, congreso de la república, alcaldía, gobernación y en todo lugar que sea caliente, donde siempre hay bastante presupuesto y poco control.
En las oficinas de casi todas las entidades públicas y en los despachos de las juntas directivas y de alta (y baja) gerencia de las mismas.

Después no diga que fue a sus espaldas, que no sabía, que no hubo forma de que se diera cuenta, que usted era de la junta directiva o que no se lo advirtieron.


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